El origen de El chico de la bicicleta se remonta a 2002, cuando viajamos a Tokyo para presentar El hijo. Tras la proyección, que tuvo lugar en el marco de un debate sobre la abolición de la pena de muerte, una jueza nos contó la historia de un chico huérfano de madre y abandonado por su padre, que nunca cumplió la promesa de volver para recuperarlo. Ya mayor de edad, este niño convertido en adolescente pudo irse del instituto donde había crecido. Lo primero que hizo fue cometer un asesinato. Tuvimos ganas de contar esta historia con un final diferente. Por eso imaginamos el personaje interpretado por Cécile De France, que calma la terrible experiencia de abandono. Nos preguntamos entonces: ¿es posible o no cambiar vivencias como éstas?”
Estas palabras de Luc y Jean-Pierre Dardenne nos retrotraen a la clase magistral que los hermanos cineastas ofrecieron siete meses atrás en la Ciudad de Buenos Aires, antes del preestreno de su largometraje más reciente. Tal como anunciado en ese entonces, Le gamin au vélo llega a nuestras salas a mediados de 2012: la fecha precisa es hoy jueves 5 de julio. Fieles a sí mismos, los realizadores belgas vuelven a situarse (y a situarnos) más cerca de los interrogantes que de las respuestas.
La nueva película comparte con su antecesora El hijo la preocupación por los jóvenes excluídos, que algunos adultos consideran criminales en potencia, y por lo tanto merecedores de la mano dura más despiadada. Por lo pronto, ambos films dardennianos abordan esta problemática en contra de los prejuicios alimentados por la criminología mediática.
“Sobriedad” es el término que mejor define el guión de Le gamin…, así como el de sus antecesoras. Esto no equivale, sin embargo, a frialdad. De hecho los espectadores enseguida habitamos la piel de Cyril Catoul: sentimos la angustia, desesperación, bronca de un niño de once años abandonado no sólo por su padre sino por gran parte de los mayores que lo rodean.
En este sentido impresionan la enorme capacidad expresiva (y aeróbica) de Thomas Doret, y la relación actoral que establece con la co-protagónica Cécile De France. Por supuesto, también cabe elogiar la intervención de Jérémie Renier (a quien vimos por última vez en Elefante blanco) y celebrar el casi cameo del camaleónico Olivier Gourmet.
Durante la clase magistral que tuvo lugar a fines del año pasado, Luc y Jean-Pierre Dardenne negaron que el cine tuviera la capacidad de cambiar el mundo. “En cambio sí pensamos que el encuentro con la pantalla grande enriquece nuestra comprensión de la realidad”, sostuvieron.
Sin dudas, El chico de la bicicleta confirma cuán sólida es esta convicción.