( IV.18). SIMBOLOGÍA ZOOMÓRFICA.
Desde el Paleolítico, a sus magníficos cuernos arrollados en espiral se los relacionaba con el Sol, y su retumbo y crujido embravecido con el poder fecundador de Zeus, Indra y Thor. A Amón-Ra, dios solar del antiguo Egipto, se lo representaba como un carnero y Agni, el dios védico del fuego, transportaba varas de fuego sobre el lomo de un carnero, en clara prefiguración de lo que posteriormente se convertiría en la representación románica del Agnus Dei.
En los misterios de renacimiento de la Gran Diosa Madre, el dios Hermes, guía de las almas, es el carnero que engendra al niño eterno que se parece al Sol naciente y significa el ascenso del alma desde la oscuridad del inframundo.
Con tales precedentes no es de extrañar que el cordero se convirtiese en uno de los símbolos religiosos judeo-cristianos más exaltados, pues su Dulzura, Pureza, Vulnerabilidad, Mansedumbre e Inocencia será utilizada para sincretizarla con la imagen del mismo Cristo, Cordero de Dios, emblema sacrificial de Aquél que se inmoló por el perdón de todos los pecados del mundo. En perspectiva simbólica, el cordero de antigua alianza se convierte en signo de la Nueva Alianza, pues como ningún otro animal se deja llevar sin resistencia al matadero. "Maltratado, se humillaba y no abría la boca: como codero llevado al matadero" (Is. 53,7).
No es meramente casual que en arameo las palabras para designar siervo y cordero sean idénticas. El relato del sacrificio de Isaac (Gn. 22,13) aparece como ofrenda representativa y su sangre es medio expiatorio para detener la cólera de Dios.
Jesús es el “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Pero ¿ Cuál cordero?. No es fácil definirlo, ya que no tiene correspondencia exacta ni en el Antiguo Testamento ni en la literatura parabíblica, pues Taleh en arameo significa tanto cordero como siervo. Se puede vincular al Cordero con la figura del Siervo de Yahvé proclamada en Isaías 53,7. Esta figura, será retomada por los evangelistas para profundizar en la pasión, muerte y resurrección de Jesús y sus efectos salutíferos: obtenemos el perdón de los pecados. También se puede pensar en el Cordero Pascual, cuya sangre servía en las puertas de las casas como señal para preservar de algún desastre a los israelitas (Éxodo, 12,7,12; Ez. 9,4 y Apoc. 7,3 y 22,4). A esta sangre pascual sólo después se le atribuirá función expiatoria, es decir, que sirve para ocultar o apartar de la vista de Dios los pecados cometidos.
Juan Bautista reconocerá a Jesucristo como siervo de Dios (J. 1,29) y del mismo modo que en la celebración de la Pascua cada 14 de Nisán se ofrecía en el atrio de Jerusalén un cordero añal que se había de consumir sin romper ningún hueso (Ex. 12,46), la hora de la muerte de Cristo en la cruz será fijada en los textos bíblicos como coincidente con la misma hora en que eran degollados los corderos en el templo para la celebración de la Pascua y con el apunte de que no le quebraron ningún hueso como era usual hacer para este tipo de ajusticiamientos, " porque esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura" (Jn., 19,31-36).
( Reproducción pictórica al temple, obra de Laura Alberich, Baruk)
Desde el comienzo de la era cristiana, el cordero será la representación de Cristo como cordero con nimbo de cruz, con la cruz, o el estandarte de la cruz y el cáliz. Cruce de astas. En el centro, el círculo como encuentro y armonía de contrarios (coincidentia oppositorum), y dentro del circulo, el Cordero crucífero, manifestación de lo Absoluto, de Inmovilidad y Dinamismo, Realidad y Eternidad. La representación del Cordero crucífero del 4 Evangelio, está asociando la cruz sobre la que se asaba el Cordero Pascual, pues según los Diálogos con Trifón 40,3 de San Justino, “para asar el cordero pascual, se le atraviesa con una vara de las patas traseras a la cabeza, y otra que va desde la espaldilla y se le atan las patas delanteras”. El Cordero creador no acabará su obra hasta poner a disposición de sus criaturas los medios para volver a él. Con su signo vencerás. Instrumento y camino de la Redención.
Su imagen veterotestamentaria será rescatada para simbolizar tanto la protección ("Lleva mis corderos a pastar", Jn. 21,15) como la justicia divinas (" como un pastor separa las ovejas de las cabras, Mt. 25,32)
Pero como la avidez y las ansias nunca fueron buenas, el empecinamiento eclesiástico cristiano de sincretizar a toda costa las tradiciones paganas y pasarlas por el cedazo de su liturgia simbólica les ha jugado, a veces, malas pasadas. Me refiero a "reconversiones" operadas en ciertos templos románicos de Galicia o de Zamora en donde la figura ancestral del cordero/carnero era habitual en antiguas leyendas de la " cabra suldreira" (caprichosa), que se salvó de ser comida por el lobo cuando éste, arrodillado, accedió a cumplir su último deseo de "rezar una misa vana" y que, representada en muchos de estos templos como recuerdo a la leyenda, fue "operada" por los curas de turno para identificarla como "Agnus Dei".
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