Porque otra vez, ante la inminente aprobación en las Cortes de una nueva ley (LOMCE), toda la comunidad educativa se manifiesta hoy por las calles y plazas de España para mostrar su repudio y hartazgo frente a las pretensiones del Gobierno de volver a utilizar la educación como espejo donde se refleje su modelo de sociedad: liberal y elitista. Y no son sólo los chicos, sino también los profesores y hasta los padres/madres de alumnos los que quieren hacer constar públicamente su disconformidad por los “modos” con los que el ministro del ramo, el ínclito José Ignacio Wert, pretende imponer una “reforma” educativa tan plagada de ideología que hace retroceder la enseñanza a la época franquista, cuando la escuela servía para enseñar las “cuatro reglas” a los hijos de obreros destinados a convertirse en mano de obra sin cualificar, y reservaba la formación superior a los pudientes de las clases acomodadas y, por supuesto, vencedoras del régimen.
Salvo los burócratas del ministerio y del partido que sustenta al Gobierno, nadie está de acuerdo con esta Ley supuestamente para "la mejora de la calidad educativa". Nace sin consenso y se aplica por una mayoría absoluta que extiende su rodillo para aplastar cualquier disenso, aunque sea constructivo. Pocas veces un Ejecutivo es capaz de legislar en contra de la opinión mayoritaria de los afectados, sin su concurso y con su total oposición, salvo cuando goza de una mayoría absoluta parlamentaria y cree estar en posesión de la verdad absoluta. Pero se equivoca, también absolutamente.
Por todo ello, la educación se torna verde en las calles y plazas de España para gritar por una enseñanza pública de calidad y permanente. Unimos nuestra voz a ese grito.