La epidemia de Coronavirus o COVID-19 como se lo llamado científicamente nos obligó, en su momento, a cambiar nuestras rutinas y hábitos de vida. Esperemos que una situación del género no se vuelva a presentar, aunque hay algunos indicios de contagios en diversas partes del mundo.
De cualquier manera las vacunas que nos hemos aplicado deberían ser suficientes para disminuir sensiblemente sus efectos.
Aparte de todas las prevenciones recomendadas el principal fue el aislamiento, evitar la concentración de grandes grupos de personas.
En palabras simples: todos a casa. Y en casa trataremos de hacer todo lo que no hacemos cuando podemos circular libremente sin ningún tipo de restricciones: leer, investigar, escuchar música, desarrollar algún hobby -en mi caso la filatelia y el bonsai-, pasar más tiempo con el ordenador, mirar televisión, etc.
Cada uno elegía el pasatiempo u hobby de su preferencia.
En mi caso opté por recordar numerosas imágenes de Italia país en el que viví muchos años de mi vida y que fue el país más golpeado en toda Europa con la pandemia, con un número total de casos verificados superior a 20.000, afectando especialmente la población anciana que, en Italia, es mayoría.
Cuando veo en la televisión la Piazza di San Pietro, el Colosseo o Venezia desiertos me parece una imagen surrealista.
Por ese motivo he tratado de recordar algo de esos lugares que hasta hace poco pululaban de turistas y vida. Luego se habían transformado en un desierto de seres viovientes. Y ahora de a poco ha comenzado a retomar su ritmo habitual.
El Coliseo Romano.
El Coliseo Romano es todo un símbolo de la época del Imperio Romano. Antes como ahora sigue sorprendiendo por su majestuosidad y por lo que ahí sucedía. Y también antes, como ahora, está rodeado por un halo de mitos, leyendas y curiosidades.
El Coliseo Romano es uno de esos edificios que cualquier persona puede identificar, incluso si jamás lo ha visitado. Es un símbolo universal. Hasta un notorio software para grabar CD (Nero Burning) tiene en su icono el Coliseo en llamas (en este caso la palabra grabar se iguala a "quemar").
Con sus imponentes 189 metros de largo y 156 metros de ancho (un estadio y medio de fútbol) el Coliseo tiene un perímetro de 527 metros y una capacidad para albergar a 50.000 espectadores.
Patrimonio de la Humanidad.
Además de formar parte de las Siete Maravillas del Mundo Moderno, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1980.
Su peculiar forma y su fascinante historia lo han convertido en todo un símbolo de la historia.
Por tal motivo repasamos algunos de los hechos y datos más sorprendentes de este espectacular anfiteatro de la época del Imperio Romano.
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El anfiteatro de los Flavios.
La construcción del hoy conocido como Coliseo Romano se inició por mandato del emperador Vespasiano entre el 70 y 72 d. C.
Fue terminado por su hijo Tito en el año 80 d. C.
Su nombre original era Anfiteatro Flavio (Amphitheatrum Flavium), en honor a la dinastía flavia de los emperadores que lo construyeron.
Más tarde pasó a llamarse Colosseum debido a la gran estatua el Coloso de Nerón que estaba cerca del edificio pero que no se conserva hoy en día. Otras fuentes sostienen un origen del nombre distinto.
El misterio del nombre.
Desde hace siglos es conocido como Coliseo aunque su verdadero nombre es Anfiteatro Flavio. Algunos escritores e historiadores sostienen que el nombre deriva de "coloso", una estatua gigantesca de bronce dedicada a Nerón.
El historiador Armannino Giudice que vivió en el siglo IV d.C sostiene en cambio que el nombre deriva de la pregunta que se le efectuaba a cada uno de los integrantes de las sectas demoníacas que se reunían en el lugar: "Colis Eum?" es decir "Adoras a él?"
Una inauguración espectacular.
La idea generalizada que tenemos del uso de esta enorme arena es el de la lucha de gladiadores, el sacrificio de cristianos y la pelea de animales.
Aunque algunas anécdotas no son del todo correctas lo cierto es que la magnitud de nuestras imaginaciones no es gratuita.
Pongamos un ejemplo: en la inauguración del Coliseo que tomó 100 días de festejos perdieron la vida cientos de gladiadores y alrededor de 9.000 animales salvajes.
Oleo de Gerome representando la salida de los gladiadores a la arena y el recibimiento de la multitud.
Batallas navales: una leyenda con una mínima dosis de verdad.
Uno de los mitos más populares sobre el Coliseo es el relacionado con las batallas navales que supuestamente se disputaban en el recinto, en donde se llenaba de agua el escenario y tenían lugar las llamadas naumaquias.
Sin embargo, estamos ante una verdad a medias pues se sabe que sólo en los festejos de inauguración (es decir, esos sorprendentes 100 días) tuvo lugar una batalla naval pero no en tiempos posteriores.
Esta hipótesis se sostiene con la existencia de cuartos, vestidores y demás habitaciones subterráneas, debajo del gran escenario de madera y arena que existía. y de imágenes que podrían atestiguar este hecho excepcional.
Los gladiadores.
Uno de los espectáculos regulares que se daban lugar en el Coliseo era el de los protagonizados por los gladiadores, combatientes que entretenían al público con sus confrontaciones violentas, y muchas de las veces a muerte, contra otros gladiadores pero también con fieras y condenados a muerte.
La mayoría de los gladiadores eran criminales, esclavos o prisioneros de guerra. Alrededor del Coliseo se construyeron escuelas de gladiadores. Fue hasta los siglos V y VI que se prohibieron las luchas de gladiadores y de animales salvajes.
Aparte de las luchas entre gladiadores; entre gladiadores y fieras, eran también comunes las luchas de las fieras entre sí.
Tormento de los cristianos.
Aunque también se cree que en el Coliseo fue escena de numerosos sacrificios de cristianos, lo cierto es que éstos tuvieron lugar mayormente en otras arenas y estadios.
Sin embargo, esta idea propició que el Coliseo se conservara en tiempos posteriores pues se le consideró como un lugar sagrado, evitándose así el saqueo que ya había sufrido el edificio e, incluso, en el siglo XIX varios papas mandaron realizar trabajos de reparación y restauración del edificio.
Los primeros ascensores de la historia.
Para conducir los animales desde las jaulas subterráneas hasta la arena los romanos habían desarollado un ingenioso sistema de montacargas en grado de trasferir hasta 10 animales por vez.
En estos subterráneos habitaban aparte d elas fieras, los prisioneros de guerra y esclavos usados muchas veces para combatir.
Reconstrucción fiel de uno de los 28 elevadores de carga que entre fines del siglo I d. C. y principios del siglo III d. C. se utilizaron para llevar bestias y animales del subsuelo a la arena del Coliseo.
El Coliseo en la actualidad.
Como decíamos al principio, este edificio es todo un símbolo y también una atracción turística de Roma.
Miles de turistas visitan el edificio cada año con el interés de entrar y ver la arena e imaginar, cómo no, las espectaculares batallas que ahí tuvieron lugar.
En la actualidad alberga un museo dedicado al dios griego Eros.
Una nota curiosa es el constante aumento de visitadores. En el año 1998 con la entrada a € 3,98 (en realidad solo con fines estadísticos porque costaba 7.700 liras italianas) visitaron el Coliseo 2.811.076 personas.
Veinte años más tarde, en el 2018, ingresaron en el circuito turístico Coliseo, Foro romano y Palatino 7.665.000 personas, registrando un aumento cercano al 200%. Aún con el precio de la entrada a más del doble (€ 9,75).
Generando de esta manera un ingreso diario al Comune di Roma de € 204.750. Eso es lo que pierde la Ciudad Eterna por cada día que tiene el Coliseo cerrado. Más los demás ingresos por concesiones varias.
Fotografía aérea del Coliseo romano en la actualidad.
Un jardín botánico muy especial.
Más de 350 especies de plantas diversas han poblado espontáneamente las ruinas del Coliseo, muchas de ellas de origen exótico.
Según algunos escritores las semillas originales habrían sido traídas por los animales salvajes de Africa o Asia o incluso en los mismos pies de los prisioneros.
Su desarrollo en un país que no tiene nada de clima tropical se explica en el particular microclima del área.
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