El comercio justo, lo opuesto a la incompetencia

Por Cooliflower

8 de mayo de 2015

En una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia: la nata sube hasta cortarse. Laurence J. Peter

En 1969 Laurence J. Peter concluyó que los trabajadores, a largo plazo, ascienden a lo largo de su vida hasta alcanzar su máximo grado de incompetencia. Dicho de otro modo: Que un sujeto sea bueno en un trabajo concreto, no le capacita necesariamente para llegar más lejos de su rutina; por ejemplo, un meticuloso notario puede ser un nulo presidente de gobierno.

Pensemos por un momento en todas las jerarquías, a todos los niveles, repasando mentalmente las muestras de incompetencia a las que nos enfrentamos. Desde el maleducado teleoperador con respuestas automatizadas, fuente inagotable de ictus, hasta el jefe malgastador de tiempo y dinero que en vez de estar al servicio de sus empleados, los fustiga como animales. El principio de Peter debería haber activado un protocolo de urgencia para que el teleoperador buzoneara propaganda de pizzería hasta el fin de sus días, y el jefecillo lograra la máxima responsabilidad de cambiar el tóner de la fotocopiadora (bajo estrecha supervisión).

Claro que el grado máximo de incompetencia va más allá del mundo laboral conocido, sino fijaos en Sergio Ramos jugando de centrocampista, o a tu familia intentando cocinar un roscón de reyes. Mirad a esos padres al cargo de una familia numerosa, cuando ya les costaba esfuerzo sacar al perro a mear. ¿Por qué intentamos bailar tango, si nos liamos bailando la Macarena? ¿Estás pensando en correr una maratón, si la panza apenas te deja verte los genitales? Es mejor rendirse. Lo más prudente es ser competente reconociendo las propias limitaciones, siendo profesional en aquello que se nos da bien. El fin no justifica la mediocridad de los medios.

El día mundial del comercio sirve para recordar a los que saben hacer bien su trabajo y no alcanzarán jamás su máximo nivel de incompetencia, ya que ejercen una labor conocida, y reconocida. Pensemos en qué se basa el comercio, el lógico: Se establecen precios razonables, trabajando con personas que nunca aspirarán a hacer el idiota desarreglando empresas o naciones; por el contrario, querrán mantener un modo de vida digno. Y el consumidor final sabrá, por su parte, que ha roto el círculo vicioso del principio de Peter.