El corazón de una condesa de Elizabeth Bowman

Publicado el 13 febrero 2017 por Marili @otroromancemass
Sinopsis:
En el Pazo de Rebolada, norte de Galicia, las campanas suenan a muerte. Es el año 1850 y la pequeña Ana acaba de perder a su madre, quedando a cargo de su padre, quien no tiene reparos en enviar a su hija, de cinco años a un estricto internado para señoritas. Trece años después, Ana Emilia Victoria Federica de Altamira y Covas regresa al Pazo. Se ha convertido en una hermosa joven capaz de encandilar a cualquier hombre, pero su suerte está decidida… Su padre ha llegado a un acuerdo matrimonial con don Jenaro Monterrey, un empresario de 70 años con quien quiere casarla.
Alberto se marchó lejos de Galicia huyendo de dolorosos recuerdos y de las duras exigencias de su padre para que siguiera el negocio familiar, pero Alberto ansiaba otro destino, pues quería estudiar una profesión y ser un hombre instruido. Cuando parece que encuentra su lugar, ejerciendo su profesión en un bufete, se ve obligado a regresar al Pazo…
Una mañana en la que don Jenaro se presenta por sorpresa, Ana huye al bosque y se cae. Un joven la ayuda. Primero escucha su voz, luego aparece entre los arbustos… Aunque un solo encuentro es suficiente para que ambos entiendan que se pertenecen, su amor es imposible. El destino de Ana ya está marcado… ¿O quizá podría cambiar su suerte?

Opinión personal:
«El corazón de una condesa» es mi primer contacto con esta autora nacional. Ha sido una grata sorpresa. Me esperaba un estilo más ligero y menos cuidado, sin embargo, Elizabeth Bowman cuida con esmero su vocabulario, elegante, poniendo especial atención en las palabras y demostrando que conoce los parejes que describe, pues ambienta la historia en su tierra natal,  y que disfruta con ello.  En mi opinión esa trabajada ambientación, es lo más destacable de la novela.
Ana representa la infelicidad que se esconde ante una joven que ha vivido desde niña alejada de aquellos que la quieren. Huérfana de madre a muy temprana edad, su padre carece totalmente de instinto paternal y hace honor a su negro corazón, que ya quedó patente en la forma en la que trató a su madre. Parece que se nos rompe el corazón ante la situación tan injusta que vive nuestra protagonista e intentamos dejar de lado la verdad que se esconde tras su situación, pues nos guste o no, sería la situación en la que se encontrarían las nobles de alcurnia. Me ha gustado su fuerte carácter y cómo intenta hacer frente, sin conseguirlo, al destino que le viene impuesto. Ana me parece un personaje, en ese sentido, muy realista. Algunos son los detalles que me resultan coherentes, esa inocencia que la acompaña en muchas escenas, esa búsqueda del amor de ensueño, la facilidad de sentirse abrumada por la gallardía del caballero andante, educado y de buena presencia. Pero sobre todo, el sentimiento de impotencia que se transcribe en muchos de sus sentimientos.
Alberto, en cierto sentido, tiene muchos puntos en común con Ana. Su infancia tampoco ha sido feliz y el carácter frívolo de su progenitor, junto a continuas discusiones, han provocado que entre ellos su relación haya llegado a ser  casi inexistente,  de rencor y decepción por ambas partes, marcando su situación actual. Vive alejado del pueblo, labrándose por sí solo un porvenir, intentando conseguir su sueño y alejado de una vida fácil que podría haber tenido si no fueran sus convicciones tan fuertes. Me ha transmitido mucha ternura.
Ambos personajes me han gustado, sin dejar de lado a Angustias, esa nada de gran corazón que todo lo hará por su niña.
Sin embargo, su relación queda en segundo plano y los personajes que, para mí, han llevado el peso de la trama han sido sus progenitores. Me ha dado la sensación de que la novela no gira en torno al romance − que pese a que es una historia dulce, me ha parecido algo precipitado ya que he echado en falta más escenas en común entre los dos. − sino que el negocio entre Alejandro, el conde, y Jenaro es el que forma el eje central en torno al que giran el resto de personajes. Esta pareja, sus acuerdos, sus conversaciones, sus actos y, sobre todo, las malas costumbres del conde son lo que llevan el peso.
Alejandro es un ludópata. Frío y manipulador que consiguió convencer a una joven poco atractiva y de condición enfermiza de un amor inexistente y quien, a partir de ahí, no dudó en vivir a su costa, rebajando tanto las arcas como la buena reputación de la familia.
Jenaro es un nuevo rico, cuya sola descripción ya resulta repugnante. Un ser dominado por sus vicios, de los que su físico da fe, y cuyo carácter se asemeja bastante al conde, pese a que su condición plebeya es su mayor diferencia. El conde posee el título y Jenaro los medios. Son dos personajes llevados al extremo que reflejan satirizando, quizás, la ambición y el egoísmo humanos.
La parte romántica no ha cumplido mis expectativas. El flechazo es algo muy usual en la novela romántica y son muy normales los profundos sentimientos que a veces nacen de un mero encuentro. No me sorprenden en relación a Ana, una chiquilla que acaba de salir de un internado y que poco conoce el cariño, pero no opino lo mismo de la fortaleza que adquieren en Alberto, un hombre acostumbrado a moverse por la corte. Como siempre digo, aquí entran mucho los gustos personales. Además, las escenas compartidas entre ellos no son muchas, por lo tanto, me ha resultado complicado quitarme la idea de estar ante un amor gallardo y platónico.
Últimamente estoy leyendo varias autoras que gustan de los clásicos. Elizabeth Bowman, creo que es otra de ellas y me he encontrado con una novela que más que centrar la historia en el amor,  gusta de remarcar las circunstancias que condicionan a los personajes. Se hace especial hincapié en los que se suponen secundarios, muy bien descritos. Si me apuráis, los pensamientos de Jenaro resultan en verdad desagradables, la frialdad de don Alejandro sale de las páginas y la crueldad y la falta de cariño con la que trata a su propia hija, llega a enternecer. Quiero remarcar que no es algo que me disguste, son novelas diferentes y las encuentro bastante interesantes.
Por otra parte, y sin desmerecer un estilo que me ha gustado, en algunos momentos, el ritmo de la historia me ha resultado algo ralentizado. Se nota el conocimiento de lo que se nos está contando y la minuciosidad con la que se describen ciertos paisajes o escenarios es, en algunos pasajes, para mi gusto, excesiva. Soy más partidaria de la agilidad que los diálogos aportan. Está claro, como siempre recalco, que es algo muy personal y aquí entran en juego los gustos de cada lector, pero creo que es importante sopesar la información que se aporta, la es necesaria, importante y primordial, frente a la que está para dar riqueza y embellecer un párrafo, y combinarlas en su justa medida. En algunas ocasiones, la autora se esmeraba tanto en explicarnos, por ejemplo, la cabalgata de un jinete que otras particularidades que me parecían más importantes, han terminando de forma precipitada.
En resumen, la lectura de «El corazón de una condesa» me ha supuesto ciertos sentimientos encontrados. Me ha gustado, pero con ciertos matices. Por un lado, me ha sorprendido muy gratamente el estilo narrativo de la autora. Un lenguaje muy cuidado y tan acorde con la época en la que se emplaza la historia, descripciones ricas y muy visuales, que logran transportarte a esas tierras de antaño. Por otro, me esperaba algo diferente, una novela más romántica y ya sabemos lo que, mal que nos pese, las expectativas provocan en algunas ocasiones. Faltaría a la verdad si dijera que no me ha resultado una lectura interesante, bien escrita, documentada y ya sabéis que siento debilidad por las historias que transcurren en la península ibérica. He disfrutado de muchos de sus capítulos, de otros menos; también me esperaba una trama en la que el romance tuviera más peso y eso ha jugado en contra.
Insisto en que el estilo de Elizabeth Bowman es de los que me gusta leer, y  es seguro que no será el único título suyo que leeré. 
Datos de interés: Ficha de la novela  - Ficha de la autora - Presentación de la novela

Pepa 
Gracias a Titania por el ejemplar