El Círculo de Viena es una variante afín al neopositivismo radical, llamado también “empirismo lógico”. Sus componentes desarrollaron una línea de reflexión paralela a la del primer Wittgenstein, con el que mantuvieron ciertas líneas de conexión. También hay conexión con Russell y sus discípulos de Cambridge. El Principia Mathematica de Russell es una de las principales fuentes de influencia sobre los positivistas lógicos vieneses.
La influencia de Wittgenstein sobre el Círculo se fundamenta en el Tractatus, pero dado el especial sentido de esta obra (lo que no se ha dicho es lo importante), parece obvio que los componentes del Círculo resbalaron sobre Wittgenstein sin enterarse, puesto que trataron sólo la parte logicista del Tractatus, su doctrina de la proposición, dejando al margen todo el contexto no analítico que subyace, esa última parte en la que se pide echar a tierra la escalera, de manera que se fracciona el sentido de esta obra cuando en realidad Wittgenstein pretende la contemplación del mundo como un todo (Sádaba, pág. 21). Hay una gran distancia entre los intereses de Wittgenstein y los de los vieneses.
Russell (en La filosofía del atomismo lógico) contribuye a esta fragmentación, al asumir sólo el atomismo lógico del primer Wittgenstein. Le siguen Carnap (La construcción lógica del mundo) y Ayer (Lenguaje, verdad y lógica).
El grupo lo forman originalmente:
Moritz Schlick, que es el fundador de la corriente.
Otto Neurath
Rudolf Carnap
Hans Hahn
Se forma en 1925 alrededor de la figura de Moritz Schlick, discípulo a su vez de Ernst Mach. Se trata de pensadores con formación matemática o científica, lo que condicionará su orientación filosófica. En 1930 publican la revista Erkentnis, su órgano oficial, editado por Carnap (Viena) y Reichenbach (Berlín). No obstante, la publicación más emblemática del grupo es La concepción científica del mundo: el Círculo de Viena (1929), redactado principalmente por Neurath, Carnap y Hans Hahn, pero también contribuyen autores ajenos al Círculo, como Popper. Está dedicado a Moritz Schlick y, por ello, según Ayer, contiene ciertas concesiones al fenomenalismo (verificacionismo) de éste que no todos los miembros del Círculo comparten, como es el caso de Carnap; a lo que se suman elementos derivados del primer Wittgenstein:
- Toda afirmación científica ha de poder reducirse a una afirmación sobre lo dado.
- Todo concepto ha de poder reducirse a conceptos de experiencias y cualidades de la psique individual (datos de los sentidos y sensaciones internas, pensamientos, etc.).
- Una descripción científica puede contener sólo la estructura (forma de orden) de los objetos, no su esencia o contenido.
- Las cualidades captadas por los sentidos son apariencias, no conocimiento.
- Hay dos formas de lenguaje: el modo formal y el material o natural. Este último, determinado por la gramática, nos lleva a creer que se refiere a la realidad; sin embargo, un análisis lógico nos permite traducir este modo material al modo formal, descubriendo que lo que estamos realizando son una meras relaciones lógico-sintácticas. Eso mismo ocurre con la metafísica.
- La metafísica carece, pues, de sentido, son pseudoproposiciones porque es lógicamente imposible verificarlas o falsearlas. Ocurre que estas proposiciones pretenden decir algo sobre la realidad, pero sólo parecen referirse a la realidad.
- No hay discurso filosófico por encima de los diversos campos de la ciencia empírica. Lo primordial en la filosofía es el análisis lógico del lenguaje.
- Sólo hay tres tipos de proposiciones:
- Proposiciones empíricas (descripciones), es decir, aquellas que pueden verse verificadas o falseadas por la experiencia.
- Las proposiciones lógicas y matemáticas son tautológicas (necesarias), es decir, verdades analíticas (a priori). La idea de una proposición aposteriori necesariamente verdadera no tiene sentido, dado que estas proposiciones son empíricamente vacías.
- Contradicciones (proposiciones que son necesariamente falsas, a priori, dado que violan las reglas del lenguaje lógico.
- El significado de una proposición es su método de verificación.
Al final del manifiesto se enumeran los componentes del Círculo:
Moritz Schlick
Rudolf Carnap
Otto Neurath
Marcel Natkin
Theodor Radakovic
F. Waismann
Kurt Gödel: desde el propio Círculo de Viena se le considera simpatizante, aunque se pertenencia al grupo no es del todo clara. Asistió regularmente a las reuniones entre 1932 y 1933. La relación del autor con el Círculo está marcada por el teorema que prueba que la aritmética no es un sistema lógico completo. No es un resultado incompatible con los postulados del Círculo sobre los sistemas deductivos (tautologías), pero sí crea algunas dificultades. La relación con el grupo se complica a partir de 1940, en que Gödel manifiesta un realismo platónico frente al empirismo del Círculo
Hans Hahn
Karl Menger
Olga Hahn-Neurath (segunda mujer de Neurath y hermana de Hans Hahn)
El futuro del Círculo de Viena estuvo marcado por los acontecimientos políticos europeos a partir de 1933. Neurath tuvo que exiliarse, Schlick fue asesinado por un alumno demente en Viena, en 1936. La Anexión de Austria por la Alemania nazi en 1938 provocó una mayor dispersión del grupo por países como Estados Unidos, Gran Bretaña, Bélgica y Holanda, donde se estableció Neurath y desde allí dirigió la revista del Círculo.
Asociados posteriores al Círculo de Viena fueron:
A. J. Ayer, gran difusor de las ideas del grupo
W. V. Quine, más crítico, considera que no se puede captar el mundo desde fuera de un marco teórico o lingüístico. Nuestros juicios sobre lo que hay están siempre dispuestos en una teoría. Podemos sustituir una teoría por otra, pero no podemos despojarnos de una vez por todas de la teoría y ver el mundo de una forma incontaminada por alguna concepción previa de él.
Charles Morris
Alfred Tarski
Jörgensen
Ernest Nagel, encargado de la publicación de la Enciclopedia Internacional de la Ciencia Unificada.
Otros asociados al Círculo de Viena son:
Nelson Goodman
C. I. Lewis: introduce el concepto de qualia, es decir, un conjunto de cualidades cuya aprehensión es lógicamente anterior a la percepción de los objetos físicos, pues ningún objeto físico puede ser percibido si no se ha observado la presentación de alguna de sus cualidades. En otros aspectos sigue la línea analítica de Wittgenstein: la verdad de las proposiciones a priori viene dada por el significado de los signos que se utilizan para expresarlas.
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FUENTE: AYER, A. J., La filosofía del siglo XX, Barcelona, Editorial Crítica, 1983.