El lago Malawi, también conocido como Nyasa, es el último de los lagos que forman parte de la falla del Rift; tiene una longitud aproximada de 560 km y una anchura que alcanza los 75 km, abarcando una superficie total de 29.600 Km². Sus aguas se encuentran rodeadas por tres países con intereses muy diversos: Tanzania, Malawi y Mozambique, que incluso han llegado a enfrentarse en el pasado por cuestiones fronterizas.
Este conflicto, que lleva activo varias décadas, afecta a más de dos millones de personas que dependen directamente del tercer lago más grande de África tanto para el transporte y la alimentación como para otras necesidades básicas. Estas comunidades que viven en torno al lago y que dependen del mismo llevan décadas esperando una solución al conflicto. Esta disputa se encuadra en los crecientes litigios en torno al agua que están aumentando en todo el mundo y sobre todo en el continente africano. Boutros Boutros Ghali, ex secretario general de la ONU, ya avisó del creciente peligro de estas guerras por el agua, llegando a declarar que “la próxima guerra en la región será a propósito de las aguas del Nilo y no por una cuestión política”. Sin embargo, la creencia fundada del gobierno de Malawi de que bajo el lago existen depósitos de petróleo ha hecho saltar las alarmas del gobierno de Tanzania. Parece que esta disputa no es sólo un nuevo modelo de conflicto por el agua, sino un conflicto tradicional más por el control del petróleo.
Descubrimiento y colonización del lago Malawi
El choque en el lago Malawi es producto directo de las fronteras que los europeos dejaron en el continente africano tras la invasión, partición y colonización de África. Por ello, en esta región vamos a encontrarnos con una triple frontera. Sin embargo, antes de la ocupación de facto de los territorios circundantes al lago hubo un periodo de exploración y “descubrimientos”. Tenemos que pensar que aún en el siglo XIX África era el gran desconocido de Europa: a pesar de que llevaban varios siglos en contacto directo a través del Sáhara o de los océanos, los europeos nunca habían tratado de penetrar hacia el interior, estableciéndose siempre en regiones costeras o en las islas próximas a la costa.
Sin embargo en el siglo XIX la necesidad de abrir nuevos mercados para extraer materias primas, así como la repentina necesidad del Imperio Británico de acabar con la esclavitud y el interés científico europeo van a atraer a numerosos exploradores a tierras africanas entre los que se encontró el escocés David Livingstone. Este explorador se va a dedicar durante décadas a perseguir la trata y a explorar gran parte del África Austral. Con el fin de acabar con el comercio esclavista que desde el interior del continente se dirigía al golfo pérsico, va a dirigirse a la zona al norte del río Zambeze para descubrir en 1858 el lago Nyassa, posteriormente conocido como Malawi. Tras encontrar el último de los grandes lagos, van a ir asentándose en la zona numerosos misioneros escoceses con el fin de evangelizar la región. Poco tiempo después y tras la Conferencia de Berlín por la cual las potencias europeas pasaban a repartirse el continente africano, los británicos constituirían el protectorado de Nyasaland en 1891, estableciendo una difusa frontera que partía el lago Malawi por la mitad, pasando toda la costa oeste a control británico.
Si los británicos habían ocupado la costa oeste del lago Nyassa, portugueses y alemanes tuvieron que repartirse la costa este: los alemanes se establecieron al norte y los portugueses al sur. Alemania, tras los acuerdos de Berlín, se hizo con el control de Tanganika (actual Tanzania a excepción de la isla de Zanzíbar) chocando con los intereses del Reino Unido en diversas regiones y especialmente en el lago Malawi.
Finalmente, la presión internacional producto de la Conferencia de Berlín y que había convertido la conquista de África en una carrera por ocupar más territorios, obligó a los portugueses, que se habían establecido desde hace tiempo en la zona costera de Mozambique a, a penetrar hacia el interior. Así, a finales del siglo XIX Portugal reivindicada el enorme territorio que abarcaba Mozambique y establecía su frontera norte con las colonias británica y alemana, reclamando así su tercera parte de las aguas del lago Malawi. De este modo, quedaba establecida la triple frontera que divide actualmente el lago y se dio forma a las disputas que van a surgir a lo largo de todo el siglo XX y que existen aún hoy en día.
Los primeros acuerdos
Sin duda alguna el origen de la disputa en la que se enzarzan Tanzania y Malawi hunde sus raíces en las reclamaciones coloniales y en las fronteras que los estados africanos heredaron de la etapa colonial. Si en 1891 las potencias británica y alemana habían declarado los respectivos protectorados a un lado y a otro del lago Malawi, un acuerdo anterior, firmado en 1890, reconocía las posesiones de uno y otro no sólo en torno al lago.
En 1890 se activó la diplomacia entre ambos países a fin de evitar un conflicto directo, ya que muchas de las colonias británicas en África colindaban con las posesiones germanas. Así, en ese año se firmaba el Tratado de Heligoland-Zanzíbar, en virtud del cual Alemania se comprometía a no interferir en las relaciones del Reino Unido y la isla de Zanzíbar, además de entregar el Sultanato de Witulandia y otros enclaves en Kenia esenciales para la construcción de un ferrocarril británico que uniera la costa de Kenia con el lago Victoria y lograr, de esta manera, la conexión directa con Uganda. A cambio, Alemania lograba el control del pequeño enclave de Heligoland, en el Mar del Norte, así como el control de toda la costa tanzana y el enclave de Dar es Salaam. Además, con este tratado, ambos países se comprometían a reconocer y a respetar las fronteras entre el Togo alemán y la Costa de Oro británica, así como las de Namibia y finalmente los límites entre Camerún, que era un territorio alemán y Nigeria, protectorado británico.
Finalmente, y en recompensa por el resto de acuerdos, el imperio alemán cedía el control de su parte del lago a la colonia de Nyasalandia por considerar que en el lago no había mayores intereses. De tal modo que el protectorado británico pasó a controlar buena parte de las aguas del lago. Actualmente Malawi reclama el tratado de Heligoland-Zanzíbar como la principal prueba jurídica de que la frontera se encuentra en la costa tanzana y no en mitad del lago.
Por otro lado cabe destacar que el tratado firmado en 1890 duró bien poco. En 1914 toda Europa entraba en la I Guerra Mundial y por ende las colonias de África, de modo que ni británicos ni alemanes respetaron las fronteras y se desató una cruenta guerra en todas las colonias africanas. El conflicto se recrudeció sobre todo en Tanganika, donde los alemanes lograron sobreponerse a la invasión británica. Sin embargo, a raíz de la rendición firmada por Alemania en 1918, todas sus colonias pasaron a repartirse entre ingleses, franceses y belgas. Tanganika se convertiría finalmente en una colonia británica.
Pero, ¿cómo afectó esto a las relaciones en torno al lago? Lo cierto es que se puede afirmar que nada cambió. Lo lógico hubiera sido que al dominar el Reino Unido ambas orillas hubiera optado por realizar una partición equitativa del lago, sin embargo Londres siguió reconociendo el Tratado de Heligoland, de tal forma que las aguas del lago Malawi, sin contar con las posesiones portuguesas, seguían formando parte de la colonia de Nyasaland. Durante la primera mitad del siglo XX esto no supondrá grandes problemas, ya que al estar ambas orillas dominadas por la misma potencia no habrá razones para el conflicto, si bien todo cambió a raíz de la Segunda Guerra Mundial y los procesos de descolonización.
Los acuerdos con Mozambique
Portugal y el Imperio Británico han sido aliados tradicionales, sin embargo, en la ocupación de África llegaron a enfrentarse por diferentes disputas territoriales. A fin de no llegar a una guerra directa, ingleses y portugueses firmaron el Tratado anglo-portugués de 1891 en virtud del cual se acordaban y reconocían las fronteras mutuas.
Dentro de este pacto, entraban sin duda los acuerdos fronterizos del lago Malawi. Los ingleses reconocían una línea fronteriza que dividiera el lago de forma equitativa con Mozambique, donde los portugueses estaban construyendo su imperio ultramarino. No obstante, en la zona más meridional del lago los ingleses habían logrado dominar la costa este y la costa oeste por lo que los portugueses tan sólo consiguieron controla la parte central de la costa este del lago. Además las dos potencias tuvieron que solucionar un pequeño problema: dentro de las aguas de jurisdicción portuguesa había dos islas de dominio inglés: Likoma y Chizumulu. Esto se debe a que durante la colonización las islas fueron habitadas por diversas misiones de origen escocés que llegaron a Nyasalandia desde finales del S. XIX. Por tanto, dentro de las aguas de Mozambique existen dos pequeños enclaves que forman parte de Malawi. Actualmente tanto Mozambique como Malawi reconocen las fronteras establecidas por los europeos ya en el siglo XIX y mantienen unas muy buenas relaciones.
Por otro lado Tanzania considera que las fronteras de Mozambique en el lago Malawi o Nyasa son el modelo de frontera que debería acordarse con el gobierno de Lilongwe. Aun así, Mozambique nunca ha tenido problemas fronterizos con su vecino tanzano, lo que le ha colocado en una posición de mediador en el conflicto del lago en los últimos años.
La eterna disputa: Malawi-Tanzania
Si las relaciones de Mozambique con Malawi y Tanzania se han caracterizado por ser unas relaciones constructivas y pacíficas, las relaciones entre Malawi y Tanzania son, y han sido, muy tensas. No sólo por la cuestión fronteriza que atañe a estos dos estados, sino por toda una serie de razones que a lo largo del siglo XX han marcado una profunda enemistad a ambos lados del lago Malawi.
Tanzania se independizó del Reino Unido en 1961 y una de sus primeras exigencias fue tener acceso a las aguas del lago. Sin embargo, el nuevo estado independiente de Malawi se negó a ceder sus aguas territoriales o a mover la frontera de nuevo al centro del lago. Así, el entonces nuevo presidente de Tanzania, Julius Nyerere, exigió en reiteradas ocasiones la necesidad de llegar a un acuerdo para solucionar el conflicto a lo que el dirigente malauí, Hastings Kamuzu Banda, se negó con el apoyo de la OUA (Organización para la Unidad Africana) Este apoyo respondió a que para esta institución el respeto a las fronteras era algo básico para mantener la estabilidad en el continente, por lo que Tanzania no recibió apoyos en su objetivo de modificar las fronteras.
A pesar de ello, desde 1982 Tanzania va a poder defender jurídicamente el desplazamiento de la frontera al centro del lago gracias a la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar en virtud de la cual, cuando las costas de dos Estados se hallan situadas frente a frente, ninguno de ellos tiene derecho a expandir sus aguas territoriales más allá de la línea media equidistante a ambas costas. Sin embargo, este tratado también introduce una excepción: la línea media puede alterarse si existen derechos históricos o cualquier otra circunstancia especial. De este modo Malawi, a pesar de las reiteradas exigencias de Tanzania, alegaba que su derecho a dominar las dos costas del lago respondían a un derecho histórico apoyado en la firma del Tratado de Heligoland-Zanzibar.
El distanciamiento entre estos dos líderes seguirá en aumento durante el resto de siglo por otras cuestiones. En primer lugar, Malawi fue uno de los pocos países africanos que reconocieron al gobierno sudafricano del apartheid, un hecho que chocó con las políticas aislacionistas que estaba tomando Julius Nyerere, que se convirtió en el principal abanderado contra el apartheid y en favor de la independencia real de Sudáfrica. Además, la dictadura que había impuesto Banda en Malawi hizo que muchos de sus habitantes se exiliaran en Tanzania bajo el paraguas de Nyerere. En más de una ocasión Lilongwe denunció intentos golpistas en su suelo apoyados por el gobierno tanzano y la minoría malauí exiliada. Este hecho acabó por tensar aún más las relaciones e impidió cualquier posibilidad de negociación en torno al conflicto fronterizo del lago.
Posibles acuerdos
Con el comienzo del siglo XXI las relaciones entre Tanzania y Malawi han entrado en una nueva fase, alejándose de las tensiones continuas del siglo pasado. A esto ha contribuido en buena medida el fin de la Sudáfrica del apartheid y la caída de la dictadura de Banda en Malawi, facilitando así la recuperación de las relaciones a ambos lados del lago. Sin embargo esto no ha significado el fin del conflicto o el establecimiento directo de negociaciones. Durante años estos dos estados han denunciado diferentes acciones contrarias a su soberanía; de hecho la ex-presidenta de Malawi, Joyce Banda (2012-2014) llegó a denunciar que Tanzania amenazaba constantemente a los pescadores malauíes que faenaban en el lago.
Si bien con la elección de Peter Mutharika en mayo de 2014 como nuevo presidente de Malawi parece que se ha abierto un nuevo periodo entre estos dos países, sobre todo debido a que Mutharika y su ministro de exteriores han demostrado cierto interés por entablar conversaciones con el gobierno de Dodoma. Ambas partes parecen estar de acuerdo en la necesidad de acabar con las disputas en el lago, pero el propio ministro de exteriores tanzano, Bernard Membe, afirmó que:
“La historia habla a nuestro favor en las disputas. (…) La Corte de Justicia internacional siempre se ha pronunciado a favor de una frontera de línea media, guiada por el derecho consuetudinario internacional que establece que cuando las masas de aguas se encuentran entre dos o tres países, la línea media es la frontera.”
Parece que las negociaciones están ahora más cerca que nunca de llegar a buen puerto. El pasado febrero ambos gobiernos anunciaron una reunión en Maputo, capital de Mozambique, con el fin de desatascar la situación. Sin embargo si estos dos estados no están de acuerdo con el veredicto de los mediadores, tendrán la obligación de acudir a la Corte Penal Internacional (CPI) para lograr finalmente una solución a esta disputa.
No obstante, todas estas buenas intenciones pueden no durar mucho. Malawi tiene un enorme interés en torno a los posibles depósitos petroleros en el fondo del lago, lo que desde luego podría hacer saltar por los aires cualquier tipo de negociación: el gobierno de Lilongwe controla ambas orillas del lago y podría extraer el preciado oro negro con mayor facilidad que su vecino tanzano. Por otro lado, estos intereses petrolíferos han chocado con otras instituciones internacionales: la propia UNESCO ha denunciado los posibles peligros tanto para el medio ambiente y la vida en el lago como para las comunidades que viven y dependen del mismo, ya sean malauíes o tanzanos.
Finalmente, hacer ejercicios de adivinación resulta complicado y muy peligroso. Aunque las relaciones entre Lilongwe y Dodoma hayan mejorado en los últimos años y ambas partes están dispuestas a negociar y tratar de llegar a algún acuerdo, no podemos olvidar que en las relaciones internacionales todo puede venirse abajo en cuestión de minutos. En este caso, la ambición petrolera de ambos países puede tirar por la borda (nunca mejor dicho) los esfuerzos de reconciliación y acercamiento de los últimos años y que podrían, en última instancia, poner fin a un conflicto que cumple ya más de 120 años.