'El cielo sobre Darjeeling', de Nicole C. Vosseler

Publicado el 28 diciembre 2012 por Carm9n @Carmenyamigos

¡Hola, amig@s!
Aquí os traigo, con algo de retraso a decir verdad, la reseña de El cielo sobre Darjeeling, de Nicole C. Vosseler, una de esas novelas que suelen tener como elementos comunes el contar con protagonistas femeninos, el transportar al lector al pasado en exóticos y lejanos lugares, el incluir una historia de amor o matrimonio como punto de arranque y el tener como telón de fondo algún momento histórico y/o social de relevancia. Lo que se ha dado en llamar- el término inglés ya se ha popularizado-  Landscape novels.  
Os recuerdo la sinopsis...
Cornualles, 1876. Tras la muerte de su padre, Helen decide casarse con Ian, un misterioso extranjero, tan apasionado como rico, que le promete la felicidad en una de las primeras plantaciones de té en Darjeeling. Para ella, él es el primer hombre de su vida. Pronto la exótica India, con sus colores y sus aromas, hechiza a la joven. Pero ¿será feliz al lado de un hombre que posee un turbio pasado? ¿Dejará él algún día de parecerle un extraño? Los secretos amenazan con destruir una vida de ensueño. 

Darjeeling, India

El libro se divide en tres partes, cada una con los nombres de sus protagonistas: Helena, Winston y Sitara, Ian y un pequeño epílogo. En la primera parte, la centrada en Helena, conoceremos las circunstancias que la obligarán a aceptar la propuesta de matrimonio y alejarse de Cornualles para irse a Darjeeling, a India- un país que le es totalmente ajeno- con Ian, su frío y atormentado marido, y su hermano pequeño Jason. India, sus costumbres, sus gentes, sus olores y colores, el mundo del té irán poco a poco cautivándola pero la ansiada felicidad no acaba de llegar, sigue habiendo recovecos, oscuros secretos por contar...
"Él la llevó con delicadeza hasta uno de los gruesos cojines, se sentó con las piernas cruzadas en otro, a su lado, y, mientras Yasmina servía el té recién hecho y humeante en sus tazas, comenzó el relato." 

Mujeres limpiando hojas de te, Darjeeling (siglo XIX)

Y da comienzo así a la segunda parte, en la que que se descubrirá el misterioso pasado de uno de los personajes.  En esta narración, como si de una historia de las mil y una noches se tratase, nos encontraremos suntuosos palacios con secretos pasajes, y bellas princesas y un amor imposible y una huida y muerte y venganza y... Una narración que no da tregua, llena de acción- Rajputana, Kangra, Delhi- y que nos llevaré hasta un final... que no será tal, sino una vuelta al punto de partida. Y quisiera destacar aquí un personaje que comienza siendo un secundario pero que se convertirá en fundamental, en el nexo de unión entre las dos historias, entre el presente y el pasado, Mohan
Finalmente la tercera parte y el epílogo darán cierre a una trama interesante y cautivadora- quizá los momentos románticos son los que menos me atraen y creo que podían ser tranquilamente eliminados sin menoscabo en el interés de la trama- que tiene como telón de fondo la dura colonización de India- dura y cruel como cualquier otro intento de civilización que esconde tan solo ansias de poder e intereses económicos- que el British Empire estaba llevando a cabo bajo el reinado de Su Graciosa Majestad, la Reina Victoria. God Save The Queen... o no. 

Bulliciosa calle de Delhi en el siglo XIX

El cielo sobre Darjeeling, con sus cerca de 600 páginas, se lee con mucha facilidad. Su lectura es ágil, muy agradable, con un lenguaje descriptivo que envuelve, rico en matices, que hace apreciar, percibir los aromas y colores de ese paisaje exótico en el que se mueven los personajes. Un lenguaje que permite soñar. Un lenguaje que transporta a otro lugar y a otro momento lejanos, irrecuperables, y que es uno de los mayores encantos del libro. 
"El ajetreo de las calles se colaba en la callejuelas tortuosas, y por las peligrosísimas escaleras. Hombres y mujeres, niños y ancianos, engalanados con plata y oro, envueltos en seda o en algodón limpio de colores vivos, sucios, piojosos, harapientos, rebosantes de vitalidad y dedicándose a su actividad diaria o al callejeo, caminando un pie tras otro, muertos de cansancio, sentados en una esquina. Músicos callejeros, vendedores, mendigos, putas; plateros que con mirada ausente mastican alguna hierba o bebían té mientras esperaban al siguiente cliente; artesanos concentrados en su trabajo, fabricando zapatos, martilleando el metal, tejiendo telas; el olor penetrante a pintura, cuero y orina emanaba de las tinas de los curtidores y tintoreros. Olía a sudor, a polvo, a excrementos, a madera recién cortada y las brasas recientes, a curry y pimienta y nuez moscada, a palo de rosa y canela, a piedra húmeda y, acto seguido, a piedra abrasada por el sol, a frutos secos tostados y a sangre de animales sacrificados. A podredumbre, a muerte, a agua limpia y a hierba y a la vegetación de los árboles en los innumerables baghs, a arroz cocido y a chispas de hierro forjado."
Embriagador, ¿no creéis?
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¡Gracias por vuestros comentarios!...

Marcapáginas 171