El color del ser humano (Reseña de 'Almas grises' .- Philippe Claudel)

Publicado el 22 enero 2014 por Jdmora

'Almas grises'
Philippe Claudel
Editorial: Salamandra

Este año que se cumple el centenario del inicio de la I Guerra Mundial, las webs literarias se llenarán de obras ambientadas en esta época. 'Almas grises' es una de ellas, pero no cayó en mis manos por esta efeméride. Si no por la recomendación encarecida de varios amigos con buen criterio. 
De hecho, la importancia de la Gran Guerra no es más que eso, una ambientación. Un contexto que permite a Philippe Claudel realizar una historia de personajes, una radiografía del ser humano. 
Todo comienza con el asesinato de una niña, con nombre de flor y belleza especial. Sin embargo, el crimen también es una excusa. No es más que el desencadenante. La chispa que prende la mecha de la investigación -más psicológica que procesal- de nuestro protagonista. 
Claudel consigue, gracias a su deliciosa prosa, encontrar la belleza entre la penuria de un pequeño pueblo francés de principios del siglo XX. El devenir de las vidas de sus habitantes en un mundo destrozado por la guerra, la vida de una población que ve como cada día entra un cargamento de hombres destrozados. Que tiene que convivir con la desesperanza. Luchar por su supervivencia a pesar de estar lejos de las balas y los obuses. Vivir en una guerra cercana, pero invisible. 
"A veces pienso que somos como una piedrecilla en el camino, que permanece durante días en el mismo sitio, hasta que el pie de un paseante choca con ella y la lanza por los aires, sin razón. ¿Y que puede hacer una piedra?"

Con este pasaje se podría resumir el azar y las circunstancias que hace que la vida de cada habitante de este pequeño pueblo sea importante en la historia. El fiscal Destinat, el despiadado juez Mierck, Josephine, la mujer rechazada por todos, Lysia, la joven profesora. Toda una colmena de personajes que forman una historia fantástica. 
Narrada en primera persona por su personaje protagonista - el policía del pueblo del que nunca sabremos su nombre - el lector camina a su lado por la oscuridad del ser humano, por la angustia haciendo equilibrismo sobre los ápices de alegría y cae a un oscuro agujero. Gracias a sus páginas te zambulles en las confesiones de un hombre con miedo quedarse solo, le acompañas en su esfuerzo en contar una historia que le carcome por dentro. 
En conclusión una novela fantásticamente escrita, de las que relees pasajes, donde las metáforas -aunque son cuantiosas- sirven para moldear, para mostrar la realidad y no para autobombo narrativo del autor. Un libro para disfrutar. 
No se podía vivir eternamente en los libros, que un día había que coger la vida y sus bellezas con las dos manos”