Revista Cultura y Ocio

El código de saint-exupéry y su principito (iv) – ¿por qué dabas tanta importancia a tu rosa?

Publicado el 24 febrero 2015 por Indira @Blogracho
Autor: Blogracho
Capítulo IV: ¿POR QUÉ DABAS TANTA IMPORTANCIA A TU ROSA?
Hace millones de años que las rosas tienen espinas y hace también millones de años que los corderos, a pesar de las espinas, se comen las rosas. ¿Es que no es cosa seria averiguar por qué las rosas pierden el tiempo fabricando unas espinas que no les sirven para nada? ¿Es que no es importante la guerra de los corderos y las rosas? ¿No es esto más serio e importante que las sumas de un señor gordo y colorado? Y si yo sé de una flor única en el mundo y que no existe en ninguna parte más que en mi planeta; si yo sé que un buen día un corderillo puede aniquilarla sin darse cuenta de ello, ¿es que esto no es importante?*

El principito enrojeció - ¡ahora me es todo claro!, Pequeño Príncipe. A ti también te mataron tus sueños cuando tenías seis años, como a Antoine y como a mí.

Cuánto nos parecemos los dos. Tú no respondes nunca a las preguntas y yo no me canso nunca de hacerlas. Tú dices que no se ve bien sino con el corazón y yo tengo un corazón ciego de nacimiento. Tu querías un cordero que viva mucho tiempo y yo siempre he sentido pena por los corderos (terminan siempre sacrificados).

Y cuánto te parecías a Antoine. A él le dijeron que era lo que tenía que dejar de hacer, y a ti que era lo que tenías que hacer. ¡Pobre mi Pequeño Príncipe, cuán triste no habrás estado!... Ahora también entiendo por qué los primeros tres dibujos de Antoine no te gustaron: el cordero demasiado viejo, porque estaba destinado a morir rápido aunque su carne no fuese tierna, y tú querías un cordero que viviera por mucho tiempo porque tú sabías que tu cordero terminaría sacrificado; el otro cordero estaba enfermo, y un cordero para que sea sacrificado tiene que ser sano y joven; y el tercero, ese no era un cordero, era un carnero que se quería hacer pasar por cordero, pero a ti no es fácil de engañarte, Pequeño Príncipe, y nunca te equivocas - nunca - excepto cuando no supiste comprender a tu Rosa y huiste de ella.

Y sobre la guerra entre los corderos y las rosas ¡a mí sí me importa! Soy mujer y el destino de tu rosa no es sino que el destino de las mujeres... Cualquier cosa que hagamos, para que salga a la luz, nos cuesta como un parto de primeriza. Para nosotras todo es lento y doloroso, y aunque no sacrifiquemos y luchemos por ser reconocidas por lo que somos, por lo que valemos y por lo que hemos aportado a este mundo, habrá alguien que siempre nos agarre por las canillas y nos detenga. Por eso tenemos solo cuatro espinas, ¿sabes?; para que todo lo que hagamos en este mundo nos cueste siempre el doble. Es el precio que tenemos que pagar por ser curiosas, y bellas.

Es que simplemente hay cosas que no se pueden cambiar ¿sabes? Por mucho que ese señor gordo y colorado quiera hacer cuadrar las cuentas. Tú también perdiste la cabeza por la rosa, Pequeño Príncipe.

¿La amabas, verdad? Lo sé porque vi como te sonrojabas.

Pero tampoco te recrimines por eso - si eras demasiado joven para saber amar. En eso también nos parecemos ¿sabes? Yo también hui de mi primer gran amor imposible.

¿Por qué me estoy haciendo todas estas preguntas y escavando huecos taponados con el tiempo?

¡Y por qué este ciego no para de palpitar y se quita las vendas de una buena vez por todas!

Perdóname. Perdóname. No era mi intención herirte. Es solo que recordar estas cosas, hacen solo daño; aunque uno siempre termine por consolarse.

Yo entiendo tus preocupaciones, solo que yo no sé cómo ayudarte y ya no sé cómo explicarte que mi corazón no ve y no sabe de razones. Que lo único que es en grado de hacer son asociaciones, porque así funciona mi memoria; y que lo máximo que puede asociar son mis botas a las del gato con botas, el gato con botas al gato de Alicia, el atardecer cuarenta y tres del Pequeño Príncipe con mi atardecer cuarenta y cuatro, el cordero del principito con el cordero de Dios, la rosa del principito con María Magdalena, las estrella con el sonajero con la estrella a cinco puntas, los baobabs que son como grandes iglesias a las malas semillas que los niños tienen que recordarse de cortar cada mañana.

¿Por qué este corazón ciego de nacimiento y que no ha visto que yo he crecido me está latiendo así de fuerte? Tan fuerte, tan fuerte, que logro verlo.

¡Y lo de las semillas no lo he dicho yo! Lo dijo Antoine... ¿Con qué puedo asociar los tres baobabs?

Bom-bom, bom-bom, bom-bom - ¿Por qué dedicas tres libros a Léon Werth? Un amigo que te llevaba veintidós años de edad, que multiplicados por dos suman la edad en la que desapareciste, cuarenta y cuatro. Y si solo me sirven dos dedicatorias para llegar al número cuarenta y cuatro, qué significa la tercera - esta es una asociación desesperada - perdóname. Estoy cansada. Mi corazón ciego de nacimiento que viste rojo Valentino y que no ha podido ver que yo he crecido, me está taladrando mi espíritu. Tres baobabs, tres columnas de elefantes... ¡Santísima trinidad ayúdame! ¡Que se me está perforando el pecho y me duele! Ahiii... ¿Y si me estoy equivocando? ¿Y si no tengo que hacer asociaciones? ¿Y si Léon Werth fuese un mensaje criptado?

"No se ve bien sino con el corazón"

LÉON WERTH

En galés se traduce LEON VENTA (¡Gracias Google traductor!)

LEON VENTA

VETE NO LA

O VEN TELA

VENENO L A T

L por LETAL

A por A

T por Toine - Toine por Antoine

VENENO LETAL A TOINE

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*El Principito, Antoine de Saint-Exupéry ** Las aventuras de Alicia en el país de las Maravillas, Lewis Carroll. ** El gato con botas, Giambattista Basile, Charles Perrault, Gianfrancesco Straparola ** El código Da Vinci, Dan Brown

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