Esta semana en el ciclo "Tu película favorita" del canal Volver, me crucé con esta maravilla de film; y debo decir que si antes me gustaba ahora la adoro. Es que hay películas que nos llegan o se nos repiten en momentos claves de nuestra vida y esta es una de ellas. Fue en este revisionado donde más jugo pude sacar de sus escenas, sus actuaciones y su magnífico, acertado y natural guión.
Decir que estuvo nominada al Oscar el año de su lanzamiento (junto a mi otra adoración, Amelie), que tiene uno de los repartos más inmensos que uno puede pensar, que tiene una sabia y balanceada mezcla entre comedia y drama, que fue el bofetón que llevó el nombre "Campanella" a resonar por doquier, es no describirla casi nada a pesar de semejante currículum.
El hijo de la novia es uno de esos films que te pintan de arriba abajo en alguno de sus pesonajes. Uno puede ser el abombado y ciego Darín que no tiene ni idea de lo que es 'vivir', cuya finalidad existencial está totalmente desenfocada; uno puede ser Alterio, un hombre enamorado hasta lo increíble, empecinado por cumplir los deseos de su amada antes de perderla para siempre; ¿quién no habrá sido alguna vez como Natalia Verbeke, mujer enamorada de una sombra?, ¿quién no se habrá sentido alguna vez totalmente solo como Eduardo Blanco, rebuscando en el pasado alguna de las relaciones más fuertes?.
Campanella es un maestro a la hora de conjugar lo criollo con lo universal. Nos pinta a nosotros los argentinos con una pluma encantadoramente regional pero sin dejar de lado a
Lo que más me ha movido del film es su forma en adiestrar sobre el significado de la vida sin poses moralistas ni pretensiosamente forzadas. Acaso cuando Rafael lee ese poema que ha escrito su hija ¿no se nos explica todo lo necesario?; ese poema aniñado, sencillón pero esencial, ¿no lo es todo?. Sí, muchos dirán que tiene recursos efectistas, pero ¿qué importa cuando lo que cuenta es real?, ¿cuando se dan parlamentos como este?
‘Pero, ¿qué le va a decir? ¿Qué le va a hablar de discernimiento a un hombre que sigue enamorado después de 44 años? Honestamente, padre, ¿usted cree que las siete parejas que se vienen acá a casar por sábado tienen discernimiento? ¿No le da ganas, a veces, de decirles: “No chicos, tu pareja no es lo maravillosa que vos crees que es, éste tiene una cara de chanta infernal, ella no va a ser tan comprensiva dentro de tres años”. ¿Por qué no me pidieron discernimiento a mí cuando me casé? ¿Sabe la mala sangre que me hubiera ahorrado? No, cuando me casé, totalmente víctima del amor, algo que ustedes trafican hace dos mil años, me recibieron con los brazos abiertos. Diez años después, ya totalmente en mis cabales y con un discernimiento espantoso, me quiero separar y me dicen: “¡No, ahora no se puede!” ¡Por favor, padre, ahora resulta que para ser católico hay que razonar! Mi mamá no razonaba cuando la bautizaron, pero en ese momento no importó, había que aumentar la clientela, ¿no?. El primero te lo regalan, el segundo te lo venden y después se borran.’
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