Abraham Sánchez Espinoza (@Buster_Chaplin en twitter) propone:
Después de una pelea, ya ni pez: Al final del video musical de la canción “Epic” del grupo Faith No More, luego de escuchar una de las canciones que serían claves para esa extraña fusión entre el rap y el metal, observamos cómo un pez muere lentamente al ritmo de un piano que suena como una clásica marcha fúnebre.
Quizás este sea el ejemplo más conocido de un pez muriendo ante nuestros ojos -además de que el pez es “famoso” por haber sido supuestamente robado a la cantante y ocasional actriz Björk. La muerte de un pez suele trasladarse al cine tras una usualmente histérica pelea en la cual uno de los involucrados invariablemente terminará rompiendo la pecera y dejando al pez morir en lenta agonía.
El ejemplo clásico aparece en El Séptimo Continente (Der siebente Kontinent), una de las pocas películas que justifican ser aburridas para entregar su conclusión, pues a base de repetición nos va probando la paciencia como espectadores, hasta que la familia protagonista, harta de la rutina y de la vacuidad de la sociedad en la que habitan, decide encerrarse en casa y dejarse morir, no sin antes entregarnos una histérica pelea en la cual los tres miebros de la familia comienzan a destruir todo a su alrededor, incluyendo la pecera que se hace pedazos, dejando al pez muriendo ante nuestros atónitos ojos.
Este año hemos tenidos dos ejemplos que usan la misma fórmula, aunque las películas sean completamente opuestas a la ya mencionada. El primero de ellos lo vemos en la infame Una Pareja de Tres (Serious Moonlight), donde Meg Ryan deja a su infiel esposo atado al excusado para impedirle que se fuge con su amante.
Si esto no es suficiente disparate, un ladrón entrará a la casa para luchar con Meg Ryan en una poco graciosa pelea donde también veremos una pecera ser lanzada al aire para ser destruida y dejar a nuestro pobre pez sin oxígeno, tras lo cual Meg Ryan también será amarrada en el baño para acompañar al marido. La amante de éste está a punto de llegar a la casa donde ahora se encuentra el ladrón armando la fiesta con sus amigos, mientras aquellos dos siguen amarrados en el baño. El disparate no suena mal en el papel, pero la cinta resulta realmente horrenda. Pobre pececín.
El segundo ejemplo reciente aparece en El Dilema (The dilemma), una cinta que pese a lo potencialmente ofensiva que pudiera resultar y que está dirigida por uno de los punching bags favoritos de la crítica, resulta interesante por lo bizarra que resulta, pues no es una comedia ni un drama, sino una cosa extraña que camina en medio de ambos géneros no por falta de decisión, sino de manera intencional.
Aquí el cliché aparece cuando un desesperado Vince Vaughn decide fotografiar a la esposa de su infiel amigo mientras ella se acuesta con su amante. Vaughn entra al departamento y cuando le es imposible escapar por la ventana, es descubierto por un infantil Channing Tatum, quien comienza la pelea en la cual Vaughn terminará asesinando a su pez -al de Tatum, claro.
Channing Tatum terminará llorando la muerte de su pez como un niño pequeño. Buscando vengar a su mascota, destrozará el auto de Vaugh, todo para que al final hagan las paces cuando Tatum se entera de por qué Vaugh estaba invadiendo su casa. La escena sí resulta lograda por la buena sobreinterpretación infantiloide de Tatum y el buen manejo de la comedia que tiene Vaughn aunque, bueno, hemos visto tantas veces a Vaughn en el mismo personaje que se entiende que muchos ya no lo encuentren tan gracioso.
Invariablemente la muerte del pez puede provocar disgusto en los defensores de los derechos de los animales y en casos como en la cinta de Meg Ryan también en el público, pues el pez tiene una muerte deshonrosa en una mala película.
Si va a asesinar a un pez en una histérica pelea, al menos asegúrese de que la escena tenga impacto o que su película valga la pena. Eso no le quitará de encima a los defensores de los animales o al asunto ser un cliché, pero al menos le dará al pobre pez una muerte honrosa.
Si no lo logra, pues ya ni pez.