Castillo que ya vemos desde kilómetros de distancia, allí, en lo más alto de un cerro. Antigua fortaleza que fue en su día una ciudadela que cobijó a sus habitantes y que se encontraba muy bien protegida por su lado norte. Largos lienzos de muralla que recorrían la montaña, descendiendo y ascendiendo desde su parte oeste hacia el este.
En la cima, los íberos construyeron la base de lo que sería más tarde el castillo menor de Játiva. Una fortaleza donde cuenta una leyenda que la mujer del cartaginés Aníbal tuvo a su hijo en el año 218 a. C.A la Saetabis íbera que existió a finales del siglo III a .C. y cuyos jinetes pertenecían a las tropas del cartaginés Aníbal, le sucedió Saetabisromana que la convirtió en un enclave vital en la Vía Augusta. Fueron los visigodos quienes la nombraron sede episcopal mientras que los árabes la convirtieron en la cuna del papel de toda Europa.Durante la época musulmana fueron varios gobernadores quienes disfrutaron del poder que les concedía esta fortaleza de Játiva. Cuando la región se independizó de Córdoba y creó la taifa de Valencia se formó uno de los reinos musulmanes más influyentes de la Península.Fue a partir de la Reconquista cuando el castillo de Játiva comenzó a jugar un gran papel en el reino cristiano porque se convirtió en la fortaleza más importante que defendía el camino que iba desde Castilla hacia Valencia.
En el siglo XVI y con las revueltas de la guerra de las Germanías el virrey de Valencia huyó para encerrarse en el castillo de Játiva. Aquí fue apresado y encerrado en los calabozos. Todos sus soldados fueron degollados.
Siguieron existiendo etapas sangrientas con el castillo de Játiva como protagonista. Durante la guerra de Sucesión Felipe V sitió la fortaleza y la bombardeó. Henchido de odio hacia la población setabense por haber ayudado al archiduque Carlos de Austria se dirigió hacia la ciudad junto a 12.000 soldados. Felipe V ordenó incendiarla. Incluso intentó cambiarla de nombre, San Felipe, quería llamarla. Por aquel episodio tan violento, los setabenses decidieron recordar a este monarca colocando su retrato hacia abajo (Museo Municipal de Játiva).Un terremoto en 1738 dejó casi en ruinas el castillo aunque el puntillazo final se lo dieron los franceses durante la guerra de la Independencia.
A pesar de todos estos avatares históricos el castillo de Játiva nunca pudo ser conquistado con armas. Por eso se conoció como la fortaleza inexpugnable. Un castillo que alimentó leyendas por los prisioneros ilustres que aquí vieron pasar su vida. ¿Hacemos un recorrido por esa histórica fortaleza? Después de ascender por una fuerte pendiente zigzagueante que recorre la loma de la montaña hasta su cima pasando por varios bosquetes de pinos llegamos al castillo. Aparcamos el vehículo.Al traspasar la puerta de estilo gótico descansamos en una explanada ajardinada. Y aunque no lo veamos a simple vista nos encontramos en el típico patio de armas. Desde aquí diferenciamos las dos construcciones de esta fortaleza.
A nuestra izquierda, y más reducido, se encuentra el castillo menor que se eleva sobre un espolón rocoso.Fueron los íberos quienes eligieron este enclave para construir una pequeña fortaleza. Desde este castillo menor parten las murallas que se extienden de forma irregular según les va marcando el recorrido la propia montaña. Andamos hacia la Puerta de Aníbal, por la que, según cuentan, pasó con todo su ejército durante la segunda guerra púnica.
En una de las torres se casó Írice con un general cartaginés. Desde una de sus ventanas, la muchacha se pasaba las horas oteando el horizonte esperando que llegara su amado esposo.
Al otro extremo vemos que hay otra torre defensiva que tiene forma de espuela. Y en lo más alto, hay dos torres, una musulmana y otra romana desde las que controlaban el posible ataque desde el barranco.A nuestra derecha y elevándose, el castillo mayor. La plaza de armas era un espacio común entre las dos fortificaciones que tenían una puerta con reja y una torre de homenaje. Fueron los franceses los que dinamitaron las principales torres del castillo dejando el patio de armas totalmente destruido para que no se pudiera volver a utilizar. Así que, como esta fortaleza perdió su función militar decidieron subastar las ruinas junto a otras tierras de alrededor como finca de cultivo.
A principios del siglo XX en este patio de armas se construyó un palacete con torres almenadas que evocaban las construcciones medievales. Limpiaron la explanada, la ajardinaron y construyeron una capilla dedicada a San Jorge. Fue a finales del siglo XX cuando decidieron abrir un restaurante y destinar algunas salas a exposiciones y oficina de información y turismo.
Es la plaza de armas la que establece la unión entre el castillo menor y mayor. Vamos a subir a la terraza del restaurante para poder contemplar los lienzos de murallas que descienden hacia Játiva y que protegían a sus habitantes. Muros de mampostería y tapial que fueron construidos por los romanos y musulmanes.Seguramente, si algo vamos a ver en abundancia son los aljibes árabes que recogían el agua de lluvia y que la llevaban, mediante canales, hacia todos los puntos del castillo de Játiva. Estaban construidos con capas de cantos rodados que hacían que el agua se filtrara una y otra vez para que fuera lo más pura posible. Cada recinto fortificado tenía su propio aljibe.
Pero no solamente los pozos protegieron a la población y animales en el caso de asedio. Inexpugnable fortaleza porque contó con treinta torres a lo largo de sus murallas y tres recintos defensivos que estaban, a su vez, cerrados por puertas y torreones. Ya nos podemos imaginar que llegar al último recinto era prácticamente imposible. Y en éste era donde se encontraban las dependencias del señor del castillo.Caminamos. Ascendemos hacia el primer recinto defensivo del castillo mayor. Una elevada escalera nos hace pensar que debió ser muy difícil para las tropas asaltantes invadir la fortaleza por la fuerte pendiente. Debían realizar un gran esfuerzo físico por el peso de las armas, vestiduras y, sobre todo, por el aluvión de flechas que les debía estar cayendo encima. Un ascenso extremadamente complicado por la desventaja de la posición de ataque. Seguro que acechaban los defensores escondidos desde todos los rincones posibles.
Hemos llegado al final de la escalera y un paisaje escalofriante nos sorprende. Y si nos ponemos al lado de alguno de los cañones podemos imaginarnos la gran posición estratégica de este castillo. Al fondo, y recortándose su figura entre las montañas y el cielo, el castillo menor.
Y si giramos la mirada y seguimos avanzando podremos observar que las torres que aún quedan en pie tienen una abertura pequeña, la llamada aspillera. Ventanas defensivas que permitían disparar a los atacantes mientras se cobijaban detrás de los muros.
Curiosamente, dicen que no existe documentación alguna de victoria sobre este último recinto debido a la complejidad de esta disposición. Frente a la puerta de entrada lo que hemos estado viendo en los anteriores recintos, un aljibe para autoabastecer a sus ocupantes y el jardín del duque de Calabria.
Mirando a la capilla se encontraba la torre que, según dicen, fue la más alta del castillo y que fue destruida por el terremoto y los franceses.
Y a nuestra derecha, un cartel alargado, sobrecogedor. Un gran listado de nombres. Algunos los recordaremos, otros no. Los presos más ilustres que tuvo el calabozo húmedo y oscuro al que vamos a poder acceder…
Y llegamos al final, a lo más alto del castillo. Al final de su historia y el comienzo de una panorámica que domina gran parte de la fortaleza inexpugnable. Al norte, Játiva y al oeste, la meseta castellana. Paseamos por el patio donde fue decapitado don Rodrigo de Borgia, otro de los prisioneros ilustres. Y en lo más alto, esa torre en ruinas. Aquella que nos vuelve a recordar que fueron los franceses que, en su huída, la dinamitaron para que no se pudiera volver a utilizar.
Pero aquí sigue, su imagen y su recuerdo dominando toda la fortaleza del castillo de Játiva.
¿Quieres conocer la historia y leyenda del conde de Urgel?
Leyenda del conde de Urgel
Otros recorridos por Valencia
Las Torres de Serranos, la puerta de Valencia amurallada