Y si bien la imagen aquí reproducida responde a La casa de las dagas voladoras (2004), y podía haber puesto también otra imagen de la peculiar y espectacular Hero (2002; sobre la que he pensado y escrito algunas ideas quizá no ortodoxas), quería en realidad mencionar Tigre y dragón (2000), la película en la que Ziyi Zhang también actúa, pero que tuvo un éxito de taquilla ($128) sin precedentes en Estados Unidos, cosa que también sucedió en no pocos países occidentales.
Pero no se trata de meras cuestiones mercantiles, porque la política y el gobierno chino tienen mucho interés en el cine. No han olvidado que la ideología comunista siempre apostó y sigue apostando por el cine para la "construcción del socialismo" desde los años 20 del siglo pasado y no sólo en la Unión Soviética, sino en países y culturas de todo el mundo.
Ahora desde China parece que se trata de difundir en todo el mundo las ideas y estilos de vida hoy dominantes en China, sin mencionar explícitamente sus raigambres en el "realismo socialista": cuenta sobre todo lograr difundir el "China Way of Life", al modo en que el American Way of Life ha conquistado el imaginario de gentes de todos los rincones del mundo gracias a Hollywood, al cine y la televisión.
Y como sucede que los políticos y empresarios chinos saben perfectamente que el cine producido en China y destinado a su mercando interno no interesa ni cala entre los espectadores de otros países, han decidido estudiar modos y maneras de "occidentalizar" sus historias, al estilo de La casa de las dagas voladoras, Hero o Tigre y dragón.
El gobierno central y el Partido Comunista chino está interesado en dar un fuerte impulso al ejercicio del llamado “soft power” (la capacidad de influir en el mundo con medios no militares) y en concreto a través de la cultura ofrecida por las historias que cuente su cine. En este sentido el gobierno está firmemente dispuesto a controlar los guiones que llegan a ser producidos, más que las mismas cuestiones de producción.
Y para eso estás las milenarias historias y cuentos chinos por una parte, dispuestos a ser contados según la ideología gubernamental; y por otra parte, los estilos narrativos, dramáticos y de producción hollywoodianos, dispuestos a ser compartidos con la industria de Hollywood o a ser directamente copiados.
Desde un punto de vista industrial, un mercado de espectadores como el que China ofrece resulta algo que Hollywood no puede despreciar. E incluso está dispuesto a aceptar las sugerencias de los censores chinos y eliminar lo que les disguste e introducir tramas secundarias que les gusten, como recientemente han hecho con “Iron Man 3” o “Pacific Rim”.
La conquista del imaginario global por parte de un acuerdo entre las industrias (y en último término los poderes) de China y Estados Unidos no es un panorama halagueño para nadie...
El cine y la televisión entendidos como "soft power" cultural desde luego que no es poder militar, pero parece un poder ideológico altamente belicoso e invasivo. Si no para los territorios geográficos, sí para las mentalidades de las personas.