“El Chavismo No Sabe Perder”
Buscando en los archivos contentivos de tanta información sobre la materia, encontré una muy interesante, se trata de la respuesta dada por el fallecido Hugo Chávez a una periodista de la cadena internacional de noticias CNN, en el marco de la realización de las elecciones presidenciales en el año 2012; lo dicho por el entonces candidato/presidente llama poderosamente la atención, pues no se corresponde con las actuaciones permanentes de los representantes y en general de la corriente oficialista, cuando de resultados electorales se trata.
Ante la pregunta de ¿Cuál era la garantía de respeto a los resultados electorales?, la respuesta fue la siguiente y cito: “La mayor garantía de reconocimiento de los resultados electorales es el pueblo, tenemos un país maduro, democrático, donde las instituciones funcionan y donde tenemos uno de los mejores sistemas electorales del mundo", así se expresó el para entonces mandatario en el Palacio de Miraflores.
Digo que llama mucho la atención, debido a que es público y notorio, que si la tendencia oficialista, liderada por el partido de gobierno gana alguna elección, sea del nivel de gobierno que sea, entonces los resultados son aceptados sin ningún tipo de inconvenientes, así sucedía en el pasado, cuando “la Revolución” era fuerte y sólida; curiosamente al pasar los años, mientras el proceso se debilita y al variar los resultados electorales producto de la decisión del pueblo, son aceptados en apariencia, pues se busca por distintos medios impedir el correcto funcionamiento de un sistema y de sus instituciones.
El mejor ejemplo de lo que les explico, lo constituye un hecho que es totalmente contradictorio, con respecto a lo afirmado por Hugo Chávez en 2012 y lo ocurrido años atrás, cuando en el mes de abril de 2009, ignorando la voluntad popular, designó a Jacqueline Farías como Jefa del recién creado "Gobierno del Distrito Capital" restándole competencias al Alcalde Mayor electo, Antonio Ledezma, quien en las elecciones regionales celebradas el 23 de noviembre de 2008, resultó electo como Alcalde Mayor del Distrito Metropolitano de Caracas con el 52,42% de los votos.
Por lo tanto, queda muy claro que para el régimen es muy fácil pasar por encima de una autoridad electa mediante el voto popular y lo hace por cualquier medio, incluso como sucede casi a diario, con el respaldo de las sentencias que rápidamente genera el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), lo que contribuye en la misión del gobierno, que se ha empeñado en sabotear cualquier posibilidad de gestión de una autoridad que no pertenezca a su tendencia política o de pensamiento.
En el mismo orden de ideas se encuentra lo que viene sucediendo a partir de que el 6 de diciembre de 2015, cuando después de 17 años, el oficialismo perdió y se modificó la correlación de fuerzas políticas en el seno de la Asamblea Nacional, que hasta esa fecha era el poder constitucional considerado como máximo exponente de la democracia participativa y de más alta representatividad del pueblo soberano; entonces ¿qué cambió?, pues simplemente que el fenómeno conocido como “Chavismo” no sabe perder y como si se tratara de un juego de niños, si no gana, arrebata, lo que es muy grave dentro complejo mundo de la institucionalidad democrática.
Con el escenario que se va desarrollando día a día en nuestra Venezuela, golpeada y deprimida por las diversas situaciones que vivimos todos, cobra fuerza el llamado a elecciones como el mecanismo idóneo de resolución de conflictos en una sociedad democráticamente normal, lo que es muy natural si los adversarios respetaran las reglas del juego y sobretodo los resultados; por lo cual es importante e incluso obligante alertar que, justamente, no estamos en circunstancias normales y los contendores mucho menos lo son.
Por el contrario, es absolutamente necesario blindar ese futuro y hasta ahora incierto proceso electoral, con todas las medidas necesarias para garantizar el correcto funcionamiento tanto de Gobernaciones como de Alcaldías en caso de que la oposición obtenga la victoria en zonas que en éste momento se encuentran, políticamente hablando, en manos del oficialismo; porque por simple sentido común ya sabemos que con cualquier argumento, sea de índole legal o no, se va a impedir que se desenvuelva con normalidad cualquier cambio de poder y los perjudicados no son otros, si no los ciudadanos.
En conclusión, aun cuando la labor de informar puede estar sujeta a algún tipo de censura, el deber de cualquier persona, consciente de que las posibilidades de que las situaciones adversas narradas efectivamente ocurran, como es mi caso, amparado en la Constitución Nacional, es el de advertir acerca del modo de actuar de quienes detentan actualmente el poder y de lo necesario que es para una nación, el correcto comportamiento de los líderes políticos, sean del gobierno o de la oposición, de cara a la colectividad, ya que la confianza y la representatividad depositadas, no tienen el carácter de ser permanentes, por el contrario, están sujetas a evaluación pública y constante, así de simple y sencillo.
Reinaldo J. Aguilera R. @raguilera68
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