El consumo me consume

Por Blasramon

Espero que los contenidos sean de tú interés.
Blas Ramón Rodríguez © 2016

El consumo excesivo de bienes y servicios es un acto directamente relacionado con los desajustes emocionales. Algunas de estas conductas puede alcanzar un nivel de desadaptación personal y social tal, que la persona puede llegar a padecer un trastorno severo en su psicología. No poder evitar comprar, adquirir, guardar, juntar o "atesorar", sobrepasa cualquier expectativa que dicte el sentido común y conlleva repercusiones negativas en casi todos los aspectos de la vida de una persona: emocional, físico, social y económico. El consumo compulsivo comparte muchos patrones con las adicciones. No podemos obviar el hecho de que las adicciones no sólo tienen que ver con las drogas; también y además de con la compra compulsiva, con la alimentación, con el juego, con el sexo. Sin embargo y a diferencia de las adicciones a sustancias, las conductas de consumo compulsivo vienen asociadas a otras condiciones clínicas de desajuste psicológico, como el trastorno obsesivo-compulsivo, las depresiones o los déficit de atención. Por ejemplo, la acumulación compulsiva se disparata en comportamientos como la acumulación de ropa dos tallas menos por si algún día se baja de peso, que se acompañan de pensamientos y sentimientos cargados de frustración y tristeza.


Existen indicadores que nos ponen tras la pista del consumo compulsivo. La restricción del espacio físico en el que habita la persona o la familia, así como el aumento de los conflictos personales y familiares que conducen a conductas de aislamiento social, endeudamientos, fricciones familiares, de pareja, en el trabajo, son dos de esos indicios muy comunes que nos hacen sospechar a los profesionales de la psicología de la presencia de un trastorno adictivo. En las personas que viven solas o aisladas socialmente, el problema pasa más desapercibido y las posibilidades de convertirse en un Trastorno Obsesivo Compulsivo al filo de la enfermedad mental son muchas.
La adicción al consumo de bienes y servicios se complica cuando la persona afectada se gasta el dinero que no tiene. Cuando se pierde el control económico la adicción psicológica adquiere tintes dramáticos en base a comportamientos basados en la mentira, el fraude, el engaño, el hurto, la estafa y la quiebra familiar. El detrimento de la vida laboral es otro factor que aboca al consumidor compulsivo a un abismo personal del que le resulta muy difícil salir por sí mismo/a. Los conflictos económicos derivados de esta conducta propician un desplome de la autoestima del consumidor/a que provocan reacciones que van desde el absentismo laboral a los intentos de suicidio.
¿Cuándo debo preocuparme?

    Cuando a menudo nos disgustamos por considerar que nos hemos gastado el dinero de manera irreflexiva.
  • Cuando compramos convencidos de que eso nos aliviará los sentimientos de tristeza y de desánimo.
  • Cuando compro por impulso con cierta frecuencia.
  • Cuando algo que me gusta no me lo quito de la cabeza hasta que lo compro (o me lo como).
  • Cuando me arrepiento de lo que compro (con asiduidad).
  • Cuando al recibir el extracto de la cuenta o tarjeta me sorprendo de haber comprado cosas que no recuerdo.

  • Como ya hemos comentado, resolver una adicción psicológica, la que sea, y en concreto la de consumo patológico, por uno mismo, es algo realmente difícil, cuando no un camino atormentado para aquellos que lo logran por sí mismos, que los hay, naturalmente.

    Lo que debe saber desde un primer momento la persona que sufren este problema es que pueden mejorar su salud emocional cuando son capaces de jerarquizar el uso y el valor de las cosas para saber si tiene sentido o no conservarlas. Esta reflexión es esencial para iniciar una terapia de éxito.

    Lo habitual es tratar estos cuadros de manera convencional, mediante terapias o fármacos, especialmente cuando en primera instancia necesitamos ajustar los niveles de ansiedad y los episodios depresivos. Los problemas específicos de la adicción al consumo suelen abordarse mediante técnicas de intervención psicológica: técnicas de autocontrol, terapias cognitivo-conctuales para la reestructuración de pensamientos distorsionados, las terapias de grupo o autoayuda en las que se produce intercambio de experiencias con finalidad terapéutica.