Revista Cine

El cine de Jean-Pierre Jeunet: la ciudad de los niños perdidos. La estética por la estética.

Publicado el 25 diciembre 2011 por Jongs @JonGS
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La cuestión que trasciende tras ver “La ciudad de los niños perdidos” (Jean-Pierre Jeunet, Marc Caro, 1995) es si la técnica, el preciosismo artístico, y el universo propio del director de Delicatessen (1991) y Amelie(2001) es suficiente para no considerarla una trampa efectista que deja en segundo plano el guión y la construcción de los personajes.

La historia gira entorno a Krank (Daniel Emilfork), un ser maléfico que vive en una plataforma en medio del mar, y su incapacidad para poder soñar. Ante este problema se dedica a enviar a sus secuaces a la ciudad para robar niños y poder disponer de una transfusión de sueños que le permita detener su vejez. Uno de los niños desaparecidos será Denree (Joseph Lucien), hermano de One (Ron Perlman), un forzudo que trabaja en una feria ambulante demostrando sus cualidades de escapista. La desaparición de Denree será el inicio de la búsqueda de One por llegar hasta el maléfico Krank y salvar a su hermano pequeño, para lo que contará con la ayuda de Miette (Judith Vittet) una niña de la calle que se solidariza con One y del que más tarde se enamorará. La película la completan una serie de extravagantes personajes que conforman la familia del malvado Krank: Irvin, un cerebro que vive en un acuario, padece migrañas, y actúa como consejero (voz de Jean-Louis Trintignant); una serie de hermanos clónicos que padecen la enfermedad del sueño (interpretados todos ellos por Dominique Pinon), una enana que se supone la mujer de Krank… si no tienes suficiente también están las hermanas Octopus, las cuales gestionan un orfanato y obligan a los niños a robar para ellas, los cíclopes que se dedican a robar niños, etc..

Todos los personajes descritos anteriormente son situados en unos escenarios con una estética en la que podemos encontrar influencias que van desde el llamado steampunk a el universo propio de Julio Verne o H.G Wells. También hay curiosas similitudes entre una escena en la que los cíclopes están reunidos en una especie de anfiteatro retrofuturista y el famoso comercial “1984” de Apple Computers.

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Sin embargo este gran trabajo artístico es empañado por el aburrimiento, el pesado ritmo de la película y unos personajes que salvo Miette son totalmente planos. Y es esta niña lo más brillante de esta película junto al gran trabajo de Angelo Badalamenti en la banda sonora, un valor seguro. Sin embargo, algunas veces la alegría de descubrir a una actriz interesante, en este caso Judith Vitett, se desvanece cuando tras investigar en IMDB comprobamos que dejo de ser actriz allá por 1.997 y ahora trabaja en el departamento de vestuario.


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