Ayer retomamos, después de un agosto caluroso, el blog infantil y hoy, no podía ser de otro modo, volvemos a este. Empieza el curso, también, para los libros de adultos y estoy segura de que será interesante y enriquecedor.
Debo reconocer que mis lecturas de estos días han sido muy tranquilas y relajadas, leyendo un único libro a la vez, paseándolo de un lado a otro y disfrutándolo con calma.
Con El cofre del alma he vuelto a esas tierras frías que tanto me gustan y he paseado las calles de Marstrand, acompañando a Karin Adler, la protagonista, mientras ella investigaba un caso en el que se las ha tenido que ver, nada más y nada menos, que con brujas.
Pues sí, porque cuando el cadáver de una mujer decapitada aparece sobre una gran piedra, junto a la fortaleza medieval de Carlsten, poco se imagina Karin hasta qué punto se van a complicar las cosas ni los lejos que debe viajar en el tiempo para que ese terrible crimen, una cabeza humana abandonada en un jardín o la difícil infancia de un niño maltratado comiencen a tener sentido en el rompecabezas de su investigación.
Me gustan las historias de brujas (que ya se sabe que haberlas, hailas), por eso, este libro tenía, además de una protagonista que me gusta, una ambientación agradable y un misterio interesante, el aliciente de que me contaran un cuento sobre alguna de ellas. Y así ha sido, no me han decepcionado en absoluto y debo decir que lo he pasado muy bien leyendo.
Además de la acción, nos encontramos con personajes ya conocidos y es una alegría saber más de ellos, pequeños detalles que nos intrigaban en la primera novela de la autora, se resuelven en las páginas de esta, satisfaciendo nuestra curiosidad y ayudándonos a conocer a la gente de Marstrand con la que, suponemos, aún pasaremos muchos ratos.
Como siempre me ocurre con la literatura policiaca nórdica, me llama la atención el carácter atribulado de muchos de ellos, su manera de resolver las cosas y el tipo de vida que llevan y me gusta leer los tímidos detalles que nos muestran la vida diaria y casera de aquellos lugares.
Las novelas de Ann Rosman no son, ni mucho menos, de esas que abres y ya no puedes cerrar hasta acabar de leerlas, pero sí tienen un ritmo tranquilo, aunque ágil, que hace que la intriga te acompañe durante toda la lectura. Los datos se van desgranando poco a poco pero eso no hace que la narración sea aburrida, ni mucho menos y además, por lo menos en mi caso, no sospechamos del malo malísimo porque no vamos atando cabos hasta que llevamos ya bastantes páginas leídas.
En general, el libro me ha gustado y lo recomiendo como una lectura para pasar el rato, está razonablemente bien escrito y se lee con facilidad, la autora no se recrea en los detalles macabros y aunque nos muestra ese lado oscuro de la sociedad sueca que tanto choca con nosotros, también nos enseña un día a día agradable y rutinario, acogedor, con sus ratos buenos y malos que tiene todas las personas y todas las familias. Debo decir que, igual porque no me esperaba más de lo que he encontrado, me parece que esta entrega mejora la anterior y que, sin ser un libro imprescindible, sí es entretenido, sin más pretensiones.
No sé si habéis leído su primer libro pero, por si acaso, yo os animo a que le deis una oportunidad a esta autora que, bajo mi punto de vista, ha sido capaz de crear una protagonista un poco diferente y que le da personalidad y encanto al conjunto del relato.
Algunos ya la conocéis, pero como lleva un rato ayudándome a escribir esta reseña (a ella le encanta el número 4 y lo marca continuamente), no me puedo resistir a presentaros a Hermione, compañerita de batallas desde este verano y amiga personal de Byron con quien está destrozando plantas, escondiendo papeles, tirando cosas y convirtiendo esta casa en una simpática locura.
Me alegro de estar de vuelta, tenía ganas de veros ;)