En la presentación de su primer film como director, Dustin Hoffman recordó aquello que había dicho una vez Billy Wilder: "si vas a decirle la verdad al público, mejor que seas gracioso”. Al parecer, el protagonista de El graduado, Tootsie y Kramer contra Kramer, entre muchas otras, convirtió las palabras de Wilder en su guía de trabajo durante el rodaje de El cuarteto. Un gran acierto, porque la película saliente ha resultado ser una simpatiquísima historia, divertida y enternecedora, que trata con afecto, aunque no sin mostrar ciertas realidades, el inevitable paso del tiempo.
Así pues, agradable en todas sus secuencias, operística en cada una de sus notas y brillante en todas sus interpretaciones, El cuarteto no tiene nada que envidiar a los fuertes estrenos de estos días. Es más, es altamente recomendable entrar a verla después de la nueva obra maestra del señor Haneke; para subir los ánimos un poco, más que nada. Eso sí, no vayamos a confundir El cuarteto con una burla de la realidad que toca. La realidad y el inevitable dolor del paso de los años están allí, pero Hoffman ha decidido tratarlo con sutileza y con una sonrisa positiva en los labios, tal como le dijo Billy Wilder, y no hay nada de malo en ello.
Lo mejor: el cuarteto protagonista, el homenaje a la música y esos momentos, detalles, casi mágicos que ha conseguido capturar Hoffman.Lo peor: que el público pueda verla como “otra película de gente mayor”.
Nota: 8
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