Ya sabrán pues queridos lectores por donde van a ir los tiros en este artículo. En una semana en la que Libia y Japón han copado los medios, han salido también otras noticias de menor calado. Como creo que tanto de Libia como de Japón está todo dicho, o casi, me centraré pues en una de esas noticias que podríamos calificar como secundarias. Bueno, mejor dicho, hablaré de dos.La primera es el asalto de cuatro jóvenes a la capilla de la Universidad Complutense. La segunda es la rectificación de Estrasburgo aceptando ahora los crucifijos en las aulas.Empecemos por el principio pues. Hace unos días, unos jóvenes entraron en la capilla de la Universidad Complutense de Madrid, se quitaron en el altar la ropa, mostraron algunas consignas en contra del catolicismo o mejor dicho en contra de sus valores, y dos de ellas que eran lesbianas se daban un beso. Todo esto ante la mirada incrédula de los feligreses que allí estaban y que no daban crédito a lo que estaban viendo. El resto ya los saben, declaración de los acusados y puesta en libertad.Muchos son los que a raíz de este asunto han alzado la voz y han pedido una Universidad pública laica, asunto este en el que coincido de pleno. Si el Estado es aconfesional, así lo deberían ser también los servicios que ofrece a sus ciudadanos. Ahora bien, con lo que no puedo mostrar mi aprobación es con la actitud de estos chicos. Según dicen lo hicieron en señal de protesta contra la Iglesia, lo que representa y sus actitudes retrógradas ante ciertos asuntos (asuntos tales como el preservativo o los homosexuales). Creo no se puede pedir respeto si tu no lo das. Dicho de otra forma y aplicando para ello un ejemplo práctico, no podemos pedir a ETA que deje de asesinar si nosotros matamos a sus integrantes (sobra decir que como no lo hacemos, tenemos todo el derecho del mundo a pedirles que dejen las armas).Abordado ya el primer aspecto, entraré ahora en el segundo, que es el que de más mala leche me pone y del cuál quiero hacer un análisis más profundo y detallado.
Ya sabrán pues queridos lectores por donde van a ir los tiros en este artículo. En una semana en la que Libia y Japón han copado los medios, han salido también otras noticias de menor calado. Como creo que tanto de Libia como de Japón está todo dicho, o casi, me centraré pues en una de esas noticias que podríamos calificar como secundarias. Bueno, mejor dicho, hablaré de dos.La primera es el asalto de cuatro jóvenes a la capilla de la Universidad Complutense. La segunda es la rectificación de Estrasburgo aceptando ahora los crucifijos en las aulas.Empecemos por el principio pues. Hace unos días, unos jóvenes entraron en la capilla de la Universidad Complutense de Madrid, se quitaron en el altar la ropa, mostraron algunas consignas en contra del catolicismo o mejor dicho en contra de sus valores, y dos de ellas que eran lesbianas se daban un beso. Todo esto ante la mirada incrédula de los feligreses que allí estaban y que no daban crédito a lo que estaban viendo. El resto ya los saben, declaración de los acusados y puesta en libertad.Muchos son los que a raíz de este asunto han alzado la voz y han pedido una Universidad pública laica, asunto este en el que coincido de pleno. Si el Estado es aconfesional, así lo deberían ser también los servicios que ofrece a sus ciudadanos. Ahora bien, con lo que no puedo mostrar mi aprobación es con la actitud de estos chicos. Según dicen lo hicieron en señal de protesta contra la Iglesia, lo que representa y sus actitudes retrógradas ante ciertos asuntos (asuntos tales como el preservativo o los homosexuales). Creo no se puede pedir respeto si tu no lo das. Dicho de otra forma y aplicando para ello un ejemplo práctico, no podemos pedir a ETA que deje de asesinar si nosotros matamos a sus integrantes (sobra decir que como no lo hacemos, tenemos todo el derecho del mundo a pedirles que dejen las armas).Abordado ya el primer aspecto, entraré ahora en el segundo, que es el que de más mala leche me pone y del cuál quiero hacer un análisis más profundo y detallado.