El castillo de cristal (Jeannette Walls)

Publicado el 12 diciembre 2014 por Elpajaroverde
"Papá perdió su trabajo en la mina de yeso después de tener una discusión con el capataz, y cuando ese año llegó la Navidad no teníamos un centavo. En Nochebuena papá nos llevó bajo la noche del desierto, [...] Yo tenía cinco años. Me senté a su lado y miramos hacia arriba, al cielo. [...]
-Escoge tu estrella favorita -dijo papá esa noche. Me explicó que podía conservarla para siempre, que era mi regalo de Navidad.
-¡No puedes darme una estrella! -exclamé-. ¡Las estrellas no son de nadie!
-Así es -asintió papá-. No le pertenecen a nadie más. Tienes que reclamar la tuya antes de que lo haga cualquier otra persona, [...] Reclamar una estrella como tuya propia tiene absoluta coherencia lógica.
Reflexioné sobre ello y me di cuenta de que papá tenía razón. Siempre se le ocurrían cosas como ésa.
Podía tener la estrella que quisiera, aseguró papá, [...]
Alcé la mirada hacia las estrellas y traté de determinar cuál era la mejor. [...] Había una en particular, al Oeste, [...], que centelleaba con más brillo que todas las demás.
-Quiero ésa -dije.
Papá sonrió burlón.
-Esa es Venus -me informó.
Venus era sólo un planeta, [...] ni siquiera daba su propia luz, dijo papá. Sólo resplandecía por la luz reflejada. [...]
-La quiero igualmente -dije. Ya admiraba a Venus incluso antes de Navidad. [...]
-Qué demonios -admitió papá-. Es Navidad. Puedes quedarte con un planeta si eso es lo que quieres.
Y me regaló Venus."

Portada de El castillo de cristal

Una mujer viaja en un taxi. Se dirige a una fiesta de trabajo. De repente se fija en una figura a través del cristal de la ventanilla. Es alguien removiendo la basura de un contenedor. Conoce esos movimientos, reconoce esos gestos. La mujer de repente se asusta, teme que alguien la haya visto y la relacione con esa persona que busca entre los desperdicios. Rápidamente le indica una dirección al taxista y este cambia de rumbo. La mujer regresa a casa, y en cuanto cierra la puerta de su apartamento, no puede evitar odiarse a sí misma.
La mujer del taxi es Jeannette Walls, autora y narradora de "El castillo de cristal", y quién rebusca en la basura es su madre. Este es el arranque de estas memorias escritas a modo de novela en las que esta periodista nos relata la cruda infancia vivida junto a sus padres y sus tres hermanos. Tras este punto de partida, Jeannette empieza a rememorar las escenas familiares que la acompañan desde la niñez hasta la edad adulta. Su primer recuerdo es verse ardiendo en llamas en la cocina de la roulotte en la que vivían. Tan sólo tiene tres años y está sola cocinando unas salchichas. Es llevada al hospital, pero tras varias semanas allí ingresada, su padre se la lleva a escondidas sin el consentimiento de los médicos. Es lo que él denomina una 'despedida al estilo Walls'. Esta será sólo una de las muchas negligencias que tanto el padre como la madre de Jeannette, perpetrarán contra ella y sus hermanos.
Hace ya dos años que leí este libro, y desde entonces no puedo evitar que cada vez que se acercan las fiestas navideñas vuelva irremediablemente a mi memoria. Tal vez sea por la escena con la que abro esta reseña (aprovecho para disculparme por haber tenido que reducirla, espero haber conseguido mantener la esencia de la misma), pero mentiría si no indicara también que el hecho de centrarse en una historia familiar tiene mucho que ver con mi reminiscencia a estas fechas.

yo ho ho. Fotografía de jenny downing

Walls nos narra con realismo y gran generosidad los claroscuros de su familia. Lo hace con gran naturalidad, evitando los juicios de valor. Su padre es un ser patético y entrañable, si es que se me permite adjudicar estos dos calificativos simultáneamente a la misma persona. Es capaz de transmitir a sus hijos su gran entusiasmo por la vida, así como enseñarles ciencia, Historia y todo aquello que considere necesario. Pero también es un alcohólico, y esto hará de él una persona destructiva y en la que es imposible confiar. Su madre es una pintora que sólo vive para su arte, incapaz de afrontar la realidad y el gran abismo al que les arrastra su marido, y que ejerce una absoluta dejadez en sus funciones maternales.
Jeannette idolatra a su padre. Ella es la niñita de sus ojos. Pero a medida que cumple años le ocurre lo que nos sucede a todos. Los padres dejan de ser héroes para convertirse en personas de carne y hueso, con sus virtudes y sus defectos. Jeannette empieza a darse cuenta de que su familia no es como las demás y su amor incondicional (especialmente hacia su padre) comienza a tornarse en una creciente decepción. Sus hermanos sufren el mismo camino, y os aseguro, pajaritos, que es magnífico a la vez que aterrador, asistir al espectáculo de estos niños ejerciendo de padres con sus propios progenitores. Los chicos Walls forjan una inquebrantable lealtad entre ellos, y un admirable espíritu de lucha y supervivencia que contra todo pronóstico los hará salir adelante.
Siempre he sido muy crítica, dura e inflexible con los padres que no asumen sus obligaciones. Considero que tener hijos es la mayor responsabilidad que pueda asumir un ser humano, y la labor de acompañarlos a la edad adulta y proporcionarles las armas para que sepan manejarse y desarrollarse en la misma me parece sagrada. ¡Me he indignado tanto leyendo este libro! Pero paradójicamente no he podido evitar en ciertos momentos conmoverme profundamente con ese desastre de padre de familia que es Rex Walls. Supongo que es algo que también da los años. Saber aceptar, saber perdonar, saber seguir adelante a pesar de.

Sin título. Fotografía de @Cristianhold

Y así es como escribe esta parte de su vida Jeannette Walls, desde la distancia. Una vez pasado, una vez superado, una vez asimilado. Escribe con el apoyo y consentimiento de su madre, pero también con un padre ya ausente. Dudo mucho que se hubiera atrevido a sacar todo lo que llevaba dentro de haber seguido con vida ese hombre que soñaba con un castillo de cristal. El daño que le hubiera infligido habría sido irreparable. No creo que hubiera soportado verse reflejado en los ojos de esa mujer adulta que nunca dejó de ser su niñita.
Quedan pocos días para Navidad. Me imagino que la mayoría de vosotros tendréis comidas o reuniones familiares. Espero que vuestras familias hayan cumplido mejor su cometido que la de Jeannette, pero seguro que tampoco son perfectas. Sed indulgentes. Es la única manera de soltar lastre y seguir hacia adelante. Y recordad siempre que sean como sean son parte importante de las personas que sois, así como también vosotros formáis parte de ellas. Sé que muchos también recordaréis en estos días a personas relevantes en vuestras vidas que ya no están con vosotros. No lo hagáis con tristeza. Tratad de que sus recuerdos os hagan sentir menos solos.
¿Qué pensáis que hará Jeannette esta Navidad? Yo creo hacerme una idea. Me la imagino cenando con su marido, su madre (a la que le habrá costado horrores arrastrarla hacia su casa) y sus hermanos con sus respectivas parejas si tienen. Cuando concluye la cena sale sola al exterior. Mira hacia arriba, al cielo. Busca una luz en el Oeste. Allí está, una luz brillante. Es Venus, su planeta. También es la luz de su padre, ese hombre que la enseñó a amar la vida aunque no supo vivir la suya. Sé que se acuerda de él. Y también sé, sin ningún atisbo de duda, que mientras contempla a Venus, no puede evitar sonreír.

Venus and The Night Sky Over Mammoth. Fotografía de John Lemieux

Ficha del libro:Título: El castillo de cristalAutor: Jeannette WallsEditorial: Punto de lecturaAño de publicación: 2009Nº de páginas: 512

Más sobre Jeannette Walls y "El castillo de cristal"


Jeannette Walls es una conocida periodista estadounidense. Con "El castillo de cristal", su primera novela, obtuvo un rotundo éxito en varios países. Recibió por ella el Premio de los lectores de la revista Elle en 2005 y el American Library Association en 2006. Posteriormente escribió una segunda novela dedicada a la vida de su abuela materna.
Se está considerando la adaptación cinematográfica de "El castillo de cristal" y se habla para encarnar a Jeannette Walls de Jennifer Lawrence, protagonista de "Los juegos del hambre".
Os dejo las primeras páginas de esta novela para que empeceis a sumergiros en esta dura historia familiar.
Y el próximo viernes... debo faltar a mi cita con vosotros, pajaritos. La falta de tiempo, que no de ganas, me impedirá compartir mis vuelos con vosotros durante las próximas semanas. Regreso en 2015. Os deseo una feliz Navidad, la celebréis o no, y mis mejores deseos para el próximo año. Leed, amad, soñad.