El clásico de la semana: 'Al servicio de las damas'

Publicado el 27 febrero 2012 por Fimin

¿Antídotos para la resaca? Al menos, si es de Oscar, os ofrecemos uno. Así es, la infalible receta de hoy viene al servicio de una de las más ácidas, ingeniosas y brillantes sátiras sobre la alta sociedad americana jamás filmada, es decir, "Al servicio de las damas", una icónica screwball nominada a 7 Oscar que, por el simple hecho de no haber logrado llevarse ni tan siquiera uno allá por 1936, hoy, 75 años después, merece más que nunca ser destacada como clásico de la semana en filmin.

¿De qué va?

Una alocada chica de alta sociedad, su hermana y sus ricos amigos, están jugando a un carroñero juego de caza en el que deben recoger todo tipo de desechos, incluyendo un vagabundo. En un lugar del East River, en el que viven varias víctimas de la depresión, encuentran a Godfrey. Este curioso personaje acompaña a las hermanas hasta la fiesta, donde ofrece un animado discurso acerca de la irreverencia del juego. Tras el mismo, el vagabundo acepta trabajar como mayordomo en la casa familiar. En realidad, Godfrey esconde un secreto sobre su pasado.

¿Quién está detrás?

Gregory La Cava se distinguió como maestro de la comedia satírica y del drama más corrosivo con títulos como "La melodía de la vida", "Sucedió una vez", "La muchacha de la Quinta Avenida" o "Venus era mujer" además de, claro está, su obra cumbre, "Al servicio de las damas".

¿Quién sale?

Una de las mejores parejas cómicas de los años 30 que en el preciso momento de su estreno se divorciaban en la vida real. Son William Powell y Carole Lombard.

¿Qué es?

Un screwball comedy que encantaría a Groucho Marx.

¿Qué ofrece?

Una hilarante y desmadrada parodia sobre la banalidad de la de la ociosa jet-setnorteamericana de los 30, salpicada de magistrales gags dignos del mejor y más clásico vodevil americano, que funciona como una continua crítica al glamour burgués, al snobismo, la frivolidad y, en definitiva, a la ignorancia de los nuevos ricos. Así es como se activa esta clásica bomba de relojería y así es como hoy día sigue estallando en nuestras manos, a base de escenas memorables con las que 75 años después podemos seguir riendo a carcajada limpia tal y como lo hacía su primigenio público durante aquellos maravillosos años 30. Loca, desbocada y exagerada, sí. Marciana y divertida, también. ¿Inolvidable? por supuesto, este post es la mejor prueba de ello.