El Château de Chambord, el sueño de un idealista Francisco I, y todo comenzó con un pabellón de caza!

Por Descubriendonuevasciudades

Para ir de Blois a Chambord debemos recorrer la carretera D33, en tan solo 20 minutos nos encontraremos frente al castillo de Chambord. Preparaos para lo que vais a ver, según palabras del gran Henry James "Chambord es verdaderamente regio: regio por su gran escala, su aspecto grandioso, y su indiferencia a las consideraciones comunes".

Ésta maravilla se la debemos a Francisco I, el rey constructor. En 1516 ya hace un año que ha sido coronado, regresa de Italia acompañado de Leonardo da Vinci y tiene en mente realizar un gran edificio al estilo renacentista italiano.

Se trata de la residencia real más grande del valle del Loira, y empezó siendo un pabellón de caza. Las obras comenzaron en septiembre de 1519, y las llevan a cabo maestros albañiles franceses que ya tienen experiencia en castillos. Las obras van realizándose hasta que Francisco I es derrotado en Pavía frente a su eterno rival, el emperador Carlos V rey de España y Alemania, el rey francés acaba cautivo en Madrid.

Las obras continuarán en 1526, pero se modifica la idea inicial, le añade dos alas laterales a la primitiva torre del homenaje. En una de esas alas instalará su residencia, será el Ala Real, o sea la que se sitúa en el este. A esa ala le añadirá una escalera de caracol calada y una galería porticada. El rey sigue con atención el progreso de las obras durante todo su reinado, a pesar de que solo residirá en el palacio unos cuantos días, aproximadamente 42 a lo largo de toda su vida. Hacia 1537 las torres, el torreón y las terrazas habían sido terminadas por 1800 hombres y sólo dos maestros de obras. Al año siguiente se edifica el pabellón real privado en la esquina nororiental, que se une a la construcción principal por una galería de dos pisos. En 1539, aprovecha que el emperador Carlos V está de paso por Francia para mostrarle su pequeña obra. Recibirá al emperador con el máximo lujo y honores, los franceses saben ser buenos anfitriones, está claro. Más bien era una manera de demostrarle que aunque hubiera perdido en Pavía, aún era poderoso, y que mejor manera de demostrarlo con un palacete de medidas descomunales, con 156 metros de fachada, con 77 escaleras que llevan a las 426 estancias que se calientan con 282 chimeneas y están decoradas con 800 capiteles esculpidos. El cuerpo central del castillo está basado en forma de cruz griega al igual que la Basílica de San Pedro de Roma, pues ambos edificios son contemporáneos.

En 1547, Francisco I fallece y el castillo aún no está totalmente terminado, será su hijo Enrique II el que prosiga con las obras. Enrique y su esposa Catalina de Médicis suelen venir de vacaciones. Las obras volverán a interrumpirse de nuevo con la muerte del rey en 1559. También lo visitarán de vez en cuando Luis XIII, que de nuevo se lo cederá a su hermano Gaston de Orléans, el mismo que también recibió como regalo el Château de Blois. Tanto regalo no sé, si era por amor de hermano o por que así lo tenía contento y dejaba de intrigar en contra suyo. A partir de ese momento Chambord cae en el olvido durante bastante tiempo, la realeza ya no se deja ver por el castillo, ahora solo residen en él, el personal de mantenimiento. No será hasta la llegada de Luis XIV cuando el edificio será acabado por fin. Luis XIV encargará el trabajo a Jules Hardouin-Mansart, que acabará el ala oeste y será el encargado de colocar las numerosas buhardillas con doble pendiente, y que a partir de ese momento serán conocidas como "mansardas" en honor a su creador. Se acondicionaran los accesos al castillo, se construirán los establos y se canalizará el río Cosson que cruza el parque para mejorar su salubridad. El rey Sol residirá en diversas ocasiones en el castillo, acompañado de su corte. Sus visitas son siempre un motivo de celebración, se realizan grandes monterías y divertidos espectáculos. El señor de Pourceaugnac y El burgués gentilhombre, en un teatro provisional situado en uno de los vestíbulos de la primera planta de la torre del homenaje. La corte irá viniendo cada vez menos, hasta que el rey decide establecer la corte en Versalles, mucho más cercano de París.

En 1669 el rey se trae a palacio a Molière, que estrenará sus dos comedias de éxito:
Cuando el nuevo rey Luis XV decide de nuevo dar utilidad al castillo, tiene que acondicionar los interiores, ya que su intención es alojar en el a su suegro Estanislao Leczinski, rey de Polonia en el exilio entre 1730 y 1733.
La necesidad de caldear el edificio y hacerlo más cómodo, lleva a los distintos ocupantes a amueblarlo permanentemente, a forrar de madera el suelo y paredes y colocar falsos techos para mantener el calor, además de compartimentar las estancias para que fueran más acogedoras. En 1745 el rey cede el castillo al Mariscal Mauricio de Sajonia, en agradecimiento por sus victorias militares. El mariscal convertirá Chambord en su residencia habitual, vivirá en el castillo rodeado de una pequeña corte en la que incluye a su amante, una pésima actriz y una guarnición de soldados, más bien eran dos regimientos de caballería que simulaban batallas que el solía observar desde las terrazas del tejado.
Durante la segunda mitad del siglo XVIII, el castillo acabó en el abandono, llega la Revolución Francesa, y Chambord, sale relativamente ileso de los saqueos revolucionarios, sólo es objeto de pillaje el mobiliario que acaba subastado. El castillo continúa abandonado a su suerte hasta que Napoleón decide regalárselo al Mariscal Berthier, en agradecimiento a los servicios prestados.

El mariscal decide bautizarlo como "Principado de Wagram" en memoria de la batalla ganada con el mismo nombre, aunque apenas llega a vivir en el castillo. Tras su muerte, su viuda solicita autorización al estado para venderlo. El castillo se pone a la venta y en 1821 muchos franceses se apuntan a una suscripción nacional para comprar el castillo y el parque para regalárselo al Duque de Burdeos, nieto del rey Carlos X y futuro conde de Chambord. Y que según muchos podría reinar con el nombre de Enrique V. Pero los acontecimientos políticos le llevaron a exiliarse y nunca pudo residir en el castillo. Lo conoció en 1871, en una corta visita de tres días durante la que redactó el "Manifiesto" en el que renunciaba a la corona pero no aceptaba la bandera tricolor surgida de la Revolución. Aunque no pudiese pisar el castillo nunca dejó de atender su mantenimiento y el del parque, para ello nombró a un administrador que lo rehabilitó y lo abrió al público. Cuando en 1833 el conde murió, el castillo pasó a manos de los príncipes de Borbón-Parma, sus sobrinos. En 1915 fue confiscado por el estado pues los herederos eran austríacos, y no podían permitir que un emblema como Chambord acabará en unas manos que no fueran francesas. El estado acabaría comprándolo en 1930 para restaurarlo y ponerlo a disposición del pueblo francés.

Ahora hablemos un poco del castillo, cuya arquitectura es una mezcla de la arquitectura medieval francesa, con unos toques del Renacimiento italiano. La sólida torre del homenaje se encuentra encerrada entre cuatro torreones esquineros, con una balconada en voladizo y un camino de ronda que recuerda a las fortalezas medievales, así como las murallas y los fosos de agua.
La planta maciza y simétrica de la torre del homenaje, la ubicación de la doble escalera de caracol la que está en el interior se dice que al parecer fue diseñada por Leonardo da Vinci, está hecha de tal manera que las personas que suben y bajan no puedan encontrarse. Nos encontramos en el núcleo del castillo, la torre con linterna mide 32 metros y está sustentada por arcos arbotantes. La sala de armas se utilizaba para bailes reales y representaciones, los techos abovedados están profusamente decorados. En esta parte se encuentran los aposentos del Rey Sol. También está el Cabinet de Francisco I, situado en la torre exterior norte, fue convertido en oratorio en el siglo XVIII cuando la reina Catalina Opalinska, la suegra de Luís XV y esposa del exiliado rey de Polonia, decidió que necesitaba un lugar para orar. La salamandra, emblema de Francisco I, aparece por el castillo más de 700 veces y simboliza el mecenazgo del bien y la destrucción del mal. Las escalinata de Francisco I se sitúa en el patio noreste.
Antes hemos comentado que Leonardo da Vinci podría ser el autor de la Gran Escalinata, bueno más bien el ideólogo o diseñador de la misma, pues el genio falleció el 2 de mayo de 1519, por lo que no pudo dirigir la construcción de la obra. Sin embargo el plano macizo y simétrico de la torre del homenaje, la doble escalera de caracol antes mencionada, el sistema de letrinas con doble fosa de decantación y ventilación, y el sistema de estanqueidad de la terrazas sugieren que pudo inspirar la obra de Francisco I.

Chambord no es sólo el castillo, también lo son sus jardines y bosques, tan queridos por Francisco I donde practicaba la caza real. La caza y la cetrería eran en el siglo XVI el principal pasatiempo de la corte. En los vastos bosques de robles el rey cabalgaba al amanecer hasta llegar a un puesto preparado para comer, allí esperaba que apareciese algún ciervo, cuando la veía la perseguía a toda velocidad durante horas. Mientras las damas de la corte, se situaban en las terrazas del castillo para seguir com iban las cacerías. Enrique II, hijo del anterior, y Carlos IX su nieto, también les gustaba la caza, éstos incluso lo hacían andado. La caza se entendía como un arte y sus útiles se diseñaban y fabricaban con gran esmero, durante mucho tiempo fue un tema popular entre pintores, y diseñadores de tapices, cuyas obras solían decorar palacios y pabellones de caza.
Si queréis saber más sobre el Parque de Chambord, en este enlace.