Ya han pasado 7 años desde el final de Los Soprano, pero su polémica última escena aún sale de vez en cuando a colación en las conversaciones seriéfilas. Recuerdo que, en su día, la conclusión de LA SERIE no cayó demasiado bien entre los aficionados, aunque personalmente siempre fui de los que encontraron bastante gracioso el brusco corte con el que nos despedimos de la familia más disfuncional de Nueva Jersey.
El resto del artículo -por eso de los spoilers-, con la versión oficial del final a cargo del creador de la serie, tras el salto.
Como recordaréis, Los Soprano terminaba con una cena bastante anodina en un restaurante. En ella, el hijo de Tony jugueteaba con el menú mientras su hermana se las veía para estacionar su coche en el parking exterior. Después, la comida llegaba a la mesa al mismo tiempo que la joven entraba en el local. En ese preciso instante, Tony levantaba la mirada y se fundía el negro. Como véis, una escena bastante corriente que no debería dar lugar a la polémica, de no ser por la agobiante sensación que domina los casi 5 minutos que dura. Y es que la pieza no sólo llega tras una masacre entre los colegas del capo protagonista, sino que la cámara no duda en seguir brevemente a todo hombre sospechoso que entra en el local o va al baño -porque todos hemos visto El Padrino- mientras una música anticlimática y demasiado alta termina por desconcertar al espectador.
Finalmente, a pesar de las triquiñuelas, el creador de la serie, David Chase, ha confesado esta semana para Vox que Tony no murió en los momentos posteriores al fin de la serie ya que no había ningún asesino en el local. A mí modo de ver, lo que ha hecho el escritor es confirmar el mensaje de la serie, que en ningún momento apuntó hacia una creencia cósmica en el karma. En su lugar, el castigo de Tony seguirá estando en su interior, mientras vive una doble vida de muerte e intrascendencia suburbana y donde ni los patos se atreven ya a pasar a saludarle.