"El chocolate de San Ginés" - Post colaboración: Mujer después de los 40

Por Aisha
Comenzamos el año, y vuelven los post colaboración. Comienzan de nuevo las rondas y este mes le toca escribir a Cristina, de Mujer después de los 40.
Como ya os comenté la vez anterior, en su blog trata diferentes temas desde el punto de vista de una mujer que ya ha cumplido los 40. Pero sus posts son muy variados y sirven para cualquier edad. Sean los de moda, como los de actualidad, como los de historia. Todo ameno, interesante... y engancha leerla.
Este mes nos trae un relato corto que cuando lo leí... me quedé con ganas de más!!
Y ahora sin más dilación os dejo con Cristina de Mujer después de los 40.... Gracias Cristina!!!


Relato en la cocina... "El chocolate de San Ginés."Era incapaz de mantener la calma mientras veía como la leche llegaba a su punto exacto de ebullición. Golpeaba los dedos en cascada sobre la encimera cuando se dio cuenta de que había olvidado añadir las especias. Cesó aquel rítmico y adictivo movimiento y añadió al cazo, un clavo, dos granos de pimienta de Jamaica, un pellizco de nuez moscada y una rama de canela.Miraba el reloj sin parar, como si ella misma pudiese empujar esas manecillas y conseguir así que tiempo avanzase más deprisa. No era sólo impaciencia que sentía, era la espera de toda una vida la que se fundiría en esa taza de chocolate caliente.¡Qué recuerdos, qué tiempos rememoraba en ella aquella receta! Apagó el fuego y lo dejó reposar. Se sentó junto a la ventana y, mientras rallaba el chocolate se vio caminado por la Gran Vía veinte años atrás.
— ¡No corras Trini que me vas a dejar sin aliento!— Gritó consumiendo el poco aliento que aún conservaba.
— ¡Vamos protestona, que luego nos quedamos sin mesa!— Respondió Alejandra mientras sonreía con esa expresión tan franca y radiante que la caracterizaba.

Llegaron a San Gines en un suspiro, lo mismo que tardó su amiga en buscar una buena mesa cerca de la entrada. Esa mañana lucía el sol con fuerza y podían permitirse sentarse en la terraza situada en el pasaje de San Gines que daba nombre a la chocolatería. Un literario café que Valle-Inclan inmortalizó en “Luces de Bohemia”, en el que hacían el mejor chocolate con churros de la ciudad. Ese aire decimonónico, su castiza entrada, las mesas de mármol blanco, los brillantes azulejos que recubrían el mostrador y ese olor nada más entrar que activaba el paladar del más exigente. Era su particular templo del chocolate caliente, su parada obligada cada vez que visitaban la Puerta del Sol.Sus ojos se cubrieron de vívidas lágrimas que le hablaban de esos tiempos y lugares que ya no regresarían. Volvió a llevar la leche a ebullición con un fuego suave y cuando comenzó a hervir retiró la rama de canela y el clavo.Se limpió aquellos restos de nostalgia y sonrío. No debía mirar hacia atrás, sino disfrutar la nueva oportunidad que la vida le concedía. Porque el pasado se tejió de mentiras, traición y despedidas, para separarlas, cuando esa era una opción que jamás contemplaron ninguna de las dos. Por eso aquella llamada de Alejandra le había brindado una nueva esperanza, no importaba de quien fue la culpa, ni siquiera los hechos en sí tenían transcendencia alguna ya. Las Moiras del destino traían a su amiga de vuelta y ella la recibiría con ese sabor, esa alquimia que las trasladaría a aquellos tiempos felices que moraban en su corazón.Echó la mitad del chocolate y removió con cuidado, con mimo. Apagó el fuego y añadió el resto, mezclándolo bien con una cuchara de madera.El timbre sonó y notó como su corazón se aceleró. Se dirigió al telefonillo a abrir la puerta. Era ella, lo podía sentir. Miró las tazas sobre la mesa camilla aguardando aquel chocolate caliente de San Gines, únicamente tenía que servirlo y disfrutar de él como cuando la vida era sencilla y no había que preocuparse de nada más.




Un saludo


Cristina