Sidney Lumet siempre será recordado por 12 Angry Men (1924-2011) pero el recientemente fallecido director nos dejo muchas películas de gran categoría y con actuaciones que ayudaron a consolidar la carrera de algunos de los mejores actores como es el caso de Al Pacino en Serpico (1973). La película esta construida sobre el guión adaptado del libro de mismo título publicado por Peter Maas, biógrafo oficial de Frank Serpico, un honesto oficial del Departamento de Policía de Nueva York al que le tocó luchar contra la corrupción que impregnaba tanto a policías de baja escala como a lo más altos mandatarios pasando por la oficina del alcalde.
La película comienza con la noticia de que Serpico ha resultado herido y esta siendo trasladado al hospital. Veremos por primera vez al protagonista en un estado de semiinconsciencia que dará paso a un flashback que durará todo el metraje hasta que volvemos a recuperar la escena inicial.
Serpico, perfecto barbilampiño el día que se gradúa como policía, empezará a causar suspicacias entre sus compañeros por su distanciamiento de los habituales abusos de sus compañeros de profesión. Serpico, quiere estar en la calle y prefiere vestir de incógnito que con uniforme, se convierte en un hippy con barba y sombrero en medio de agentes uniformados, lo que provocará algún momento de peligro en un tiroteo en el que hace creer a sus compañeros que es uno de los delincuentes. En algunos momentos es difícil diferenciar si el actor es Al Pacino o el Bruce Springsteen de Born to Run (1975).
La pasión con la que Serpico se involucra en su lucha contra el abuso de poder le hace un personaje inestable psicológicamente en sus relaciones sentimentales lo que le hará perder a Laurie (Barbara Eda-Young), la mujer que tenía planes de casarse con él. De una forma superficial somos testigos de el retrato de una época en la que comienzan a ser habituales las relaciones esporádicas y es visible un nuevo rol de la mujer en la sociedad.
Aunque la película esta dirigida soberbiamente y a las actuaciones no se les puede pedir más, la película es bastante previsible y quizás hoy en día nos parezca un género y un tema (la corrupción policial) que necesite de algo más que los ingredientes que nos presenta Serpico. Es necesario situar a la película en un contexto de gran actividad política y social estadounidense en plena efervescencia del caso Watergate que acabaría con la renuncia del presidente Nixon un año después del estreno de Serpico. Por otro lado, y aunque la película sea más un ensalzamiento de los valores éticos personales es de agradecer la actitud de denuncia de Sidney Lumet ante los abusos que se cometen desde posiciones de poder.