Estaba muy perplejo por todo lo que oía, pero seguía habiendo dudas que me comían por dentro, por lo que continué preguntando a Jesús:
-Antes dijiste “maldito símbolo”. Parece que no es sólo el contenido del símbolo lo que te enfada, sino el propio concepto de símbolo.-Hablas bien –respondió. Quizá tú seas uno de tantos que no son conscientes de que el decálogo de la Iglesia es falso e ilegítimo. -¿Falso? ¿Ilegítimo? ¡Continúa, por favor!Me obedeció diciendo lo siguiente:-Me lo temía. Muy bien, pues te diré que el segundo mandamiento del decálogo legítimo (el de La Biblia) prohibía tajantemente la idolatría. Se exhortaba a no crear y venerar becerros de oro. Pues bien, ese mandamiento fue suprimido por la Iglesia siglos más tarde.-¿Con qué objetivo? –Pregunté.-Pero vamos a ver… ¿es que eres tonto o te lo haces? ¡Para poder adorar símbolos! ¿Por qué si no?-Claro… Perdona mi ingenuidad. -¿¿Tú crees que alguna persona querría que se le recordase colgando de un madero?? ¡A mí ni siquiera me quitaba el sueño que me recordasen o no! ¡Me daba igual que no me venerasen! ¿Crees, si no, que yo, que intenté acabar con el sacerdocio judío, quería fundar otro nuevo? ¿Una adoración nueva? ¡Quería unir a los judíos, no crear más sectas!Contrariado, ataqué esa última frase:-Pero tú, como cristiano, deberías saber que se trataba de una nueva creencia. ¿No es así?-¡De nuevo me sorprendes con tu estrechez de miras! ¿Como narices iba yo a ser cristiano? ¿Es que acaso me seguía a mí mismo? ¡Yo soy judío! ¡JUDÍO! Los romanos lo dejaron bien claro en la inscripción que pendía sobre mi cabeza en la cruz.-Pero –dije –los romanos pusieron el INRI para mofarse de ti, ¿No es cierto? Como diciendo: “Mirad este, el rey de los judíos, ahí colgado como un vulgar capón”. Al menos, así me lo enseñaron.-Una vez más, ¡te han enseñado lo que les ha dado la gana! No pusieron el INRI para mofarse de mí, ¡yo les importaba un pito! Lo hicieron para exhibir su robusta aplicación de la ley en contra de los profetillas que daban la nota, como yo. He de decir, además, que yo observo la Ley judía en su plenitud. Y ello me prohíbe la idolatría, lo digo por lo de crear cultos nuevos. ¡El fiel mío que diga que quise crear una nueva religión está defendiendo, a su vez, que el creador de su culto es un pecador de su propia religión! ¿Me queréis como un judío revolucionario o como un “cristiano” (risas) pecador de los judíos?
Continuará el próximo sábado 21 de diciembre