Odio la sabiduría popular. Hay un lema especialmente atrevido: ten cuidado con aquello que deseas. La advertencia culmina con una maldición contradictoria: porque puede cumplirse. Que se vean cumplidos los deseos parece ser una cosa peligrosa, o sea que lo mejor es no desear nada o desear bajo el tutelaje de la razón, que es una forma mentirosa de ímpetu. El partido socialista ha jugueteado con sus deseos hasta comprobar que efectivamente, era mucho mejor no desear o al menos ser precavido con el objeto de deseo. Un Gobierno de izquierdas es peligroso y mejor no intentarlo, mejor soslayar el deseo o trasladarlo para que sea otro el que desee.
Esta lucha interna por el poder ha destapado la verdadera naturaleza de la política: un cortejo del poder. Los socialistas han ejemplificado cómo se funda un partido sobre un montón de traiciones. De eso ha ido el cónclave de Ferraz del pasado fin de semana. Los acontecimientos han sido de una complejidad tal que ha bastado de un grito para reunir de nuevo a la manada de Ferraz bajo una única voz. La democracia termina por sacarnos los colores y en realidad es mucho mejor que hable uno porque si hablamos todos a la vez nadie se entera de nada. El partido socialista, que tira de historia para prestigiarse frente al resto, nos acaba de dar una lección: de lo que se trata es de gritar más que el otro.
En política nada es lo que aparenta y todo termina por enseñorearse de apariencia. Rubalcaba, que parecía finiquitado, resurge ahora como absentista y, pasando de puntillas por los periódicos, arrincona la opción de un Gobierno multifuncional con nacionalistas y radicales. A Borrell le recibieron el viernes en Ferraz con una ovación: nunca se vio tan bien arropado el de Lérida y en su entrevista con Pepa Bueno escuché perlas que en boca de Pablo Iglesias hubieran provocado el rubor del respetable. Dijo que el grupo Prisa no podía cesar al secretario general del PSOE (unas palabras que, por cierto, la web de la cadena ser no recoge en el resumen de la entrevista). Ojo con el expresidente del Parlamento Europeo. Fueron desfilando por la SER uno a uno lo más granado del partido y Madina me pareció sospechosamente tibio por primera vez en muchos años. Frente a la claridad abrasadora de Borrell todo me empieza a parecer una estafa.
Que todo haya empezado con las declaraciones de Felipe González nos da la medida del poder que el sevillano sigue teniendo en el partido: puede destapar una conversación privada con la misma solvencia que firma un acuerdo para gas Natural. El aburrimiento de González es directamente proporcional a su procacidad, siempre ha sido un viejo irreverente que no ha admitido ningún corsé. Se revela hasta con aquellos que le acusan de socialista.
Aunque me gusta la oratoria de Javier Fernández desconfío de su virtud equilibrista, tras esas personas que parecen conciliar se esconde una terrible carencia: la incapacidad para decir NO. Tan importante es resultar conciliador como asertivo. Dicen que la caída del PSOE comenzó hace mucho tiempo, yo creo que ahora empieza lo bueno.
Con el partido socialista desdibujado y Podemos calculando qué votos del PSOE acabarán en morado, Rajoy podría volver a hacer una de sus jugadas maestras: nada. Si los populares no presentan candidatura al Rey y se repiten por tercera vez las elecciones, lo más probable es que entre Ciudadanos y PP alcancen ya una mayoría holgada. Tanta agitación para acabar en el mismo sitio del que partimos.
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