El Chango Spasiuk, Amalia Granata, Diego Boris, Spinetta, Juan Falú y Litto Nebbia: el día del músico en Argentina

Publicado el 24 enero 2015 por Tucho

No soy un entusiasta del chamamé. Mejor digámoslo así: de las músicas folclóricas de nuestro país, el chamamé me resulta lo menos interesante. Ante todo, admito que nunca indagué ni me preocupé por profundizar su historia, origen y sonoridad; lo que conozco es consecuencia del contacto lógico y superficial que se tiene con una música de raíz nacional insertada en la cultura popular del país: algún que otro tema de León Gieco y su vindicación de Isaco Abitbol; saber Kilómetro 11 porque me la enseñaron en el colegio; haber visto al Chango Spasiuk con Divididos -admito con vergüenza que no escuché aun ni Pynandí ni Tierra colorada, dos discos de él que, dicen que dicen, dejaron huella en la música litoraleña-, en un cruce poco feliz de rock and roll y acordeón (lo que hicieron fue más que una conjugación de dos géneros, una confusa zapada sin ton ni son que atentó contra ambos universos), etcétera. Qué bien me cae el Chango igual, es un capo.
No soy un entusiasta del chamamé... O, al menos hasta anteayer, no lo era.
La noche del jueves, entre sueños, dejé el televisor encendido en La TV Pública que, como sucede habitualmente, o por lo menos en el término de los últimos ¿diez años?, programa durante el verano buena parte de los festivales folclóricos del país. En estos días le tocó su turno a la 25º Fiesta Nacional del Chamamé del Mercosur. Dejé de fondo la música para dormirme (no porque el chamamé me duerma, sólo para dejar de fondo algo que enmascarara los sonidos del barrio) y lo que sonaba me despertó: una cruza que emparentaba al chamamé con el cuarteto y la chacarera (con ésta comparte una rítmica similar) me llamó la atención para bien. El acordeonista tocaba a mil por hora pero eso no perjudicaba la fluidez de la música, todo lo contrario... Me gustó, pero el show estaba por terminar. En el medio del tema, apareció una mina bailando que parecía mandar fruta un poquito por aquí y otro poquito por allá; a la vez me simpatizó ese ritual tan típico del folclore de tener gente en escena que baila sobre lo que se toca, la necesidad de que música y danza vayan siempre de la mano.
La sorpresa total llegó cuando el cantor, al finalizar el tema (ya había dejado de mirar y me acomodaba para el desmayo) presentó a la enigmática bailarina: "¡GRACIAS AMALIA GRANATA! ¿TE QUEDÁS PARA UNA MÁS?".
Estaba acostado pero me caí de culo. Amalia Granata, ese personaje mediático engreído y malicioso que se hizo famoso por voltearse a Robbie Williams, en escena, feliz, bailando como sabía o podía (yo no sé nada de danza, quizá estuviera bailando bien), con tipos que aun hoy no sé quiénes son (digo, ella es más famosa). ¿Qué hace Granata ahí? ¿Cuáles pueden ser las razones para que esté? En el momento obvié la opción dinero, había algo más. Pensé que no sabía de dónde era Granata: su procedencia sería la explicación perfecta. Seguramente era correntina, entrerriana, o andaba cerca. Bueno, es rosarina.
A veces los personajes son sólo eso, la cáscara: no digo que ahora ame a Granata pero me gustó verla ahí (quizá debería averiguar los entretelones...), me demostró una calidez inesperada por parte de ella. En fin, ahora tengo un interés por ahondar en las raíces y los intérpretes trascendentes del chamamé (se aceptan con gusto recomendaciones).
Esos diez minutos resultaron toda una lección.
***
Ayer desperté con el mundo virtual invadido por fotos, letras y videos de Spinetta. El 20 de diciembre de 2014 se convirtió en ley el proyecto presentado por la diputada nacional Mayra Mendoza -y apoyado por Diego Boris, presidente del Instituto Nacional de la Música-, que establece al 23 de enero, fecha del natalicio de LAS, como Día Nacional del Músico. Antes de su aprobación, entre un amplio conjunto de músicos que apoyaban la propuesta, aparecieron algunas voces disidentes: sobresalía la de Juan Falú, nombre clave del folclore argentino de los últimos 30 años. Falú escribió una carta dirigida a Boris, en la que cuestionaba la decisión. En el momento de la polémica, pasé la carta de largo: el típico "la leo en un rato" que fue no leerla hasta hoy.
Amamos a Spinetta, ni hace falta aclararlo (sólo verlo en el banner de este blog).
Pero Falú tiene razón. Léanlo y lo discutimos.
Carta a Diego Boris:
Boris, creo que te has equivocado
Con respeto, quiero decirte que desde tu flamante cargo al frente del Instituto Nacional de la Música, has dado un paso en falso al proponer el natalicio de Spinetta como Día Nacional del Músico.
No voy a aclarar más que este párrafo para fijar mi posición sobre Spinetta: es un musicazo respetable y querido. Punto.
Justamente, uno de tus errores, Boris, es que al elevar tu propuesta estás poniendo a muchísimos músicos y ciudadanos en la no querida tarea de tener que aclarar que aquí Spinetta no tiene nada que ver, ni la valoración que todos hacemos de su arte.
El error es insistir en una suerte de refundación de la cultura nacional, acotándola a los últimos 40 años de vida nacional, esto es, al surgimiento del rock nacional.
En un país que desde Gardel o Chazarreta hasta el glorioso Horacio Salgán, pasando por Atahualpa Yupanqui, Ariel Ramírez, Eduardo Falú, Astor Piazzolla, Ramón Navarro, Ramón Ayala, María Elena Walsh o Gustavo Leguizamón, ha contado con músicos, creadores y hacedores de las más bellas e imperecederas canciones que calaron profundo en el alma colectiva nacional, resulta hasta increíble que se proponga compulsivamente a un representante del rock para tamaña representatividad simbólica.
Eso, Boris, es relativizar de un modo casi irresponsable a la historia, la cultura y sus símbolos.
Con respeto, insisto, te sugiero algunas consideraciones para no errarle fulero al tema:
1- La representación musical argentina más sedimentada y claramente vigente es del folclore y el tango. Claro que también es del rock, pero desde el rock se continúa buscando señales argentinas cuando sus músicos beben de las fuentes de los otros lenguajes, lo que simplemente confirma la contundente argentinidad de los mismos.
2- Si hablo de “argentinidad” te ruego y ruego al lector que no se me endose la etiqueta de nacionalista conservador, pues sería errarle fulero a mi modo de actuar y no entender la perspectiva. El Día Nacional del Músico tiene que tener necesariamente una fuerte carga simbólica y representativa. Su argentinidad, sedimentada históricamente, es una condición inevitable.
3- Inclusive, entre el folclore y el tango (cuyas compartimentaciones merecen una discusión aparte), es más representativo el folclore por sus pertenencias regionales y porque cada región cultural argentina es la que contiene los lazos genuinos con unidades culturales mayores más allá de los límites de nuestra geografía nacional.
4- El músico es el que produce música, más allá de las canciones, que son una forma excelsa de la creación musical.
5- Sin embargo, si la idea es poner en el centro la creación de canciones, te propongo, Boris, un ejercicio futurista. Imaginemos qué canciones cantarían los argentinos de aquí a medio siglo (para citar el período de vida que tiene el rock nacional). Te diré mi respuesta: si se continúa “roquizando” la cultura nacional es probable que queden con sobrevida las canciones emanadas del rock, que las hay para todos los gustos. Pero si las canciones tuviesen sobrevida por su propio peso y por la adopción histórica que de las mismas hicieron generaciones de argentinos, en el 2.060 se cantarían Tonada del viejo amor, Alfonsina y el mar, Volver, Sur, La pomeña, se silbaría Adiós Nonino, a la par de un inmenso cancionero que también se está produciendo hoy, con orígenes diversos y destino de eternidad.
6- El tema es complejo y por tanto, merece una discusión y un consenso, para que la medida tenga el efecto que de ella se espera: tener un día que nos represente y no una fecha que nos desencuentre por generarla a las atropelladas.

El apresuramiento en llevar al Congreso de la Nación un proyecto sin la necesaria discusión y consenso, contiene rasgos autoritarios por el irreflexivo uso de los recursos democráticos para plasmar una ley que difícilmente pueda cuestionarse una vez sancionada. ¿Quién osaría derogar una ley que unge a Spinetta con tal carga simbólica? Posiblemente nadie. Pero eso no le confiere una necesaria legitimidad porque parte de un atropellamiento que, a la mirada de muchos que piensan como yo, responde a una recortada perspectiva de la cultura nacional.
Son demasiados los movimientos mediáticos, empresariales y de la propia política para entronizar el rock como la representación musical argentina privilegiada. Esto, Boris, se sabe. Pocos quieren discutirlo abiertamente, pero se sabe. El rock es la niña mimada en las representaciones musicales al exterior, en los actos centrales para fechas patrias, en la revisión de himnos, marchas y canciones escolares.
Esta carta abierta puede sonar con una fuerte carga de prejuicio frente al rock nacional.
Prefiero correr el riesgo de ser interpretado de tal modo, antes que callar ante lo que he considerado una bofetada a los símbolos más contundentes y representativos de la cultura musical de nuestro país.
Para discutir sobre supuestos prejuicios o sobre cualquier controversia que este texto genere, tengo siempre la voluntad de hacerlo y hay tiempo para ello.
Mientras tanto creo que en tu condición de Presidente del Instituto Nacional de la Música, debieras apelar a la mesura para no herir ni símbolos ni generaciones, en función de ungir a tus propios ídolos generacionales. Te invito a reflexionar y dar el noble paso de promover un debate que le confiera contenido, validez, consenso y representatividad a la excelente idea de tener un Día Nacional del Músico.
O, si se me permite la ironía, dado que tenemos músicos para hacer dulce de leche, podríamos proponer que cada día del año sea destinado a un músico y nos sentiremos todos representados.
Un abrazo
Juan Falú
DNI 5.535.809
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La carta de Falú es contundente y no desmerece la obra de Spinetta, sino que ofrece otra discusión, otro debate: el más interesante se da en torno al rock argentino como folclore nacional. ¿Lo es? Vaya trampa. Es indudable que el rock argentino ya es un pedazo ineludible de nuestra cultura y dio al menos una docena de compositores que dejaron su huella en la música nacional, una marca compositiva, un sonido, una palabra que antes no había. Ahora, también es indudable que esa huella está dada por la interrelación del rock con las músicas de tierra adentro y, principalmente, con el tango (que, como el rock, atiende en Buenos Aires... allí hay otro punto clave de debate). Puede afirmarse que el rock es un folclore, pero lo es también gracias a los otros folclores, lo que también delata su juventud.
Esto señalaba Litto Nebbia, uno de los músicos que más matizó su lado rockero con el folclore argentino (y que ¡fue condenado por ello en los '70!) en una entrevista de 2007:
-¿Qué circunstancias, te parece, llevaron a que surgiera el rock en castellano en Argentina antes que en otros lugares?
-Creo que todo el mayor antecedente lo encontrás en el tango aquí. ¿Dónde viste una música así? Con divinos arreglos, grandes músicos solistas, buenos letristas, sabios melodistas, excepcionales cantores (y cancionistas), orquestas a pleno, el bandoneón… y encima se baila.
No hay otra música popular tan completa en el mundo. Y podemos discutir esto con quien quieras (en otra oportunidad, claro). Las letras de tango, son la crónica diaria de la lucha del hombre en la adversidad de la gran ciudad. Y el rock argentino, de alguna manera, es su pequeño hijo, que lucha por desarrollarse, por crecer...
Otra pregunta que impera es: ¿para qué sirve un Día del Músico? Según Boris declaró al momento de la sanción de la ley, "es algo en lo que los músicos venimos trabajando, en la posibilidad de tener un día, todos los años, en el cual podamos manifestar las condiciones en las cuales se desarrolla nuestra profesión y las necesidades a resolver". En esta dirección, y por haber sido aprobada el 22 de diciembre en la Cámara de Senadores, la ley comenzará a regir en febrero de este año, por lo que debemos suponer que lo de ayer fue una celebración exclusiva para las redes sociales. Será el año que viene el momento de saber si ese día se utiliza para fomentar el debate sobre los pormenores de la actividad, Ley de la Música mediante. Aunque... ¿un día? ¿Sólo un día de presentaciones? De seguro, la cosa no será tan así.
Como bien señala Falú en el cierre de su carta... "dado que tenemos músicos para hacer dulce de leche, podríamos proponer que cada día del año sea destinado a un músico y nos sentiremos todos representados". Allí está la disputa territorial: ¿en cuánto influyó Spinetta a la música que se hace en todo el país sin distinción de género, por caso, a los músicos de chamamé? Quizá habría que preguntárselo a ellos... o a Amalia Granata.