El comienzo

Por Marikaheiki

Cada vez que llega el mes de junio, desde que me conozco, me ha producido una sensación abrupta de final (del cole, de la ropa del invierno, de los exámenes, de las flores que se derriten bajo el sol del verano), igual que todos los septiembres siempre parecían un regalo sin abrir lleno de sorpresas nuevas. Este mes de junio me sabe diferente. Me sabe a comienzo.

A lo mejor te parece extraño que este último día no sea realmente el último. Yo a veces me abstraigo de tal manera que lo veo todo muy claro, veo conceptos y colores ondeándome la mente. Siempre que pensaba en el día 30, en el HOY en mayúsculas, me decía: ¡ya llega el comienzo, ya viene! Y es que en realidad, lo que pasa hoy no es que yo deje de publicar a diario. Seguiré escribiendo (a ese desafío llevo sosteniéndole la mirada mucho más tiempo del que imaginas), y sobre todo de lo que tengo ganas es de explorar las cuevitas de mi imaginación y de la realidad a las que nunca me había atrevido a entrar.

Este mes de junio es diferente: es el comienzo de una consciencia del yo que nunca había tenido. Si este desafío me ha dado algo, ha sido el tiempo para pensarme. Ah, y algo más: me ha dado las herramientas de la ficción. Yo también a veces creo que no sé dónde termino yo y empieza lo que imagino. Estas páginas de cuaderno de los últimos treintaiún días han estado llenos de ficción y ahora puedo reconocerlo. Esta noche he soñado que no era yo: que por un lado era Marina la que existe, la que bebe, camina y respira; por otro lado era Marika, la que escribe, el personaje que aparece necesariamente en todos estos textos y que tú conoces, pero que no soy yo en verdad, solo en potencia; y por último era una oruguita a punto de convertirse en mariposa, un ser híbrido que no es ni real ni personaje, y que probablemente sea más de aquellos dos que ellos mismos. ¿Lo dije complicado? Quería decir que estoy llegando a un lugar donde persona y personaje se unen. Donde se conocen, por fin, y se dan la mano. Y esa es la mariposa que viene.

Este mes de junio ha sido diferente, es cierto. He ganado el pulso a muchas cosas. Nunca había estado treintaiún días haciendo algo tan determinante, tan sagrado. En este tiempo he tenido tiempo de valorar mis prioridades y recolocarlas. He ido en busca del silencio, y solamente hoy lo he encontrado, al despertar no había niños ni máquinas hurgándome los oídos por fin, nada me ha despertado sino mi propio cuerpo. Ha sido un mes que solo podría definir como hiper-saturado, hiper-consciente, hiper-todo.

Lo que ahora se viene, no lo sé. Lo que a partir de ahora va a ocurrir es un misterio. Y es tan bonito. Este es el septiembre que esperaba, en el que todo está por descubrirse todavía. La idea de elegir cómo, cuándo y por qué de nuevo me activa, me calienta las neuronas y la piel. Quiero explotar y girar y girar hasta marearme y caer rendida sobre la hierba, feliz de estar tan viva.

Siempre me imagino que la vida es un poquito como la ascensión a una gran montaña. Al principio comienzas a subir por la ladera y no te cuesta porque el oxígeno todavía reverbera en tus pulmones. En el primer campamento base descansas y piensas en cómo ha sido la ascensión, para qué estabas preparado y en para qué otras cosas necesitaste ayuda. Esa noche duermes y tus músculos se relajan y se preparan. Este mes ha sido esa primera ascensión, y ahora llega el momento de la reflexión y de ver qué cosas cambiaron de lugar. La siguiente etapa es más dura, porque es cuando descubres tu verdadera fuerza y te alimentas de las agujetas que son dulces. Yo ya intuyo lo que está llegando. Siempre tuve la tormenta dentro.

Esos treintaiún días fueron mágicos pero nada sencillos. Tuve la impresión de que hubo días que yo misma me ponía la zancadilla. Otros, las palabras me escapaban de la boca, no podía detenerlas, y los más fueron los días que me sentaba sin tener mucha idea de por qué, y luego terminaba disfrutando como una niña que empieza a inventarse sus primeros cuentos para explicarse el mundo. Aprendí que las cosas no pueden prepararse, que hay que darle una oportunidad a lo espontáneo y a lo natural. Aprendí que me gustó más ser versátil, que la ficción cubriera con su hálito todos mis días, que hubiera cosas que no pertenecían a la vida real sino al reino de los sueños. Si hoy leyera desde el principio el desafío, no podría reconocerme. Y es que ya no soy la misma.

Ayer estaba hablando con una amiga a quien hace mucho que no veo y pensé lo poco que aprecio “lo de siempre” habitualmente y cuánto lo dejamos pasar, en pro de vivir nuevas experiencias. Somos todos así un poco, ¿no es cierto? Que lo conocido se nos antoja menos interesante, cuando lo cierto es que muchas veces aquello que tuvimos siempre forma parte de nosotros con tanta fuerza que renegar de ello sería como negarse a uno mismo. Me vacié y lo necesitaba. Hay complicidades que solo se crean con los años y creo que son de esas que no pueden morirse.

Puede que hoy sea un día largo. Puede que lo sea. En la calle el viento barre las calles. Hace un verano raro: es cierto. El mejor de todos, porque se ha detenido en esa primavera escasa de chaqueta en la noche y caricias nocturnas. Ah. Barcelona. Probablemente este desafío le pertenece a ella antes que a todo lo demás.

Recuerdo cómo comenzó este desafío. Una vez Maga me dijo que iba a encantarme, porque hablábamos de lo mismo sin querer. Después se fue creando una pequeña familia alrededor, con todos esos desafíos que se han ido desgranando: el de Maga fue la tierra donde echamos las raíces, y con nuestra lluvia fuimos regando las semillas. Cin creó un personaje a través de cual vivir. Y Maricel está en el ecuador de su mes, siguiendo los pasos del Camino a la vez, como yo, lo cual (os lo juro) tiene una carga espiritual muy importante.

Al final, ¿qué fue? Para qué sirvió todo esto. Al principio creí que se trataba del desbloqueo, pero ahora veo que es algo más, que la escritura se convirtió en terapia grupal. Yo me encuentro en ti continuamente y tú en mí y en una espiral sencilla, que avanza poquito a poco y cada vez más adentro. Fue tan lindo. Ya lo estoy echando de menos porque estoy en el campamento base mirando hacia abajo la montaña. Esta noche pondré mi tienda e hibernaré un tiempo, el que me sea necesario. No sé, me parece que hoy estoy cerrando un capítulo amoroso con alguien que no existe o que acaso tiene todos los rostros tuyos que imagino. ¿Quién seré-mos después?

Llegó el día de la independencia: me suelto de tu mano, bloguito. Y el plan es que a partir de hoy, de este día que es día 0 otra vez, el magma continúe avanzando entre las olas. El viento, el fuego, la tierra, el agua. Soy un ser de principios originarios. Y sentir, sobre todo sentir tanto.

Me decía S que está feliz, porque se ha enamorado de algo sin futuro. Me rio con ella y asumo que tiene toda la razón y que lo mejor de la vida es el tiempo que pasamos modelando nuestros sueños, aunque a veces seamos tan, tan conscientes de que no van a pasar. ¿Y si pasaran? ¿Acaso sería mejor la realidad que lo que nosotros habíamos construido en la imaginación?

Al final es eso: la imaginación es algo tan mágico y perenne, ¡y qué poco dejamos que se libere y cree a nuestro alrededor otro mundo de acuerdo a nuestras reglas y patrones!  Quién sabe: quizá sí, tú yo solo somos personajes de ficción que aquí se encuentran y se liberan y entremezclan creando historias. Sí, ¡sí! Tengo ganas de crearte. Desde hace años guardo personajes, rostros, oficios, historias, que algún día serán parte de mi propia Historia Interminable. Algunos ya tienen nombre y saben qué es lo que están buscando y otros esperan a encontrarse un camino que les gustaría seguir. En realidad son mis “Seis personajes en busca de autor”, voces que quieren contar su historia y yo no puedo ser nada,  nada más que su canal.

Esto me hace volver a los pensamientos con los que comenzó este desafío: la sincronía, la mente universal, las piezas del puzle que encajan. Dejemos todo redondito: ninguna de esas cosas se fueron. Una vez me contaron que en ciertas personas hay una hormona en el cerebro que les hace estar tristes o felices siempre. ¡Qué infernal ha de ser no tener ni siquiera la oportunidad de cambiar cada día de estado, de rostro y de vestido!

Creo que esto es un saludo grande: ¡hola!, te digo. Y aquí a la vez termina. (Siento tristeza, nostalgia, la algarabía de todas las células de mi cuerpo). Y recomienza. Nada termina nunca. Me rebelo y me digo que yo nunca me iré.

Fue un placer compartirlo. Y tú, sonríete mucho.

M.

PD. Me quedé mirando a la pantalla y no pude publicar aún. Sentí que no dije nada más que viento en todo este tiempo. ¿Cómo expresar la verdadera esencia del todo? A lo mejor eso es lo que nos toca descubrir.

PD.2 Este desafío creativo fue un compromiso que hice conmigo misma de publicar todos los días durante treinta días en el blog. Otras personas también lo están haciendo. ¿Por qué no tú?

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