Pues parece que sí, que no mola eso de que los rojos se dediquen a escribir y a defender cosas que mejor dejamos calladas, ahogadas en un tintero sucio. El diario Público ha cerrado su edición impresa. Algunos críticos de esos que no aguantan a la izquierda han sido algo elegantes, otros han sido repugnantes. Lo cual no me sorprende. En este país de extremos, donde estás conmigo o contra mí, no hay ya nada que nos salve de la más profunda de las fracturas. Y hemos perdido la última voz crítica (que, dicho sea de paso, tenía la mejor sección de ciencias que he visto en mucho tiempo, con un magnífico equipo detrás). En este país estamos tristemente divididos. Estamos tristemente calcinados. Y como no dejemos que corra el aire acabaremos tristemente podridos.