Como iba diciendo, las hormigas no sólo tienen cerebro, sino que además unos científicos de la Universidad Libre de Bruselas han descubierto que las ondas que emiten los teléfonos móviles les causan un grave daño, en concreto perjudican su sistema neurológico y con él sus capacidades olfativas, visuales y sus mecanismos de aprendizaje.
Al saber de este estudio no he podido evitar la comparación; ya que después de muchos años de reflexiones me ha permitido encontrar una explicación lógica al comportamiento de muchas personas que utilizan en exceso sus teléfonos móviles. ¡Claro! ¡Ahora todo cuadra! Están, como las hormigas, desorientadas…
¿No se han fijado nunca en que estas personas parecen perdidas, ausentes, abducidas por esos pequeños aparatos inalámbricos. ¡Son las ondas! Estas señales invisibles les obliga a tener el dispositivo siempre al alcance de la mano, por si suena, pero también por si no lo hace…
Da igual el estado en el que se encuentre el teléfono, estos individuos sienten la necesidad de mirarlo constantemente, de responder al microsegundo, de estar constantemente conectados con el mundo; aunque realmente lo que están haciendo es desconectarse de las personas que tienen más cerca… están desorientados y habrá que ayudarles, pues este estudio también concluye que los efectos no son del todo irreversibles.