Supongo que el hombre se autorealiza en la misma medida en que se compromete al cumplimiento del sentido de su vida. O eso suponía Viktor Frankl.También dedujo que "no es la felicidad en sí lo que necesitamos, si no un motivo para ser felices". Todo pasa por un compromiso con uno mismo. Cuanto más sinceros menos decepciones nos llevaremos. Cada día una sonrisa es mejor que una aspereza. Es como aquello de "hombre comido, hombre perdido". Si sacias a tu cerebro, ya no hay nada que hacer. Cuando tienes hambre, te pone de mal humor y te agria el temperamento, y lo pagan los demás, por supuesto. Cuando uno se pone a dieta entra en una especie de tristeza intemporal porque el cerebro no acepta dejar de estar gordo. Le importa un pepino el colesterol o los triglicéridos. No hay peor noticia que te digan que no puedes comer chocolate o pan. La autorrealización personal no sé por donde pasa, pero si está adherido a nuestro cumplimiento del sentido de la vida de cada uno, vaya mierda. Necesitamos un motivo para ser felices, pero para quién, ¿para nuestro cerebro o para nosotros? Cada día me levanto y miro al cielo, como si no fuera a estar ahí. Observo el tiempo por la ventana. Si hace frío. Y me río. Y pienso que va a ser un buen día llueva o no llueva. Es una buena autorrealización. Pero yo no sé más del "Sentido de la Vida" que el de la Monty Python's.