Las tripulaciones luchaban en duras condiciones. Se enfrentaban al enemigo en un espacio reducido y frío alcanzando temperaturas de hasta 50º bajo cero, para lo que llevaban pesados e incómodos trajes de piel.
Las tripulaciones eran tan jóvenes que algunos ni se tenían que afeitar. Pilotaban cuatrimotores entes incluso de tener edad para poder conducir un automóvil o votar y la mayoría no había salido de los Estado Unidos o de su pueblo. Tal es el caso de Roy R. "Jack" Fisher, piloto del B-17 Mission Belle, que celebró su 22 cumpleaños, más de un mes después de completar su misión número 35.
Los miembros del Club de los Bastardos Afortunados tenían ciertos privilegios, como mesa reservada en los comedores, y hasta menú especial, o copas gratis en determinadas ocasiones, además de las que se cobraban con los Short Snorter, billetes de dólar o silver note, firmados por todos los miembros de una tripulación o escuadrilla y considerado un amuleto de la suerte.
Otro curioso club era el Caterpillar. A este club pertenecían los tripulantes que tras saltar del avión salvaban su vida, gracias a los paracaídas fabricados por la factoría Irving, El miembro de este club recibía un pequeño alfiler de una oruga y una tarjeta de pertenencia al Caterpillar emitidas por la empresa fabricante de los paracaídas.
Para saber más:
The Lucky Bastard Club: Letters to My Bride from the Left Seat, de Roy R. Fisher Jr.
The Lucky Bastard Club: A B-17 Pilot in Training and in Combat, 1943-45, de Eugene Fletcher
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