El cuarto mono. J. D. Barker

Por Mientrasleo @MientrasleoS

     "Ahí estaba otra vez, ese pitido incesante.
     Le he quitado el sonido. ¿Por qué oigo las notificaciones de los mensajes?¿Por qué suena siquiera?
     Apple se ha ido a la mierda sin Steve Jobs".
     Así comienza la nueva apuesta de destino en la lucha por encontrar la novela del verano. Hoy traigo a mi estantería virtual, El Cuarto Mono.
     La ciudad de Chicago lleva tiempo bajo la amenaza de ser una de las víctimas de un asesino en serie apodado como El Cuarto Mono. Este hombre rapta a sus víctimas y envía a los padres tres cajas en riguroso orden antes de matar a su víctima: la primera con una oreja, la segunda con los ojos y la última con la lengua. Un hombre es atropellado por un autobús y la sorpresa de la policía es mayúscula cuando descubren que tenía en su poder una caja cuyo contenido no es otro que una oreja.
Inmediatamente llaman a Sam Porter, el detective encargado del caso mientras flota una pregunta en el aire, ¿ha muerto el Cuarto Mono?
     Todos conocemos los tres monos místicos, incluso tienen su propio icono de whatsapp: Kikazaru, el mono que no oye, Iwarazu, el mono que no habla y Mizaru, el mono que no ve. No oigas el mal, no hables del mal, no mires el mal. Barker en su novela propone la existencia de un cuarto mono: no hagas el mal. Y este es el apodo con el que se designa al asesino en serie que protagoniza su primera novela junto al detective Porter. Un razonamiento como otro cualquiera para crear un personaje despiadado que tortura y mata a sus víctimas. Sin embargo, la novela de Barker si que tiene un punto muy novedoso, y es que el muerto de la primera página (regla de oro para las novelas negras de los últimos tiempos) puede ser el asesino. Partiendo de esta posibilidad, la policía comienza a investigar la identidad del cuerpo a partir de los pocos objetos que lleva encima ya que, si hay una oreja, eso significa que el Cuarto Mono iba a volver a matar, o lo que es lo mismo, en la ciudad de Chicago hay una joven esperando en alguna parte. El tiempo que tarden en descubrir el enigma puede ser vital.
Para ello tenemos a Porter y un pequeño equipo de policías pertenecientes a su unidad. Porter no deja de ser el típico policía con cicatrices que suele protagonizar este tipo de novelas, sin embargo, en esta ocasión, en lugar de mostrarlas desde el comienzo, el autor también juega con el lector a adivinar. Y es que El Cuarto Mono es, ante todo, un juego de ingenio entre autor y lector hasta llegar a sus últimas páginas.
     Utiliza, además, una segunda voz correspondiente al asesino, ya que la víctima del atropello lleva encima un diario en el que el asesino deja un pequeño relato de lo que fue su vida hace unos años. Personalemente es la parte que menos me ha gustado de la novela, ya que considero que al autor se le va un poco la mano cargando la historia hasta perder verosimilitud. Sin embargo, al no ocupar demasiado, no es algo que reste interés a la trama principal en el presente.
     La novela, articulada en capítulos ágiles que se desarrollan en un corto espacio de tiempo, procura no perderse en grandes descripciones ni explicaciones farragosas para evitar así que el lector pierda interés. Si bien es cierto que en algunos momentos carga tintas con un corte casi melodramático, esto no hace otra cosa que conseguir que el lector se involucre en una trama que se va volviendo retorcida por momentos hasta llegar a un final satisfactorio... excepto para aquellos que piensen que la aventura de Porter ha finalizado en este libro. Sin dar más pistas al respecto, el autor se asegura, cuanto menos, una entrega más en un libro que, pese a que cierra la trama principal, opta por una salida que algunos pueden considerar un poco tramposa.
     He disfrutado leyendo El Cuarto Mono, la verdad. Me ha parecido una novela muy entretenida, sin grandes pretensiones, y me ha durado apenas una tarde.
     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
     Gracias.