El Corte Inglés lo sabe y desde hace varios estudia una estrategia de re posicionamiento que puede nutrir al gigante de un público, sabedor de que su capacidad y estrategia competitiva está en el espacio y en la ubicación, pero también de que precisamente esa gigante estructura puede convertirse en un lastre si una estrategia de cierta urgencia.
La gran tarea desarrollada en cuanto a branding ha llevado a una de las mayores maquinas de vender de los últimos 40 años a disponer de una marca tan anclada en su propio posicionamiento que llegado el momento no dispone de capacidad de maniobra.
Una gran marca puede legar a convertirse en una pesada losa.
Atrás quedan los años del rédito en forma de valores asociados al triángulo verde: calidad, diversidad, atención al cliente, accesibilidad, facilidad de pago, servicio post venta... No son pocos ni fáciles de asociar a una marca. De hecho El Corte Inglés es, y ha sido, modelo de desarrollo, crecimiento y de posicionamiento.
Hoy el grande ya sabe que con esas armas no es suficiente para ganar la batalla del consumidor frente a la diversidad de la oferta y, en plena fase sucesoria, trabaja para implantar nuevas formas y nuevos conceptos comerciales.
Los nuevos letreros negros y su oferta textil eran una avanzadilla para ir acostumbrado al consumidor a un nuevo estilo. Que mira a la calle, que se diferencia, y que compite en oferta, precio y calidad, manteniendo tras ella los estándares y los valores clásicos de El Corte Inglés, que en algunos casos poco o ningún valor aportan al caso y al perfil del cliente.
No es nada nuevo, y lleva dentro de los planes estratégicos de la marca varios años, al igual que su inmersión mas que acertada en las RRSS solo que enfermos que acostumbrarnos a estar de El Corte Inglés sin ver el triángulo verde.
¿Será suficiente para mantenerse a flote? El consumidor dirá.