El corazón del bosque
Publicado el 09 abril 2013 por Ganarseunacre
@ganarseunacre
El final de la noche/Ramón Prada
Por Juan Carlos Vinuesa.
EL corazón del bosque (1979)
Manuel Gutierrez Aragón
Reparto (IMDB)
Norman Briski...
Juan
Ángela Molina...
Amparo
Luis Politti...
El andarín
Víctor Valverde...
Suso
Santiago Ramos...
Atiano
En septiembre de 1942 “El Andarín” y su grupo luchan contra la dictadura
franquista en las montañas asturianas. Para la romería, como todos los años,
baja al pueblo a bailar con las mujeres. Diez años después, el grupo de maquis
ha sido destruido por las fuerzas del orden; sólo “El Andarín” sobrevive, pero
señalado por el destino como perdedor. Refugiado en lo más intrincado del
bosque se ha convertido en una fiera acosada y enferma. La dirección del
Partido ha resuelto abandonar la lucha armada y Juan es el encargado de
comunicar a “El Andarín” esta decisión, de convencerlo de que deje el monte.
Juan emprende la búsqueda del escurridizo guerrillero, pero en el casi
impenetrable bosque en el que se sumerge le acechan varias sorpresas, entre las
que no es la menor saber que su hermana Amparo, a punto de casarse con Suso,
mantiene relaciones con el viejo “Andarín”. A su vez, Juan es también
perseguido por la
Guardia Civil; por seguridad debería huir fuera de su tierra,
pero antes debe cumplir su misión y encontrarse frente a frente con el maqui.
Manuel Gutiérrez Aragón realizó El corazón del bosque tras Camada
negra (1976) y Sonámbulos (1977), dos películas donde, a partir de
historias alegóricas estructuradas en forma de fábula, se reflexionaba
certeramente sobre el devenir y el sentido de la lucha política durante esos
años en nuestro país, estableciendo sobre el particular comentarios críticos a
propósito de la Transición
política española sumamente atractivos y originales. En El corazón del
bosque esta fórmula alcanza su más lograda expresión.
La historia se sitúa en la
España rural de los años cincuenta, justo en el momento en
que el protagonismo de la lucha antifranquista se trasladaba del campo a la
ciudad. Fue de 1945 a
1948 cuando las últimas partidas de maquis se diluyeron. Sólo siguieron algunos
muy aislados. En 1948 se fortaleció el régimen de Franco y los partidos
políticos disolvieron sus organizaciones armadas (los maquis), y si bien la
mayoría huyó al extranjero, quedaron algunos irreductibles descolgados, que no
pasaron a Francia y se convirtieron en una especie de “mendigos de las
montañas”, que vivían de la limosna de los familiares. Estos últimos maquis
tenían el centro de operaciones en torno a su pueblo, allí se movían siendo su
núcleo vital la familia.
El corazón del bosque podría
considerarse un film sobre la
Guerra Civil y sus secuelas, temática que tuvo cierta
presencia en el cine español de finales de los años setenta. Sin embargo, las
circunstancias históricas son tan sólo el marco en el que se moverá una
historia particular que se abre a múltiples lecturas. En efecto, la visión que
refleja Gutiérrez Aragón del maquis, a través de esta historia particular, es
compleja y no resiste al encajonamiento en un único punto de vista. Pienso que el
film, fundamentalmente, realiza dos lecturas sobre el fenómeno histórico del
maquis. Por un lado, la crítica a la decisión del PCE (por sugerencia de
Stalin), en 1948, de cambiar de táctica en la lucha antifranquista,
desmantelando la guerrilla y sustituyéndola por la infiltración o el entrismo
en organizaciones franquistas; es decir, el objetivo era convertir a los
guerrilleros en agentes de propaganda política, pero, al no llevar la
desarticulación de la guerrilla, un plan de evasión aparejado, dejó a los
guerrilleros abandonados a su suerte. Y, por otro lado, se presenta la
degeneración del guerrillero, que defiende una lucha ya sin sentido y caduca, y
su inevitable muerte/asesinato como un sino de los nuevos tiempos y de la
superación del pasado. En este sentido, El corazón del bosque podría
entenderse desde el punto de vista del héroe que vive más allá de su tiempo.
Porque, ¿qué pasa si un guerrillero, con toda su carga mítica que conlleva,
sobrevive?. Hegel decía que el héroe estaba destinado a morir y, el que
sobrevivía, era un esclavo. Como tal puede entenderse el personaje de “El
Andarín”. Esta segunda visión parece más explícita, reflejada en la trayectoria
de cada uno de los personajes en su relación con el maqui, pero la crítica a la
decisión del PCE aparece de un modo implícito, más profundo, como una causa por
la que la lucha de “El Andarín” ha perdido su sentido. No olvidemos que
Gutiérrez Aragón había salido del PCE, probablemente decepcionado, en 1975,
tres años antes de la realización de esta película.
A continuación me detendré en esta dualidad de planteamientos a través
del análisis de los personajes de la película.
En 1942, “El Andarín” mantiene con su grupo una resistencia esperanzada.
En 1952, es un elemento residual surgido de una guerra perdida, es un exiliado
interior, un derrotado o un bandolero. Sin embargo, él no ha perdido la fe en
la lucha y, puesto que su resistencia está condenada al fracaso, alcanzará una
dimensión heroica. En este sentido, el guerrillero antifranquista que prolongará
su lucha incluso por encima del mandato de sus superiores adquiere un carácter
de mito. “El Andarín” reúne las características de hombre real y de leyenda
viva. Es inasequible, solitario, autosuficiente, valeroso, heroico y siempre
inalcanzable. Un ingrediente sin el cual personaje y trama no alcanzarían toda
su densidad es la relación del guerrillero con el pueblo. Este vínculo fue un
aspecto esencial para la pervivencia del maquis y dio pie a una particular
mitología: la leyenda del maquis, un personaje que entronca con la tradición de
esos seres misteriosos que en los cuentos populares fascinaban al mismo tiempo.
De este maridaje la película sabrá extraer sus mejores resultados, uniendo a la
lectura política que la historia contiene, otra de índole antropológica (que
retomaremos más abajo). Así lo reconocía el director al afirmar: “ ... como
en toda leyenda de clan... lo que también pretendemos mostrar es el enlace
entre hechos recientes de la rebeldía concreta frente al fascismo y la
mitología popular más rabiosamente fantástica: el maquis es un luchador
político que por las noches se convierte en una leyenda”. (6) Los dos
periodos que establece la película, el prólogo situado en 1942 y el presente
que transcurre en 1952, marcan el cambio de consideración del pueblo respecto a
“El Andarín”, del héroe al mito que ya pertenece al pasado. Así, dejará de ser
el dirigente guerrillero, seductor que baila con las mujeres del pueblo en el
primer momento de la historia, para convertirse en un monstruo solitario (tiene
una enfermedad(7) en la piel que le desfigura progresivamente la cara) que se
esconde para no ser visto por nadie en la etapa final. Cuando su lucha pierde
vigencia, el clan lo deslegitima o le traiciona. Esta relación entre el mito
político -el maquis- y la realidad de la España rural durante el franquismo es un elemento
clave de la película. Amparo y Suso son los personajes que representan la
vinculación del guerrillero con el pueblo. Amparo es su último apoyo (El
Andarín solamente abandona el bosque para acercarse a ella) y la que vive más
intensamente esa seducción/rechazo que ejerce. En el prólogo de la película, en
1942, ella es una niña que mira embobada como el valeroso guerrillero baila con
las mujeres en la romería. En 1952, tras haber sido su amante, tiembla de miedo
y de asco ante la presencia de “El Andarín”, en la secuencia del maizal.
Gutiérrez Aragón suele dar especial importancia a los personajes femeninos. En El
corazón del bosque, Amparo es un personaje fascinante que sirve de enlace
entre todos los personajes masculinos de la película. Suso, el novio/marido de
Amparo es el perfecto exponente del cambio de actitud del pueblo. Pasa de
colaborador (incluso consciente de los amores de Amparo con el maqui) a
colaboracionista. Y más aún, de ayudar a Juan a entregarlo a la Guardia Civil
(traicionando al traidor).
Juan es un enviado del Partido incapaz de comprender la lógica del
maquis, de ahí que no haya posibilidad de diálogo entre ambos y su encuentro se
plantee como una cacería. No es casual que la película se estructure como un
cuento popular: Juan es el agente que intenta desentrañar el misterioso
personaje que habita en la espesura. En consecuencia, la narración opta por
acompañarle en todo momento, por utilizar su punto de vista para contar las
peripecias que se suceden en el bosque. Sin embargo, como en “El corazón de
las tinieblas” de Conrad, progresivamente, Juan se siente atraído e incluso
identificado con “El Andarín”(8). Para Juan, El Andarín también se convierte en
un mito inalcanzable, de forma que, en su mente, su descripción es más próxima
a la del fantasma ideado por las mentes populares que un objeto humano a
capturar. En el desenlace, Juan se transforma en el testigo/verdugo de la
derrota histórica de movimiento guerrillero (representado por “El Andarín”). En
uno de los pocos diálogos que mantiene, el maqui exclama “traidores”, a
lo que Juan responde “¿Hay alguien que no sea traidor?” . La respuesta
es “Nadie” y con ella parece confirmarse la autenticidad de su lucha y
lo premeditado de su asesinato. No obstante, el asesinato de “El Andarín”
también puede entenderse como sino de los nuevos tiempos, como necesario para
dejar atrás una etapa histórica (el héroe ha sobrevivido a su época y, como
opinaba Hegel, ahora se convertirá en esclavo; además la población le da la
espalda. Para salvar al mito sólo se le ha de matar). De ahí la apostilla
final, colocada en un tiempo ulterior al relato, tras la aparente misión
cumplida: la que instaura en ese espacio un nuevo orden cotidiano algunos años
después. Juan abandona la lucha política y vuelve al pueblo para ser uno más
entre sus habitantes.
El bosque es otro de los personajes protagonistas de la película. Manuel
Gutiérrez Aragón lo define, en contra de las actuales visiones ecológicas que
lo consideran un sitio benéfico, como “un lugar horroroso que se acerca más
a la visión que dan de él los cuentos infantiles, donde es la morada de las
brujas, los ogros y, en definitiva, de la muerte. A los últimos maquis los
derrotó el bosque más que la
Guardia Civil. Estaban tuberculosos por la cantidad de
humedad y lluvia que les caía encima y tenían enfermedades en la piel por no
poder mudarse de ropa”. (9) Es un espacio que se presenta inabarcable,
intangible, sin que podamos conocer sus límites, sus contornos. La búsqueda de
“El Andarín” por parte de Juan está envuelta de una atmósfera especial donde la
noción espacio-tiempo se desdibuja progresivamente. A ello contribuyen la
destacada presencia de los sonidos del bosque (apenas hay pasajes musicales) y
las luces y tonalidades con que es retratado. Una fotografía que recorre todas
las gamas del verde envueltas en una luz plomiza, gris, apoyada en la lluvia y
la bruma. Todo ello procura un aire misterioso, fantástico, que resulta creíble
como escenario propio de los relatos populares. La canción acertijo que la niña
le canta a Juan como clave para atravesar el bosque y los distintos elementos
que en él se significan (como el árbol con el que se comunica “El Andarín”, los
animales, la lluvia...), abundan en esta idea. El bosque es también el
escenario en que se despliegan, sometiéndolos a sus leyes, los conflictos de
los protagonistas. Como en los westerns, este espacio se interioriza y se
convierte no en el marco, sino en la traducción del estado de ánimo de los
personajes. De hecho, el diseño del cartel anunciador de la película es un
bosque que envuelve el triángulo formado por “El Andarín”, Amparo y Juan.
La película está basada en hechos reales y se rodó en los mismos lugares
donde éstos tuvieron lugar. Recordemos que se inicia diciendo: “Esta
historia está basada en diversos sucesos y personas que existieron en los
mismos montes y bosques en que la película ha sido filmada”. A partir de
estas referencias y de sus propios recuerdos de la infancia, el director y Luis
Megino(10) escribieron el guión. En la investigación de los hechos que ambos
hicieron, se dieron cuenta de que los acontecimientos que se producían en un
valle eran similares o iguales a los que se producían en otros, como si fuesen
arquetipos antropológicos. Por ejemplo, los amores de un maqui con la hermana
de un compañero o el apoyo del guerrillero en su cuñado que finalmente le
traiciona, son aspectos que se repiten sistemáticamente. En este sentido, la
película es más antropológica que política, aunque, como en toda leyenda de
clan, con abundantes elementos fantásticos. En una comunidad agrícola y
ganadera, el tener de pronto un “santo” , un guerrillero o un loco altera a una
población que se basa, sobre todo, en gestos repetidos. Desde este punto de
vista, el maqui tiene más que ver con un cuento fantástico que con la política.
Como he comentado arriba, al analizar el personaje de “El Andarín”, la película
pretende mostrar la relación entre hechos recientes de rebeldía concreta y la
mitología popular fantástica: el maqui es un luchador político que por las
noches se convierte en leyenda. Gutiérrez Aragón remite a su infancia, al
recuerdo de Juanín(11) presente en todos los niños de Torrelavega de los años
cincuenta, cuando veían una manzana de casas rodeada por la policía porque se
rumoreaba que el guerrillero estaba escondido allí. Para todos ellos, aquel
guerrillero se convirtió en leyenda.
En el marco de una naturaleza
inquietante y cautivadora, se nos muestra el enfrentamiento de quien acata las
normas sociales y quien se empecina en ser todavía un héroe sin causa que
defender. Juan tiene la misión de contactar con “El Andarín”, un rebelde que se
niega a obedecer las órdenes superiores y que hace la guerra por su cuenta
cuando ya todo está perdido. En el transcurso de su tarea, Juan llega a sentir
tal fascinación por el guerrillero que acaba por asumir la identidad del
rebelde.
El corazón del bosque es una obra cinematográfica insólita en el panorama
del cine español. Obra madura y profunda de un autor inquieto, sensible y
culto. La película nos llega más al corazón que a la razón; es un film de
emociones: amor, odio, angustia, miedo, soledad, pasión... son los sentimientos
que aceleran o desaceleran los latidos de este Corazón del bosque. La
tranquilidad del bosque es continuamente alterada por la pasión de unos seres
llenos de angustia vital, de miedo, de impotencia, seres destrozados por la
vida. En esta película se sitúa al hombre en su medio social, así nos introduce
en el bosque y nos muestra a unos “revolucionarios sin revolución”, hombres que
se han echado al monte guiados por unos ideales, y que se hallan arrinconados,
sin ninguna esperanza. Desde su escondite digieren su rabia contenida y su
impotencia. Han quedado encallados en la historia.
La película tuvo un despegue desafortunado. El contexto cinematográfico
no era el más adecuado. La temporada 79/80 es mala para el cine español. Ha
terminado la masiva entrada de películas prohibidas, pero después las aguas han
vuelto a su cauce y ha sobrevenido el predominio de las multinacionales. El
fenómeno del denominado desencanto político invade el país. La dictadura ha
terminado, la democracia comienza a asentarse, pero la grave crisis económica
corta las alas de muchas iniciativas y hace que la desilusión se extienda por
España. Decrece el número de películas anualmente producidas y la calidad media
resulta muy baja. Los productores están desconcertados; nadie sabe lo que puede
interesar al público. El corazón del bosque se rodó en 1978 y en 1979 se
presentó al Festival de Berlín, pero sólo se consiguió estrenar en Madrid a
finales de ese año y en un cinematógrafo muy pequeño. A pesar de todo, la
crítica la alabó con entusiasmo casi militante. La película se mantuvo en el
prestigioso cine Alphaville durante meses. Con ella, Gutiérrez Aragón se
convirtió en la figura principal de la generación de cineastas españoles
inmediatamente posterior a Saura.