El cetro

Publicado el 26 mayo 2011 por Abel Ros

Después de una década con los instrumentos guardados, la música de la sucesión vuelve a sonar con fuerza en las filas progresistas. 
La renuncia expresa de la señora Chacón a la pugna por el cetro, ha abierto la rumorología mediática sobre el “know howw” interno de la organización socialista.
Mientras la cultura de la imposición identifica el debate sucesorio de la derecha; las primarias son la marca procedemintal en el devenir sucesorio de la izquierda.

La transición del “felipismo” al “zapaterismo” estuvo marcada por una crisis interna de liderazgo entre los procontinuistas de González y los rupturistas afines al “cerrojo del ciclo”.
La lucha de sables entre los barones profelipistas y el bando de la cantera (Zapatero, Blanco, Pajín…)  sembró un caldo de cultivo propicio, para ganar cuotas de liderazgo y levantar los suspensos metroscópicos y sucesivos, del “señor del bigote”.
La lección histórica de aquellos años demostró a la joven democracia que los “errores del poder”, o dicho de otro modo, los castigos de la izquierda a sus élites políticas,  no deben perpetuarse por la “experiencia política de sus seguidores”.

Las etiquetas impuestas a la marca de un partido mediante el mensaje cuantitativo de los escrutinios electorales, debe ser entendida como símbolo cualitativo para la valoración de sus políticos.
El deterioro de la marca ZP por parte del mensaje demagógico de la derecha y el castigo abstencionista de una izquierda desencantada, deben ser tenidos en cuenta en clave de conjunto y no como análisis unicausal de líder del partido.
La renuncia de Zapatero a su liderazgo de partido,  no ha conseguido amortiguar  los presagios electorales auspiciados por las encuestas.

El desgaste sistémico del “zapaterismo” incluye no sólo a su líder sino a todos sus ministros y compañeros de ciclo político.
El “rubalcalismo” como así ha sido llamado por sociólogos afines a la izquierda, a pesar de su larga trayectoria política, simboliza el escenario de un “felipismo tardío y herido por la corrupción económica de aquellos años”, así como a un fin de ciclo político del “zapaterismo” marcado por altas tasas de paro y crecmientos lentos.
La brillantez de Chacón como gestora de defensa no es condición “sine quam no” para aumentar los números bajos de los sondeos metroscópicos. Carme seguirá con la etiqueta crónica de ministra de “Zapatero”.

El continuismo del “felipismo” auspiciado por primarias debatidas entre Almunia y Borrell, demostró que la elección de ministros representativos de gobiernos cuestionados no era la receta adecuada para ganar a una derecha recién llegada.
La irrupción en el escenario político de Zapatero, político sin manchas ni aristas y sin sujeción a períodos políticos salpicados, devolvió al electorado socialista la ilusión perdida.

Zapataero devolvió a los militantes, con su talante y capacidad diplomática,  ese fervor político que teníamos los socialistas por ese político de   ”la chaqueta de pana”, aquél que supo dar un giro a la izquierda a una España anclada en una crisis social y “económica” de ¡cuarenta años de involución y de valores conservadores!