Tras cruzar la portada del convento que da acceso al compás y los jardines anexos al terreno de la iglesia, nos encontramos con un jardín donde se respira tranquilidad, paz y silencio, un silencio sólo interrumpido por el canto de algunos pájaros que allí moran.
Son dos las placas cerámicas que podemos ver en la pared del propio compás que están referidas, la primera, a las obras que acometió el ayuntamiento de la ciudad para adecentar los jardines en 1951, y, la segunda, referida a la celebración de un capítulo de la Orden de San Clemente en el propio monasterio en 2014.
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