El comienzo de la Monarquía Hispánica en Nuevo Mundo

Publicado el 07 enero 2014 por Vigilis @vigilis

El periodo y conjunto de ideas que peor tratan los libros de texto de los chavales es lo que se conoce como imperio español y que yo llamaré Monarquía Hispánica. Estos libros, deudores de la Leyenda Negra, no hacen justicia a los avances que muchos historiadores están realizando en los últimos años y que ponen distancia tanto frente a la Leyenda Negra como frente a la Leyenda Dorada, tan cara a los manuales de la última dictadura que hubo en España.
Si acaso el fallo más importante que veo a la forma de encarar este asunto no sea tanto la interiorización de la Leyenda Negra como el presentismo a la hora de juzgar ex post facto las motivaciones de los protagonistas. Explico esto último: por ejemplo, cuando se trata de los motivos de la expansión territorial de la Monarquía, se aducen motivos económicos y de prestigio. Los documentos contemporáneos a la época nos hablan de motivaciones religiosas y humanitarias. En los libros de texto se nos dice que las motivaciones esgrimidas eran puras justificaciones que ocultarían los motivos reales. Este es el gran error interpretativo, que tan sólo evidencia un economicismo que sería incomprensible en el siglo XVI. Cuando el gobernador de Manila hace planes para conquistar el imperio chino (!), no lo hace pensando en robar las riquezas de los chinos, sino que lo hace porque una y otra vez sus embajadas son apresadas y el estado chino es impermeable a cualquier intento de evangelización. Una movilización militar no requería más motivo que el hecho de que alguien impidiera comunicar la Palabra de Dios. Valga esto como introducción.

Acercarse a la Monarquía Hispánica es tratar de asimilar unos datos tan abrumadores, que en ocasiones parecen una fantasía. Sobre todo en el siglo XVI, en que queda establecido el tamaño del planeta —culminación de Eratóstenes—, el tamaño de la expansión territorial sería el equivalente a seis o siete Julios César y a un par de Alejandros Magno. Y no le quita mérito sino que es incluso más impresionante si cabe que en ocasiones la conquista fuese pacífica. Ahora mismo me cuesta encontrar ejemplos de conquista pacífica en otros imperios de la historia. Esto de por sí ya hace a la Monarquía Hispánica una cosa diferente a sus congéneres imperiales. Pero hay más.
El imperio portugués comienza unos años antes —castellanos y aragoneses estaban ocupados con acabar con el último reino islámico de Europa— y se dedican a llegar al Extremo Oriente circunnavegando África. Los portugueses establecen una serie de factorías o puntos de avituallamiento en la costa africana y en las indias asiáticas e inician el comercio con medio mundo. Sin embargo, los españoles no se contentan con establecer factorías, sino que se adentran en el territorio para reproducir en la nueva tierra incógnita la forma de vida que tenían en la península. Es como si los portugueses fueran unos nuevos fenicios o griegos y los españoles unos nuevos romanos. Roma civiliza con sus vías, España lo hace con sus barcos. La humanidad deja atrás el particularismo medieval y vuelve a pensar en términos universales. Los problemas ya no serán enfrentados por pequeños reinos nunca más, sino que ahora el problema es el mundo entero, el orbe. El lema de Carlos I es Plus ultra (Más allá) y el de Felipe II Orbis non sufficit (El mundo no es suficiente). Estos emperadores pondrán las bases de lo que va a durar trescientos años unido por flotas de barcos de madera. Hoy con Internet y aviones de combate nos parecería algo muy complicado de hacer, imaginaos en aquella época.
Conquista del Imperio Azteca

Estando allí Cortés nunca sacrificaron hombres, que lo solían hacer cada día.
Historia de la vida y hechos del Emperador Carlos V (1519), de Prudencio de Sandoval



No cabe duda de que la viruela y otras enfermedades para las que los indios en Nuevo Mundo no estaban inmunizados, contribuyeron a facilitar el descubrimiento del continente. El caso es que si los españoles no decidieran mezclarse con la población local no se podría hablar de civilización. Cronológicamente la cosa comienza en Tierra Firme con Cortés y sus cuatrocientos hombres. Según avanzan por lo que hoy es México, van fundando asentamientos donde algunos de los españoles se quedan a vivir con nuevas esposas (que les eran ofrecidas por los caciques locales como esclavas).

Lámina del códice mendocino (1540). Al autor le gustaban las tortillas. :)

Los 400 de Cortés nunca podrían tomar el Imperio Azteca si no fuese con el concurso de estados rivales. Hay que acentuar que el Imperio Azteca contaba con una población de 20 millones de habitantes (yo diría que la cantidad se acercaría más a los 5 millones que a los 20, pero tanto da, aquí cada cual dice lo que le da la gana). La historia de estas alianzas es la historia de la primera mezcla. Son las nuevas esposas de los españoles las que traducen y las más de las veces sellan la paz con las comunidades que se van encontrando (y que envían a sus guerreros a acompañar a Cortés). Es alucinante las ganas que le tenían a Moctezuma sus vecinos. Tenían que estar hasta el moño de Tenochtitlán y su ministerio de Hacienda. En realidad, por número de soldados, serían los totonacas y los tlaxcalas los que tomarían el imperio azteca.
Otra de las cosas que motivaba a Cortés para avanzar hacia la capital azteca bien podía ser la rivalidad con Diego de Velázquez, gobernador en Cuba (base de las expediciones que se realizaban bajo su responsabilidad). Una de las primeras cosas que hizo Cortés al hallar buen fondeadero, fue desmontar sus barcos, para que ninguno de los partidarios de Velázquez que iba en la expedición se le ocurriese regresar a Cuba. Como vemos, se trata de una historia muy española: hacer cualquier cosa con tal de fastidiar al otro.

Lamina del códice de Azcatitlán.

Total, que Cortés tras unos cuantos enfrentamientos para domar a algunas ciudades belicosas, llega a Tenochtitlán y allí lo colman de regalos. Como los aztecas estaban levantándose contra los españoles y sus aliados en otras ciudades, Cortés toma como rehén a Moctezuma y empieza a leerles la cartilla a sus capitanes. Y en esto que llega Pánfilo de Narváez por orden de Diego de Velázquez con la intención de capturar a Cortés. Hernán Cortés, toma a la mayoría de los suyos y enfrenta a los de Narváez consiguiendo que se le unan. Pánfilo y unos cuantos regresarán a Cuba. Mientras tanto, la guarnición que había quedado en Tenochtitlán, no sabe lo que es la Alianza de Civilizaciones ni el diálogo intercultural y mata a unos cuantos aztecas en un día de feria. Los aztecas se enfadan mucho y cuando llega de vuelta Cortés, se cargan a Moctezuma al grito de "felón" y "pelele". Los españoles salen de la capital en lo que se conoce como Noche Triste. En el camino dejan bastantes cadáveres de españoles y aliados.
Tras curar las heridas y reorganizarse en Tlaxcala, Cortés y sus aliados ponen sitio a Tenochtitlán que se rinde en tres meses. Las aventuras de Cortés durarían veinte años más. A su muerte cerca de Sevilla, ya habían abierto un par de universidades en América.

Habiendo sido estas tierras habitadas por las gentes más bárbaras y bestiales del mundo, están agora pobladas de la mejor dél, y de hijos y decendientes de las casas ilustres y generosas de España y solares muy antiguos de Castilla.(...) que en la ciudad de México y fuera de ella hay principales casas y monasterios que han fundado. De que México se puede estimar, y preciar sus ciudadanos, como la mejor ciudad de España.
Historia de la vida y hechos del Emperador Carlos V (1519), de Prudencio de Sandoval

Conquista del Imperio del Inca
Diez años después de la conquista de México y mientras los pueblos de la costa caribeña y de las Antillas ya tomaban forma de pueblos castellanos, con su plaza, su iglesia y su concejo, Francisco Pizarro emprende sus expediciones hacia el sur por la costa del Pacífico. En el primer tercio del XVI son tan numerosas como poco conocidas las expediciones de diferentes capitanes españoles por el norte de América del Sur. Apellidos como Balboa, Almagro, Ordaz, Herrera, Benalcázar, Quesada, Ayolas, Vadillo, Valdivia, Orellana, Cabeza de Vaca e Irala quedarán para siempre en los lugares más destacados de la historia como aquellos primeros en conocer una nueva parte del mundo que hasta el momento era desconocida. Toda la nueva información que llegaba a oídos de frailes y aventureros pobres como las ratas se concretó en conocer la existencia de un imperio, el inca, que dirigido por el cruel Inca era famoso por su oro. Más aún, el incaico imperio estaba en plena guerra civil.

Catecismo del misionero al servicio de España, de fray Pedro de Gante (1490-1572).

Cortés parte con menos de 200 hombres dispuesto a ver lo que puede pillar de un imperio de más de diez millones de habitantes (sólo las estimaciones de población ya informan sobre una imposible conquista efectiva del territorio que todavía tardará unas décadas en llegar). La primera parada fue Túmbez, donde se les unen unos aliados al tomar parte en las guerras civiles incaicas y luego se dirige a Cajamarca. Por el camino van fundando asentamientos y dejando de pobladores a docenas de expedicionarios. En Cajamarca se esperaban encontrar al ejército de Atahualpa, que había dado un golpe de estado y secuestrado al Inca Huáscar. Pero allí no había nadie. De hecho Atahualpa se acercaba con su ejército para capturar a los españoles que se agazaparon en la ciudad. El Hijo del Sol entra por fin con su séquito de cientos y un sacerdote de la expedición española se acerca con un soldado y un intérprete. El cura le ofrece convertirse a la Verdadera Fe, pero el Inca se interesa más por la espada de hierro del soldado y tira la Biblia al suelo. Los españoles y los partidarios de Huáscar salen entonces de su escondite y cargan contra los indios, toman como rehén al Hijo del Sol y hacen una escabechina. Las crónicas cuentan que mueren más por la avalancha humana al huir que por la espada de los de Pizarro.

En su descubrimiento de los españoles —pues a su vez los españoles estaban siendo descubiertos—, el Inca Atahualpa se entera que a nuestros primos les gusta el oro y la plata que para él tienen cierto valor ornamental y decorativo. A cambio de su libertad le ofrece estos metales al de Trujillo. Durante semanas llegarán a Cajamarca valiosísimos cargamentos de metales preciosos sin que los españoles movieran un dedo. Fue el mayor rescate de la historia de la humanidad y a Atahualpa no le sirvió de nada. Pizarro lo mandó ejecutar y se casó con su hermana.
Pero no todo salió a pedir de boca para los españoles: el reparto del botín supuso de forma inmediata una inflación en los precios y Diego de Almagro, que se había quedado en retaguardia para aprovisionar a la expedición, no quedó contento con la parte que le tocó. Esto se resolvería a bofetadas, que es la forma normal de resolver estas cosas. Por su parte, Pizarro continuó por lo que había sido el imperio del Inca en dirección a Cuzco, diferentes generales incas se nombraban Incas y se enfrentaban en guerras civiles, decidiendo los españoles a quien apoyar y de quién obtener alianzas. Finalmente entra en Cuzco con el ejército inca sin ánimo de combatir (seguiría una especie de maquis durante unos años y de vez en cuando gente que no era inca ni nada, se autoproclamaría inca y haría una leve guerra de guerrillas). Refunda la ciudad de Cuzco como Muy Noble y Gran Ciudad y con esto termina el segundo gran enfrentamiento bélico en América. Los indios que no se someten tanto en Perú como en Centroamérica abandonarán sus lugares costeros para introducirse en la selva y regresar a la Edad de Piedra. Sólo veinte años después de la toma de Cuzco, se funda en Lima la primera universidad del continente sur.
Cabos sueltos
Hasta aquí llega por hoy. En otra ocasión hablo del antimeridiano, de los turcos, del comercio, de lo que pasaba en Europa, de las corrientes del Pacífico, de las innumerables derrotas de los ingleses (un eterno querer y no poder) y de otras cosas impresionantes como la exploración de Alaska. Pero tampoco desconecto sin antes dejar caer alguna idea: la imposibilidad del genocidio, la diferencia tecnológica que fue crucial, la motivación de los conquistadores por quedarse y prosperar, las conquistas tuvieron más de guerra civil que de sometimiento al barbudo y el hecho de que la actual población hispanoamericana sea descendiente de conquistadores hispanoeuropeos con lo que no cabe esgrimir ningún pasado glorioso precolombino pues sería como invocar el pasado de los zulúes (o en todo caso sería un legítimo juego de pura ficción que también podrían hacer los noruegos. El problema es que salvo de los aztecas, del resto apenas sabemos nada).