Estoy totalmente de acuerdo con un email que hay por ahí rulando el cual compara el ensayo publicado en 1762 por Rousseau (hecho por el cual fue expulsado de su Francia natal) con el contrato que al nacer firmamos hoy en día con todos los aspectos de la vida, este texto es un acuerdo tácito que firmamos cada mañana al despertarnos con, simplemente, no hacer nada. Este texto no es una crítica social, sino que sencillamente destaca los hechos resultantes de nuestra innegable predilección por la comodidad, la indiferencia, la ceguera, la sumisión y la idiotez de todos nosotros.
Nuestro Nuevo Contrato Social dice:
1. Acepto la despiadada competitividad como la base de nuestro sistema, aunque soy consciente de que este funcionamiento engendra dolor, frustración y cólera a la inmensa mayoría de los perdedores.
2. Acepto que diariamente me humillen o me exploten a condición de que se me permita humillar o explotar a otro que ocupe un lugar inferior, en la pirámide social.
3. Acepto la exclusión social de los marginados, de los inadaptados y de los débiles, porque considero que la carga que puede asumir la sociedad tiene sus límites y ellos deben quedar excluidos.
4. Acepto remunerar generosamente a los bancos para que ellos inviertan mi sueldo a su conveniencia y que no me den ningún dividendo de sus gigantescas ganancias (ganancias que servirán para atracar a los países pobres, hecho que acepto implícitamente). Acepto también que me descuenten una fuerte comisión por prestarme dinero, dinero que proviene exclusivamente de los otros clientes.
5. Acepto que congelemos o tiremos diariamente toneladas de comida para que los índices bursátiles no se derrumben, en vez de ofrecer esa comida a los necesitados y de permitirle a algunos centenares de miles de personas, no morir de hambre cada año.
6. Acepto que sea ilegal poner fin a mi propia vida, rápidamente; en cambio tolero que se me mate lentamente, inhalando o ingiriendo substancias tóxicas autorizadas por los gobiernos. El Sistema dice que mi vida no es mía; dice que es de ellos y que sólo ellos deciden qué debo hacer con mi vida.
7. Acepto que se haga la guerra (por cualquier motivo y a cualquier costo)
para así hacer reinar la paz, aunque veamos que la paz nunca se haya logrado.
8. Acepto que en nombre de la paz, el primer gasto de los Estados sea el gasto de defensa. También acepto que los conflictos sean creados artificialmente para deshacernos del enorme stock de armas y así permitirle a la economía mundial, seguir avanzando.
9. Acepto el amplio dominio del petróleo en nuestra economía, aunque sea una energía muy costosa, sucia y contaminante; y estoy totalmente de acuerdo en impedir todo intento de sustituir al petróleo. Y aunque se desvelara que hemos descubierto un medio gratuito e ilimitado de producir energía, es evidente que lo gratuito sería nuestra perdición.
10. Acepto que se condene el asesinato de otro ser humano, salvo que los gobiernos decreten que ese ser humano es un enemigo y que me alienten a matarlo. Por ello, acepto gustoso la muerte de todos mis enemigos.
11. Acepto que se divida a la opinión pública creando partidos de derecha y de izquierda, que tendrán como pasatiempo la pelea entre ellos, haciéndome creer de esta manera, que el sistema está mejorando y avanzando.
12. Además acepto toda clase de división posible (política e ideológica) con tal que esas divisiones me permitan focalizar mi cólera hacia los enemigos designados por los gobiernos, cuando se agiten sus retratos ante mis ojos.
13. Acepto que la idea de “la felicidad” se reduzca a la comodidad; acepto que “el amor” se reduzca al sexo; y acepto que “la libertad” se reduzca a la satisfacción de todos los deseos, porque esto es lo que me repite la publicidad cada día. Es simple: cuanto más infeliz soy, más consumo. Y así cumplo mi papel contribuyendo siempre al sano y buen funcionamiento de nuestra economía.
14. Acepto que el valor de una persona sea siempre proporcional a su cuenta bancaria; que se aprecie su utilidad en función de su productividad y no de sus cualidades; y que sea excluido del sistema si no produce lo suficiente.
15. Acepto que se recompense exageradamente a los deportistas famosos y a los actores taquilleros y se premie mucho menos a los profesores y a los médicos encargados de la educación y de la salud de nuestras futuras generaciones.
16. Acepto que se destierre de la sociedad a las personas mayores cuya experiencia y sabiduría podría sernos útil, pues, como somos la civilización más evolucionada del planeta (y sin duda del universo) no necesitamos ni de esa experiencia ni de esa sabiduría. Por ello, todos los ancianos sobran.
17. Acepto esta situación y todas las del sistema actual, porque creo y supongo que no puedo hacer nada para cambiarla o mejorarla. El sistema está bien.
18.Acepto ser tratado, a diario, en todas mis actividades, como ganado porque todos los demás lo aceptan y porque definitivamente pienso que las mayorías deciden y lo hacen con enorme sabiduría y razón.
19.Acepto el sistema sin plantear ninguna objeción. Acepto además, cerrar los ojos ante todo esto y no formular ninguna oposición verdadera, porque estoy demasiado ocupado con mi subsistencia y con el resto de mis preocupaciones. Incluso acepto defender a muerte este Nuevo Contrato Social si cualquier persona me lo pide o si alguien lo ataca.
20.Acepto en mi alma, en mi mente y en mi conciencia, la realidad de este Contrato que el sistema hoy coloca delante de mis ojos porque siempre he preferido ver la realidad de las cosas tal como el sistema me las presenta.
De los 36 artículos de este contrato os he sacado los 20 que más me han impactado aunque realmente todos son la pura y cruda realidad, ya solo quedaría una cosa... ¿lo estas firmando?