El crimen de Henriette Caillaux

Por Susana Peiró @MujeresHistoria

Qué quiere esta Mujer?– preguntó el director de Le Figaro al ver la tarjeta de su visitante. No sospechó que serían sus últimas palabras. Un instante después, la hermosa y elegantísima esposa del ministro de Finanzas de Francia, entró a su despacho, lo saludó brevemente con la cabeza y sin pestañear, disparó seis balas en el pecho del hombre, con un pequeño revólver. Luego, Mme.Caillaux  se inclinó sobre el cuerpo, le escupió el rostro y se sentó tranquilamente a observar su escarmiento. 

Cuando la parisina y burguesa Henriette, née Henriette Raynouard, contrajo matrimonio con Joseph Caillaux, se sintió bendecida y feliz. Atrás quedaba su pasado como amante y el pisito pequeño y discreto, donde el casado político la visitó tres veces por semana durante una década. Finalmente el hombre se había divorciado y ella era la legítima segunda esposa del ex 75º Primer Ministro Francés.

Muy pronto el paraíso de Henriette y Joseph comenzó a sufrir embates de los enemigos políticos de este hombre pacifista y de ideas avanzadas. Los belicistas –entre ellos el Tigre Clemenceau y Barthou- habían comenzado una feroz campaña de desprestigio y Calmette, el sensacionalista editor de Le Fígaro, escribía columnas cada vez más virulentas, cuestionando el patriotismo y la honradez del Ministro. 


El “malheur de malheur “ llegó cuando Calmette publicó unas cartas entre Joseph y Henriette; letras de amantes, escritas diez años antes que la mujer se convirtiera en esposa. Allí estaban, infieles, desnudos ante la opinión pública y heridos por los comentarios mordaces y despiadados del periodista. Joseph se resignó. Le Figaro había roto una regla de caballerosidad no escrita, pero esa intromisión en la vida privada no estaba penada por ley. Para Henriette fue el colmo de la humillación, alguien debía parar esos atropellos contra la carrera de su marido y el honor de ambos. 
El 16 de marzo de 1914, la guapa Mujer se vistió formal y discreta; tomó un auto de alquiler y se dirigió a las oficinas del periódico. Luego de silenciar para siempre a Calmette, se dejó aprehender sin resistencia. Eso sí, cuando los trabajadores del diario intentaron tomarla del brazo, Caillaux dijo: “No me toque… Je suis une dame!”
El ruidoso juicio duró una semana y dividió a los franceses. Unos apoyaban la pena de muerte por decapitación para la asesina, otros opinaban que había sido un gesto de amor y venganza, y pedían absolución. Finalmente el abogado de Henriette, famoso por haber representado a Émile Zola y Dreyfus, apeló a la idea romántica e idealizada de que las mujeres eran gobernadas por sus emociones:. “Ella fue víctima de la desenfrenada pasión femenina” dijo el defensor. El jurado, compuesto por hombres, le creyó.

El 29 de julio de 1914,Henriette Caillaux fue absuelta de culpa y cargo, un mes antes que los cañonazos de agosto anunciaran el fin de la brillante Belle Époque y el comienzo de la I Guerra Mundial. Por cierto, la Mujer jamás se arrepintió. 


Nota:
Marcel Proust le dedicó al fallecido editor Calmette el primer tomo de “En busca del tiempo perdido”.
Fuentes:
The Trial of Madame Caillaux- Edward Berenson
Bellas indomables – Mujeres con grandes destinos – Roger Colombani
. Wikipedia (francés) enlaces en texto.
. Imágenes: Internet