“EL CIELO ES AZUL, LA TIERRA BLANCA” de Hiromi Kawakami, una historia de amor atípica y original difícil de olvidar.

Publicado el 27 marzo 2018 por Marianleemaslibros

“-¿Estoy soñando, maestro? -le pregunté.

-Sí, es probable. Podría ser un sueño -me respondió con aire divertido.

-¿Cuándo me despertaré?

-Quién sabe.

-Yo no quiero despertarme.

-Pero si es un sueño, tarde o temprano te despertarás. 

-No quiero despertar -repetí. 
-Yo tampoco -dijo él”Un profesor de lengua japonesa jubilado y una antigua alumna suya coinciden por casualidad en una taberna después de mucho tiempo. Se sorprenden al comprobar que han pedido los mismos aperitivos: chalota salada, atún con soja fermentada y raíz de loto salteada.
Ambos están solos y entablan conversación, a partir de ese momento desean verse, continuamente se buscan y a veces se encuentran, porque saben donde buscarse, donde encontrarse.
¿Por qué no conseguía sentirme a gusto conmigo misma si estaba acostumbrada a estar sola? Pronto me cansé de viajar sin rumbo. Como tampoco podía salir a pasear junto al río al atardecer me quedaba en casa, holgazaneando y preguntándome si mi vida estaba siendo tan agradable como creía. Divertida. Dolorosa. Agradable. Dulce. Amarga. Salada. Cosquillosa. Picante. Fría. Caliente. Tibia. ¿Qué clase de vida había llevado hasta entonces?
Entre copas de sake, comidas frugales, y soledades compartidas, sus almas se van juntando y casi sin darse cuenta, sienten que se necesitan, se desean. Pero todo sucede despacio, sin prisas, y siempre con la persistente sombra de la gran diferencia de edad (casi treinta años) que les separa cerniéndose sobre sus cabezas, como una especie de agorero trasfondo.
¿Tendrá futuro la curiosa relación surgida entre el anciano Maestro y la treintañera Tsukiko? Hiromi Kawakami (Tokio, Japón, 1 de abril de 1958) es una de las escritoras más populares de Japón. Estudió Ciencias naturales en la Universidad de Ochanomizu y fue profesora de Biología hasta que en 1994 apareció su primera novela ("Kamisama").
Sus libros han recibido los más reputados premios literarios, que la han convertido en una de las escritoras japonesas más leídas.
En 1996 obtuvo el Premio Akutagawa por "Tread on a Snake". En 2000 obtuvo el Premio Ito Sei y el Woman Writer's por "Oboreru". En 2001 ganó el prestigioso Premio Tanizaki por la novela "El cielo es azul, la tierra blanca" (Acantilado, 2001), adaptada posteriormente al cine con gran éxito.
También se ha traducido al castellano "Algo que brilla como el mar" (Acantilado, 2010), "Abandonarse a la pasión" (Acantilado, 2011), "El señor Nakano y las mujeres" (Acantilado, 2012), "Manazuru" (Acantilado, 2006) y "Vidas frágiles, noches oscuras" (Acantilado, 2015).
Podría parecer que estamos ante la típica aventura amorosa entre un hombre mayor y una mujer mucho más joven que él, de esas que tanto nos suenan. Pero no, para nada.
Me gusta mucho la literatura japonesa, es peculiar, lo sé y seguramente no gustará a todo el mundo. Yo la describiría como un tipo de narrativa lenta, pausada, pero a la vez delicada y magnética, que se detiene de forma especial en describir la cotidianidad del día a día, en el modo de vida y costumbres de los japoneses. Además, no suele narrar grandes acontecimientos, ni contener demasiada acción, digamos que es más de sentimientos, de emociones.
Y así es también esta historia de amor, sin grandes pasiones, exacerbado romanticismo, ni pasteleo. Un amor real construido también a fuego lento, que se va volviendo cada vez más sólido y profundo.
Los dos protagonistas de la novela, el Maestro (como ella le llama siempre) y Tsukiko Omachi tampoco son de los que gritan sus sentimientos a los cuatro vientos. Están llenos de dudas, de miedos y a veces pasan temporadas sin verse, echándose de menos, pero a pesar de todo el vínculo entre ellos sigue creciendo, es imparable.
Nos encontrábamos por casualidad, paseábamos por casualidad y bebíamos sake por casualidad. Cuando le hacía una visita en su casa, me presentaba sin previo aviso. A veces estábamos un mes entero sin vernos.
También hay otros dos personajes no tan importantes que entran en juego: el tabernero Satoru que suele ser testigo de sus encuentros y de algunas de sus conversaciones y Takashi Kojima, un pretendiente de Tsukiko que insiste en iniciar una relación seria con ella. Con Kojima sale unas cuantas veces para intentar quitarse al Maestro de su cabeza, pero con ello consigue todo lo contrario, cerciorarse de lo que realmente siente por su querido profesor.
¿Qué me ha parecido? ¿Me ha gustado?
Me ha gustado mucho este pequeño y a la vez gran amor construido desde los cimientos, de sentimientos reales, y emociones que salen desde lo más profundo del corazón. Una historia que al final me ha sabido a poco, porque la novela es cortita y se lee rápido.
La prosa de la autora es elegante, pulcra, poética, está muy cuidada, por eso la recomiendo a todos los lectores que suelen disfrutar con los autores japoneses, incluso a aquellos que huyen (como yo) de las novelas rosas, románticas, de las historias cursis, porque “El cielo es azul, la tierra blanca”, es realmente otra historia.
Mi puntuación esta vez, como no podría ser de otra manera, es la máxima: