Biden-Harris y Obama no son amigos de la libertad de Cuba. Sólo hay que preguntar a los afganos.
Alejandro Mayorkas, secretario de Seguridad Nacional, visitó Miami el jueves 19 de agosto y se reunió con un grupo de cubanoamericanos. El propósito concreto era seguir dando animación al circo cubano de Joe Biden. Uno pensaría que Afganistán habría, al menos por un breve período, avergonzado a cualquier Gobierno americano responsable de uno de los mayores actos de deshonra en la historia registrada, de hacer propuestas públicas de atención a las naciones cautivas.
"La Administración Biden se solidariza con el pueblo cubano y su reclamo de libertad", tuiteó Mayorkas. El co-arquitecto de origen cubano del esquema de acercamiento Castro-Obama, añadió: "Me uno a @POTUS en nuestro compromiso de hacer responsable al régimen cubano, apoyar al pueblo cubano y asegurar que los cubanoamericanos sigan siendo un socio vital en nuestros esfuerzos". Si bien uno puede entender por qué Biden tiene interés de pedigüeñería electoral en el tercer estado más grande y el más clave del país, ¿por qué cualquier cubano-americano que dice preocuparse genuinamente por la libertad de Cuba, se dejaría utilizar por una administración que claramente está haciendo las paces para permitir que la dictadura castrocomunista sobreviva a su mayor amenaza en décadas?
Los que apostaron por una ampliación de la distensión Castro-Obama con el ascenso de la candidatura del Partido Demócrata Biden-Harris, están viendo sus probabilidades muy mejoradas. Los tres diplomáticos más influyentes de Obama que negociaron el acuerdo secreto para restablecer los lazos con Cuba comunista, fueron Ben Rhodes, Ricardo Zúñiga y Mayorkas. El 3 de agosto, Julie Chung fue sustituida por Zúñiga como subsecretaria de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental. La liberación de la red convicta de espionaje castrista, un requisito del régimen marxista, que cumplía condena, entre otras cosas, por el asesinato de ciudadanos americanos y de un ciudadano extranjero.
La noción de una "Internet libre" patrocinada por Estados Unidos para todos los cubanos sin que el régimen castrista se beneficie, uno de los alabados objetivos de los grupos de estudio de Biden para formular la política reactiva de Estados Unidos ante el levantamiento cubano del 11 de julio y la brutal represión en curso, parece haber chocado con el muro totalitario del comunismo cubano y la falta de voluntad del gobierno de Estados Unidos. ETECSA, el monopolio estatal de comunicaciones de Cuba, que forma parte del emporio comercial militar GAESA, seguirá siendo el mecanismo de distribución de Internet en la Isla. No se trata sólo de la entrada de divisas. Para el régimen castrista, también se trata de control.
La dictadura comunista de La Habana no deja nada al azar. Además de dejar claro que el sistema ETECSA, de origen chino, seguirá siendo el proveedor monopólico de internet en Cuba, codificó en su legalismo socialista el 17 de agosto la criminalización expresa de transmitir e informar noticias desde el interior de Cuba con el Decreto-Ley 35. El régimen tiránico cubano pretende castigar con penas de cárcel cualquier publicación de noticias que la dictadura socialista considere que puede amenazar su existencia e "incitar a movilizaciones u otros actos que alteren el orden público."
Así como Obama mantuvo negociaciones secretas con el castrocomunismo durante meses antes del anuncio formal de la nueva política de distensión en 2014, el Gobierno de Biden-Harris está trabajando en su marca de un curso de "acercamiento". Esa será su respuesta al heroico levantamiento cubano. Esto no debería sorprender a nadie. Sentarse con los representantes americanos de este vergonzoso curso de coexistencia, que sólo retrasará el curso de liberación de Cuba, es algo de lo que los cubanoamericanos no deberían formar parte. Biden-Harris y Obama no son amigos de la libertad de Cuba. Sólo hay que preguntar a los afganos.