El comercio “de entonces” (conversación con la abuela)

Publicado el 26 marzo 2014 por Micomerciolocal

Te explicaré cómo eran las cosas entonces, nieto.

Las tiendas del barrio no eran solo tiendas. Ibas a comprar y encontrabas siempre alguna vecina. Charlabas y te enterabas de cosas, de lo que se movía en la ciudad, de las quejas de la gente y de las propuestas para solucionarlo, de las oportunidades de trabajo, de los problemas que atravesaban algunos, sí, pero también del modo de resolverlos. El comercio era un centro social.

Las tiendas junto a los parques eran mucho más. Había que comprar a menudo y llevar a los niños para que los conocieran. Esto hacía fácil después preguntar a la tendera: “¿Ha estado mi Juanito jugando en el parque? ¿Cómo se ha portado? ¿Gritaba o decía palabrotas? ¿Con quién ha estado?”

Abuela – Flickr Creative Commons – Autor valfreya (Blanca)

Las tiendas de entonces, como las de ahora, no tenían de todo… pero lo podían conseguir. Decían “Te lo consulto a mis contactos y en unos días lo tienes aquí”. Dicho y hecho.

Y eran expertos en su campo, ya fuera ferretería, ropa, frutas o pescado. Tenían respuesta para todo. No como ahora en esos grandes centros comerciales…

Además, eran las mejores para envolver regalos con elegancia. ¡Qué maravilla! Si hacía gozo sin tener que abrirlo…

Yo iba a la frutería de Juanjo, al despacho de pan de Elena, a la bodega de Julio, a la boutique de Inés… los conocía a todos. Y ellos me conocían a mí. Eso significa que no podían tomarme el pelo ni dejar que saliera de la tienda insatisfecha. ¡Por supuesto que había más fruterías y más panaderías, vaya pregunta! Pero ellos sabían que volvería porque me trataban bien y me sentía una clienta “especial”.

¡La boutique de Inés… qué cosas! Si la gente no sabía qué era una boutique. Las novedades que llegaban a la ciudad lo hacían siempre a través de las tiendas. Cierto es que ya habíamos oído o leído sobre ellas, pero era cuando llegaban a las tiendas cuando podíamos comprobar con nuestros ojos los productos. Y tocarlos, y probárnoslos… Hoy con internet te los imaginas, los idealizas, pero cuando están en tus manos no son nunca como pensabas.

La gente paseaba por las calles comerciales no solo por gusto, sino porque estaban mejor iluminadas y eran más seguras. Dar una vuelta a pie era sano, entretenido y siempre caía alguna compra. No quiero ni pensar qué pasará cuando el último comercio del barrio baje la persiana para no volver a subirla.

Dirás aquello de que son patrañas y que creemos que cualquier tiempo pasado fue mejor. Pues no lo fue, pero muchas cosas de entonces eran tan necesarias antes como ahora… y las estamos perdiendo.

Estamos perdiendo los comercios, pero no solo eso. También los barrios. Y la alegría de los escaparates y del “¡Buenos días!” que tan bien nos sienta. Así que, nieto, escucha lo que te dice tu abuela: “Haz dos o tres compras en el barrio cada semana. Esas tiendas te ganarán el corazón y tú te ganarás un pedacito de cielo”.