Esta reseña se encuadra dentro de la lectura conjunta que Laky del blog Libros que hay que leer, ha organizado de la novela El cementerio de la alegría, y esta vez no he sido agraciada en el sorteo, que organizó en su blog, pero gracias a la editorial he podido participar de igual modo y me alegro, porque siempre he pensado que este tipo de inciativas nos enriquece mucho, puesto que en pocos días vemos las impresiones de distintos bloggeros y podemos contrastarlas con las nuestras.
Cómo en otras ocasiones me toca poner el broche final a esta lectura conjunta y si siempre me ha parecido una tarea ardua y complicada, esta vez me lo parece mucho más, ya que las impresiones están siendo muy similares, y ser un poco original a estas alturas y no repetir como un lorito lo ya dicho por otros participantes es complicado. Con esta disyuntiva ante mí, me planteo como plasmar mis impresiones y el tiempo pasa delante de la pantalla en blanco sin que sepa muy bien como empezar ni que plasmar, esta vez me esta pudiendo la presión de ser la última en reseñar, así que he llegado a la conclusión de tratar esta opinión como si fuera cualquier otra, como si no hubiera leído lo que han publicado mis compañeros, como si quien me fuera a leer, sólo hubiera leído la mía y tuviera que convencerle que merece la pena leerla.
.-.- Ligeras pinceladas sobre el autor-.-.
José Antonio nace en Chipiona en 1974, pero en la actualidad vive en Alicante. Su atracción por las letras le viene desde muy joven y como el mismo afirma hizo de su vida una jungla digna de las más infames algazaras literarias. Su carrera literaria la inició con poesía y guiones de radio, en 1992, y publicó su primera novela en mayo de 2009, La última confesión, que yo confieso tener ganas de leer, y con la que logró una gran acogida por parte del público y de la crítica.
.-.- Páginas de interés a tener en cuenta-.-.
www.joseantoniocastro.comwww.lajungladelasletras.com
.-.- Argumento-.-.
Adiel es un joven de 17 años huérfano que nunca llegó a conocer a su padre, y guarda muy pocos recuerdos de su madre que murió siendo él muy niño. Su vida transcurre en un pueblo anónimo, sin grandes sobresaltos y más aburrimiento que otra cosa. Sus únicos alicientes su amigo Nano que tiene un fuerte retraso síquico y no siempre puede mantener una conversación normal, y la chica de la que esta enamorado, Dulce.
Su vida transcurre en la humilde joyería del pueblo, bajo la tutela de Tito Donabella, una tarde el tedio se convierte en angustia, cuando en la joyería entra un forastero con un encargo cuánto menos curioso, les entrega una cajita marrón que bajo ningún concepto deben abrir, y les abona por ello 500 pesetas, cada viernes se presentará en la joyería y les abonará idéntica cantidad hasta el día que decida recuperarla que les recompensará con 1000 pesetas. El misterio es goloso y deciden aceptarlo, lo que seguramente no saben es que su vida cambiará para siempre.
Incapaces de mantener la promesa abren la cajita en la que encuentran una llave, Tito Donabella se convierte en un manojo de nervios y se ausenta de la población para atender unos asuntos en La Capital. Mientras tanto el joven Adiel comienza a encontrar gente relacionada con un padre al que no ha conocido y unos individuos poco recomendables se personan en la joyería infundiéndole más miedo que otra cosa.
Temiendo por su vida se alía con El francés, un hombre del que apenas sabe nada, pero que en esos momentos es el único que puede salvarle la vida. Junto a él y otros personajes que irán entrando en el intrincado engranaje de esta trama Adiel descubrirá a "el poeta", su padre, y se dará cuenta de que no fue trigo limpio, que le legó un tesoro que todos ansían y por el que no dudarían en matar. En esos días el candor del muchacho muere y madura a pasos agigantados, salva la vida en numerosas ocasiones y se codea con lo más indeseable de la sociedad.
.-.- Impresiones-.-.
Lo primero que me llamó la atención de esta novela fue su título, nadie deja escapar una tautología de esas dimensiones, si hay algún adjetivo poco apropiado para un campo santo quizás sea alegre, descubrir que se podía esconder detrás de un título de esas dimensiones era un aliciente muy tentador. Lo segundo fue la portada, bastante lúgubre, en la que se visualizan una silla de madera que sostiene un cofre marrón y un arco románico, en la contra portada esa misma silla luce sin el cofre, sembrando ya un enigma que cualquier lector avezado estaría dispuesto a resolver.
Y por último uno de los inicios más impresionantes que he encontrado este año, pero eso hasta que no abrí el libro no lo descubrí, pero me dio las claves del tipo de escritura que me iba a encontrar, y me enganchó irremediablemente a la trama.
"Tengo la suficiente edad como para recordar aquello que quieran mis años salvar del triste olvido. La suficiente arrogancia como para perdonar todo aquello que nunca nadie se atrevería a imaginar. La suficiente malicia como para desfallecer y sentirme perdido si alguien me mira a los ojos y pregunta por aquellos días. En cambio, tengo la suficiente insensatez como para no dejar que el remordimiento muera conmigo y con mi juramento"
¿No diréis que no incita a seguir leyendo? A mí al menos si me pidió a gritos que averiguara que había detrás de este principio tan alentador. Y lo que encontré fue una trama grandiosa, construida como si se tratara de un gran reloj suizo, en que el que todas las piezas del engranaje encajan a su perfección a pesar de lo diminutas que son algunas y de lo irrelevantes que parecen. Y es que El cementerio de la Alegría es una gran maquinaria en la que personajes, situaciones, y ambientaciones van encontrando su lugar en el transcurso de la narración, lo que un momento dado nos puede chirriar, deja de hacerlo en el momento oportuno, dejándonos en ocasiones con cara de póquer.
El misterio de la novela envuelve incluso al lugar en el que se desarrolla la trama, sabemos que es un pueblo rural, bastante pequeño y con pocos medios, como podrían serlo muchos de la posguerra española. Sabemos que las transacciones importantes se realizan en La Capital, que tiene sus luces y sus sombras y en las que podemos encontrar también reminiscencias del pasado, sin embargo no tenemos ninguna pista sobre si el autor se ha inspirado en algún pueblo que conoce, o sí toda la ambientación con sus descripciones algunas muy pormenorizadas son fruto de su imaginación.
Al hablar justo de eso del misterio me gustaría hacer hincapié en algo que para mí es anecdótico y que para nada desmerece la lectura, pero que debería saber quien desee acercarse a ella, y es que aunque en la contra portada como cebo para atraer a potenciales lectores la clasifica como thriller, no nos encontramos ante una novela que pueda calificarse como tal. Entre los motivos principales la forma en la que está escrito. Un thriller es una lectura fácil, sencilla, sin florituras ni grandes alardes literarios y lo que nos encontramos en El cementerio de la Alegría es me arriesgaría a decir justamente lo contrario, la lectura no es fácil y menos sencilla, a ello contribuye el uso de las metáforas por parte del escritor, una figura literaria que manifiesta una gran madurez literaria, valga la redundancia, de este autor. No es fácil de utilizar, y mucho menos que encaje con naturalidad en el texto sin que el lector sea consciente del gran alarde y despliegue que se está realizando ante sus ojos. El recurso a esta figura lo que hace es ralentizar la lectura, obligar a releer alguna frase y sobre todo el preguntarse que hay escondido detrás de ese hermoso texto, porque siempre se ha querido decir algo más, no está sólo para adornarlo.
Como habréis podido deducir el ritmo de la lectura no es vertiginoso, no suceden miles de cosas en un lapso corto de tiempo, el autor se toma su tiempo para situarnos tanto temporal como espacialmente y hacernos participe del estado de ánimo de este adolescente que madura en un corto espacio de tiempo a golpes y no precisamente físicos, aunque también estos estén presentes. Para ello quien nos cuenta la historia es Adiel y lo hace en primer persona, de esa manera el autor permite que el lector pueda empatizar mejor con la persona y las circunstancias que le toca vivir, siente sus zozobras, sus angustias, sus miedos, se alegra con sus pequeños avances y se entristece con los retrocesos, se siente perdido y no sabe muy en quien confiar, como el mismo Adiel.
¿Que es lo que encontramos entonces?, una historia de misterio, intriga, suspense, como queráis llamarla, bien hilvanada, bien dosificada, con unos personajes muy interesantes, lo suficientemente ambiguos para no saber de que parte están ni son o no de fiar, y una historia que al final termina por resolverse como si se tratara de un un puzzle de miles de piezas, en el que cada una ocupa un único lugar sin poder encajar en otro hueco.
.-.-.- Personajes-.-.-
Me gustaría resaltar el tema de los personajes, y es que al verlos a través de los ojos de Adiel unos están más desarrollados que otros, unos tienen más peso que otros y a unos les tenemos más simpatía que a otros.
Para mí hay dos protagonistas, uno presente y otro omnisciente. El protagonista presente es Adiel Donabella: ese joven que vive entre el tedio y la esperanza de cambiar su futuro en un pueblo rural, que ansía aventuras que correr y le hubiera gustado borrarlas de un plumazo cuando estas llaman a su puerta. Un niño que tiene que madurar para salvar la vida, que tiene que escoger en que bando militar para poder seguir su camino, que hace juramentos que sabe que no podrá cumplir, que se traga sus miedos y su orgullo en muchas ocasiones y que no sabe muy bien en quien confiar. Un chico enamorado de una muchacha mayor que él, que no concibe la vida sin ella y a la que teme haber puesto en peligro.
El protagonista omnisciente es "el poeta": el padre de Adiel, que como el mismo descubrirá no es más que un sicario, el matón de un tribunal peculiar, un hombre que se arrepiente del daño que ha causado y le deja un legado, un tesoro para resarcir a todas las víctimas que ajustició, un legado por el que muchos estarían dispuestos a matar y por el que se traicionan amistades y amores. A través de los ojos de los distintos personajes nos hacemos una composición bastante real de este hombre que tiene sus luces y sus sombras, no fue tan truhán como lo pintan sus enemigos, ni tan encantador como lo creía su mujer. Un personaje rico en matices que vale la pena descubrir, tanto como ver madurar a su hijo, sometido a una gran presión.
A estos dos personajes le acompañan un elenco de secundarios de lo más goloso, todos ellos emparentados con el pasado de "el poeta" que vuelven para ayudar a Adiel a encontrar su legado para arrebatárselo.
Pierre "el francés", se convierte en el gran valedor de Adiel cuando este queda abandonado en el pueblo y a merced de los matones que pretenden arrancarle una información que él no es consciente de disponer. Le mueve el mismo interés que a cualquiera de sus adversarios, conocer que puede decir de él el tesoro de "el poeta", para ello se ganará la voluntad del chico, y correrá grandes riesgos, incluso pondrá en peligro su vida.
Tortosa, amigo intimo de "el francés", parece no tener interés alguno en lo que se llevan entre manos este y el chico, sin embargo es un gran actor, le promete a Pierre cuidar del muchacho si le sucede algo y durante un trecho del camino se verá obligado a cumplir la promesa. En su cuerpo fibrado se esconde un alma atormentada dispuesta a matar para salvar su propio honor. Se parapeta tras dos matones que le hacen el trabajo sucio Urría y Fred.
Clarisse: la mujer de Pierre cierra este terceto en el que nadie es lo que parece y los secretos y traiciones están a la orden del día. La belleza pelirroja de esta mujer no deja indiferente a nadie, ni siquiera al joven Adiel. Un personaje con muchas luces, y más sombras al que en ocasiones compadeces y en otras llegas a odiar abiertamente.
Angelo: Podríamos decir de él que es el jefe de la mafia, el principal interesado en rescatar el tesoro de "el poeta", a sus años tiene mucho que perder, y no está dispuesto a correr riesgos, tiene en su nómina a algunos de los secundarios de esta novela, sin que los otros sean conscientes de ello, juega fuerte y no teme las consecuencias porque siempre es otro quien le hace el trabajo sucio, entre ellos Mario y Fazio, pero no son los únicos, como se descubrirá al adentrarse en la trama.
Tito Donabella: Un hombre acuciado por una terrible culpa, conoció a "el poeta", fue su amigo, por eso cuando tuvo que huir del país dejando a su mujer encinta se la encomendó. Sin embargo se enamoró de ella, nunca fue correspondido pero cumplió la promesa que le hizo, cuidar de su hijo, pero la rompe cuando el peligro le acecha, para erigirse al final en el gran valedor del muchacho, en el único que realmente lo quiso de verdad. La evolución de este personaje depende de lo que siente Adiel en cada momento con respecto a su tutor.
Mía: es el personaje enigmático por excelencia de esta novela, es un mujer misteriosa a la que nadie conoce físicamente y cuyo nombre hace temblar al más aguerrido matón, quizás sea la sorpresa más ingente de toda la trama, todavía no he podido cerrar la boca ante esta vuelta de tuerca.
Podríamos seguir enumerando y la lista se haría larguísima sin embargo sólo retrataré a dos personajes que me han parecido entrañables.
Nano: se podría decir que es el tonto del pueblo, un muchacho con retraso mental, incapaz de asimilar todo lo que se le dice, muy manipulable e influenciable, amigo de Adiel y confidente, un personaje con un final nada agradable, capaz de lo mejor y de lo peor, como cualquier ser humano.
Dulce: la joven de la que se enamora Adiel, y que ante el peligro que corre por saber demasiado Tito esconde en La Capital, donde no puedan encontrarla los esbirros de Angelo, su gran belleza y dulzura se hacen patentes en las palabras y recuerdos de su enamorado.
Quizás también debería mencionar al padre Benito, un personaje jugaz pero con un peso específico, un cura que esconde un gran secreto que no puede acabar de comunicar, un hombre de Iglesia, y de honor que no faltará a la palabra dada a "el poeta" ni para salvar la vida.
Creo firmemente que merece la pena conocer a estos personajes, y a otros muchos que me dejo en el tintero.
.-.- Conclusión-.-.
La brevedad sin duda no es mi principal virtud, así que lo mejor es recapitular y al mismo tiempo observar si me he dejado algún punto sin tratar. De lo que seguro no hay ninguna duda a estas alturas es de que la novela me ha gustado, me ha mantenido enganchada a sus páginas, que la he saboreado a pequeños sorbos, me he regodeado en las descripciones, en los estados de ánimo de Adiel, y en las metáforas tan acertadas.
Que ante todo la considero una novela de misterio, suspense o intriga, la terminología la dejo a la elección del lector, en la que el autor ha sabido dosificar magistralmente la información, en la que no se puede dar nada por sentado, ni siquiera lo que nos chirríe porque al final termina encajando a la perfección cual engranaje de reloj suizo.
La ambientación es oscura, no llega a asfixiar pero si que tiene el suficiente atractivo dentro de la trama, los personajes están muy bien dibujados, son carismáticos, tienen vida propia, luces y un sinfín de sombras, la ambiguedad que les rodea hacen difícil saber de que lado están y si beneficiarán o perjudicarán al muchacho. El peso de estos dentro la novela esta bien repartido, salvo algunas apariciones fugaces que no carecen de importancia, puesto que nos dan claves importantes que terminaremos comprendiendo al leer la última página.
Y como colofón un final que deja con la boca abierta, y que te hace comprender esas primeras líneas del principio tan bellas como enigmáticas, que te llevan a querer descubrir el personaje que las recita. La novela no pierde en ningún momento el interés a pesar de no tener un desarrollo rápido, y eso lo consigue el autor con su dominio del lenguaje y de las herramientas literarias.
También merece mención el Cementerio de la Alegría, así llaman a un antiguo colegio muy bien descrito, que en la posguerra sirvió de Tribunal donde se ajusticiaba a aquellos que pensaban diferente, a los perdedores de aquella guerra, para despojarles de sus bienes enriqueciendo ilicitamente a su Juez, La señoría de la Muerte, "el poeta" fue uno de los que pudieron haber ajusticiado en ese tribunal, pero vendió su alma para salvarla y de ajusticiado pasó a verdugo. Muchos hombres murieron a sus manos, aquellos a los que pretende devolver la vida y la dignidad con su legado y que desencadenan toda la trama. Sin embargo no es todo oro lo que reluce, de ahí que el final sea tan sorprendente. Estas ligeras pinceladas a los agravios sufridos por esas víctimas cuyo único delito consistía en no pertenecer al bando vencedor han supuesto para mí un atractivo más a sumar.
Me gustaría destacar que no nos encontramos ante un libro nacido con vocación de best-seller, si no ante un libro con un gran calidad literaria, con una trama elaborada, unos personajes atractivos y con vida propia, literatura que deja poso y que sin ser densa requiere una lectura reposada y atenta. Un libro que espero que se convierta en un éxito de ventas porque tiene muchos ingredientes para conseguirlo.
Seguro que me he dejado algo en el tintero, seguro que se me ha escapado algún matiz, y algún punto fuerte que compartir, pero si llegado a este punto no he logrado convencerte de que merece la pena adentrarte en sus páginas no creo que lo consiga ya.