Hace no mucho reseñaba (aquí) mi primer libro de este autor español tan conocido, y comentaba que no me había convencido porque, aunque la ambientación es muy buena y se nota que José Luis Corral sabe sobre lo que escribe, los personajes son muy cuadriculados, poco reales, y el ritmo se hacía lentísimo. Pues bien, en esta ocasión me ha parecido más de lo mismo aunque, eso sí, hay mucha más acción. Se agradece, sí, pero a los personajes siguen faltándoles cualidades que les hagan más reales a los ojos del lector.
Como bien se puede adivinar por el título, estamos ante una novela de ficción basada en un hecho real: el robo del Códice Calixtino el verano pasado en la catedral de Santiago de Compostela.
Diego y Patricia son una pareja argentina que se dedican al tráfico ilegal de obras de arte. Siempre han sido meros intermediarios y tasadores de obras robadas, pero un buen día reciben una llamada de un coleccionista bastante excéntrico, Jacques Roman, que les ofrece una gran cantidad de dinero por robar el Códice Calixtino. El mismo Jacques tiene toda la logística preparada y organizada; ellos solo tienen que seguir su plan…
Como imaginaréis, Diego y Patricia aceptan, y el resto ya es historia y lo podéis comprobar en la prensa.
Pero siempre nos queda la duda del propósito del ladrón, porque es una obra que no se puede vender así como así, por lo tanto el ladrón tiene que tener otro móvil más allá del beneficio económico… Entonces, ¿qué contiene el Códice? Diego y Patricia investigan al respecto y descubren que puede tratarse de una genealogía apócrifa de Jesucristo que descubre relaciones de parentesco entre él y sus apóstoles que hasta ahora nadie conocía.
Bueno, como veis, el argumento tiene todo para convertirse en un libro de acción de esos en que no puedes acabar un capítulo sin empezar el siguiente, pero en la práctica no ha sido así. Diego y Patricia, que son los protagonistas de la historia, tienen un comienzo bastante aceptable pero, a medida que avanza el libro, empiezan los diálogos poco realistas entre ellos, y también con Jacques Roman. Por ejemplo, Patricia muchas veces prácticamente interroga al multimillonario coleccionista, cuando es bastante improbable que una persona le hable de esa majera a su jefe, que además es un hombre con mucho poder. Además el lector se encuentra con demasiadas explicaciones sobre sus sentimientos, a veces muy repetitivas en el caso de Patricia, que les hace menos creíbles todavía: cuando un personaje “habla” con sus actos, no es necesario que el autor explique todo lo que le pasa por la cabeza, pero como digo, aquí son personajes muy cuadriculados y artificiales en ese sentido.
La novela está dividida en capítulos titulados con los sellos y las trompetas que se recogen en el Apocalipsis, de tal manera que Jacques Roman piensa que se están rompiendo dichos sellos y que el día del Juicio final se acerca. Pues bien, en cada capítulo trata de meter con calzador estas situaciones que, a mi parecer, no vienen a cuento y, además, se pueden interpretar de diferentes maneras. Por poner un ejemplo, el Segundo Sello habla de Un caballo rojo montado por un jinete armado con espada: la guerra, y a mi parecer en cualquier época de la humanidad podríamos pensar que se ha roto ese sello, ¿no? Como siempre hay guerra en algún lugar…
Como digo, lo único destacable es el argumento, pues se nota que el autor ha investigado y se ha entrevistado con las personas que llevan el caso de este terrible robo, ofreciendo a los lectores una idea clara de cómo los españoles tenemos nuestro patrimonio en la más absoluta desprotección (así nos va). La idea de cómo fue perpretado el robo también es muy buena pero el desarrollo de los personajes implicados deja bastante que desear.
Es un libro que no puedo recomendar porque no me ha gustado demasiado, aunque puede apetecer al lector que tenga algo de curiosidad sobre el tema.