Afirman que el triste mundo comunista desapareció en una noche con la caída del Muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989, pero no es cierto que el telón de acero se derrumbara de golpe, como un castillo de naipes, porque murió poco a poco, víctima del abuso de poder, de la corrupción y de los privilegios inmerecidos de una élite que se apoderó del Estado y apalancó en el poder.
La verdad es que el Muro de Berlín no se cayó sino que fue derribado por aquellos mismos ciudadanos que tenían que sentirse orgullosos del poder proletario, pero que en realidad se sentían esclavos y padecían la ignominia del comunismo opresor.
Hoy, en la pobre España, por culpa de falsos demócratas traidores y obtusos que han prostituido la democracia y suplantado, a espaldas del pueblo, por una socia dictadura de partidos, el comunismo recupera fuelle y surge vencedor de las elecciones europeas del 25 de mayo. Izquierda Unida y, sobre todo, el partido PODEMOS, cobijo de izquierdistas antiguos decepcionados y emergentes, encarnan las esencias del comunismo rancio y perverso que cayó con el Muro, una doctrina tan estúpida y tan eficaz fabricando esclavos que no tendría que tener ni un solo partidario en una verdadera sociedad de hombres libres, como debería ser la España actual.
La sociedad española está tan idiotizada, por culpa de una clase política que lleva casi cuatro décadas fabricando esclavos a golpe de consignas, mentiras y televisión narcotizante, que es consumidora de falsos debates y que apuesta por opciones falsas y trucadas. No se trata de elegir entre monarquía o república, ni entre comunismo y capitalismo, sino entre decencia e indecencia, entre valores y contravalores. No sé si soy monárquico o republicano, pero me da igual porque sé que lo que realmente soy es demócrata y que el verdadero debate útil para España sería el de como eliminar el actual sistema perverso para sustituirlo por una democracia de hombres libres, que instaure valores y decencia donde hoy, por culpa de nuestros miserables políticos, reinan la indecencia, la corrupción y el abuso de poder.
Me interesa una monarquía o una república, siempre que sea capaz de fabricar ciudadanos, de apostar por la enseñanza de calidad, por la reconstrucción de los valores dinamitados, por lograr que el timón del país esté en manos de personas justas, inteligentes y honradas, no en manos de tipejos que juegan a la mafia y que anteponen, una y otra vez, sus propios intereses y los de sus partidos al interés general y el bien común, gente sin conciencia a la que no le importa aplastar al ciudadano con una justicia desigual, con impuestos abusivos y con olvido y desprecio, sobre todo para los mas humildes y necesitados.
Pensar que el comunismo, el que fue derrotado hace 25 años por hipócrita, elitista, traidorzuelo y prostituto, sea la solución de esta España, es sólo posible porque los políticos que han controlado el poder, en lugar de crear una sociedad de hombres y mujeres libres y decentes, han pastoreado manadas de esclavos, casi tan miserables como ellos mismos.
Los nuevos próceres de la izquierda mundial, al igual que los viejos comunistas incrustados en el poder, son ricos mientras sus pueblos se hunden en la pobreza. Fidel Castro es uno de los hombres mas ricos del planeta porque es duelo de toda Cuba y ha acumulado sin trabas su fortuna personal. El difunto comandante Hugo Chaves, poseía una riqueza calculada en 2.000 millones de dólares, 45.000 hectáreas de tierras escogidas, 500 millones de dólares en joyas y diez automóviles Hummer, mientras gritaba que "Ser rico es inhumano".
Ese es el estilo perverso del comunismo moderno.