«—Debido al espíritu militarista y la guerra hemos perdido nuestras tradiciones artísticas —responde sin dejar de arreglar las flores. Corta la punta de un ramo con las tijeras. Mis ojos siguen el movimiento de sus manos—. Somos pobres. No es tiempo de tomar cursos de la ceremonia del té. Pero yo quiero seguir enseñando para que la gente conserve nuestras tradiciones con orgullo —se dijo»
El corazón de Yamato es una preciosa novela curiosamente estructurada en cinco extensos capítulos. Cada uno de ellos admitiría ser leído con independencia del resto, si bien en ellos aparecen personajes que protagonizaron otros o que, quizás, encontraremos en alguno de los siguientes. Todo esto confiere al libro de Aki Shimazaki una peculiaridad que me ha resultado de lo más interesante. Estamos, pues, ante una novela, que viene a ser una serie de cinco novelas cortas o cinco relatos largos enlazados entre sí tal y como la vida va entrelazando, de manera directa o tangencial, las vidas de los seres humanos.
La autora de esta bellísima narración, Aki Shimazaki, es una escritora japonesa asentada en Canadá (zona quebecois) desde 1991, dos o tres años antes de cumplir los 40. Shimazaki nació en 1954, tiene, pues, ahora 70 años. Escribe este libro en francés.
Con un lenguaje muy hermoso muestra su decepción ante la pérdida por parte de las nuevas generaciones de las tradiciones niponas. Ella con esta narración se esfuerza en mantenerlas. Considera que la esclavitud del trabajo en Japón (la empresa es como una extensión de la casa familiar, del hogar) va en contra de la estabilidad familiar y de un aceptable desarrollo emocional. Achaca esta adhesión inquebrantable al trabajo por parte de varios de los personajes a la historia reciente del país: Japón al finalizar la IIª Guerra Mundial quedó reducido a escombros; por esto en muchos de sus habitantes se instaló la idea patriótica de que había que trabajar fuerte y duro para levantarlo de sus ruinas.
Además de este fundamental asunto, muchos otros atraviesan los cinco capítulos que conforman El corazón de Yamato. Son éstos, tales como los campos de concentración de prisioneros japoneses en Siberia, el protectorado norteamericano, el ya señalado soplo patriótico para levantar el país, los casamientos concertados (miai), la empresa como una segunda -si no, primera- familia, el amor verdadero homosexual o heterosexual, la vitalidad y arrojo de las mujeres, etc. Todos estos temas aparecen y reaparecen continuamente en estos relatos anudados. También, claro, los confines de la vida, o sea, la muerte, y la creencia o no en una existencia posterior, la aceptación del final, la literatura y el arte como sustento necesario para sobrellevar la existencia...
Y todo esto envuelto en un lenguaje preciosista lleno de colorido con llamadas a la naturaleza en forma de flores, pájaros, insectos que rodean esas casas casi de papel donde los personajes de estos cinco relatos viven, trabajan, se aman...
«Haruko y yo estamos descansando en la sala, tomando un té caliente. Todas las puertas corredizas se hallan abiertas. En el jardín, los chicos saltan a la cuerda. El sol ilumina el terreno. Nuestra vieja gata se pasea y se detiene frente a una cerca. Se lame su pelaje tricolor concienzudamente. Se despereza. Yo también. Es como una reacción en cadena. Me tumbo sobre los tatamis.»La novela fue escrita en francés pero contiene muchas expresiones en japonés con las que Aki Shimazaki quiere insistir en su apuesta por la convivencia del mundo tradicional japonés con el actual llegado desde occidente con su atmósfera de competitividad y confort. Lo ideal es la balanza, el equilibrio entre ambos; si tal cosa no fuera posible, la novelista y casi todos sus personajes se decantan por el retorno a la apacibilidad de la tradición nipona, pero son conscientes de que esta posibilidad se ha perdido o corre serio riesgo de perderse.
Los cinco relatos llevan por título los siguientes: Mitsuba, Zakuro, Tonbo, Tsukushi y Yamabuki. Todos ellos están narrados en primera persona si bien en cada uno el narrador es distinto. En el primero es Takashi Aoki, un shosha-man (hombre totalmente entregado a su trabajo en la empresa); el del segundo es Tsuyoshi Toda, hijo del General Toda, personaje importante en el último de los relatos-capítulo; precisamente la narradora de este último capítulo, de nombre Aiko Sugihara, no es otra que la esposa de Tsuyoshi Toda; el tercero corre por cuenta de Nobu, amigo de Aoki, el narrador del primer cuento; y por último quien narra el cuarto capítulo de esta bellísima y delicada novela es Yuko, la que fuera novia de Aoki en el primero de los capítulos.
Los cinco distintos narradores están muy interrelacionados en los distintos capítulos. Así a Tsuyoshi Toda lo vemos en el capítulo primero siendo jefe de Takashi Aoki a quien defiende en la empresa mientras puede. También Nobu y Yuko aparecen en esa primera historia: el primero, como amigo de Aoki al que está deseoso de hacerle un miai, la presentación de una chica, algo que éste siempre evita; la tal chica no es otra que Yuko, a quien Aoki conocerá por sus propios medios, sin necesidad de recurrir a un sistema tan tradicional en Japón como el miai. Sin embargo, y paradójicamente, Nobu es un joven moderno que no quiere participar en el 'workaholic' en que están sumidos muchos nipones; él, más que por el progreso material, se inclina por la satisfacción personal representada en la conciliación familiar, la atención y disfrute de los hijos, y el gusto por un trabajo vocacional cual es el de la enseñanza que practica en el juku (lugar al que acuden los estudiantes para recibir horas extras de estudio) que ha fundado tras dimitir de la compañía multinacional Goshima en que trabajaba al no aceptar ser trasladado a Sao Paulo.
El corazón de Yamato es una novela que me ha gustado mucho por todo, también por la manera que tiene de introducir los distintos asuntos. Lo hace sin brusquedad, de un modo fluido y delicado, dando igual que los asuntos sean preciosistas y delicados (el amor, la naturaleza en flor de Japón en primavera, la historia legendaria del país...) como si son duros (el confinamiento en Siberia, la venganza, el abandono del hogar...) o poco declarados u ocultos (la homosexualidad, la esposa abandonada por el marido...), etc.
Pero además de todo lo anterior es la sutileza del lenguaje utilizado, introduciendo en la lengua francesa en la que Aki Shimazaki escribe la novela infinidad de vocablos japoneses en un intento por atrapar la esencia cultural nipona que está en serio peligro de ir poco a poco desapareciendo. Además de por la intrínseca belleza fónica de los mismos, me ha encantado conocer así elementos propios de la cultura japonesa. Sirvan de ejemplo algunos de estos vocablos: juku, wa (nombre antiguo de Japón), miai, shōsha-man, dokata, koseki (registro familiar tradicional en Japón), arubaito (trabajo a tiempo parcial), kokugo (lengua japonesa), kanji (sinogramas utilizados en la escritura del idioma japonés), katakana (silabario usado principalmente para palabras de origen extranjero. ... que es el de mayor aceptación), bentō (ración de comida preparada para llevar, bastante común en la gastronomía japonesa. Tradicionalmente suele incluir arroz, pescado o carne, y una guarnición o acompañamiento a base de verdura), bon (tradición religiosa tibetana), tsuyu (época de lluvias), shōji (puerta tradicional en la arquitectura japonesa), gofuku-ya (tienda y taller de kimonos), yūkaku (burdeles reconocidos por el gobierno), waka (poema japonés)...
«"Akizu no toname no gotoku ni aru kana", es decir: "La región tiene la forma de dos libélulas apareadas". Akizu o Akizu-shima, la antigua palabra para tonbo, que significa también Yamato, Japón. Desde la época de Heian se lo llama asimismo Akitsu.»
El texto citado arriba, una antigua leyenda sobre el emperador Jinmu, aclara a las mil maravillas la exquisita portada que la editorial Lumen le ha dedicado a la novela. Ya sólo por una portada tan hermosa y delicada merecería la pena tomar este libro en las manos; pero la belleza exterior no es nada comparable con la que se encuentra contenida en su interior.
También destacaría el modo como Aki Shimazaki construye esta novela a base, como ya he dicho, de cinco historias en apariencia independientes pero teniendo entre ellas muchos nexos de unión. Pero no sólo es esto, sino que dentro de las narraciones principales de cada capítulo crecen otras -diríamos utilizando fraseología muy cervantina- historias intercaladas. Estas nuevas historias encastradas en otras más amplias sirven para enlazar, aclarar y perfilar debidamente elementos, anécdotas o personajes tangencialmente tocados en aquellas. Es lo que sucede con todo lo relativo a Banzo Toda, padre de Tsuyoshi Toda, y la finalización o no de su cautiverio siberiano, siempre en el aire desde el segundo capítulo y sólo aclarada definitivamente en el último. También es importante la historia de Kiro Jano, el alumno del padre de Nobu, causante indirecto de la desaparición de este último.
«¡Su padre se suicidó con su amante! Se arrojaron al Yamato. Como el famoso escritor que escribió Indigno de ser humano».
El tiempo en la novela avanza y retrocede según que los capítulos los narran unos u otros personajes, cada uno enfocando lo vivido desde su personal punto de vista, como es natural. Si contamos la peripecia del general Toda en el gulag siberiano y su desaparición a partir de 1948, narrada por su hijo Tsuyoshi Toda mientras cuida de su madre enferma de alzheimer, la cual desde el final de la guerra espera, fiel, el regreso de su marido, el tiempo cronológico que se abarca en El corazón de Yamato es el de la segunda mitad del siglo XX penetrando 4 años en el actual.
Los cinco capítulos -verdaderas novelas cortas o cuentos largos cada uno de ellos- que conforman la novela que he leído aparecieron publicadas en Montreal (Canadá) en los años siguientes: Mitsuba en 2006, Zakuro en 2008, Tonbo en 2010, Tsukushi en 2012, y Yamabuki en 2013 formando parte ya este capítulo de la novela completa con el nombre de El corazón de Yamato.
«Vuelvo a pensar en esa leyenda del emperador Jinmu. Yamato es el corazón de la historia de Japón»
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Con esta novela cumplimento una letra más en el Reto Autores de la A a la Z y es la segunda lectura que realizo en el Reto Serendipia recomienda 2024.